QUIEN PUEDA HACER, QUÉ HAGA
GUILLERMO
ZAPATA
Cuca Gamarra, Isabel Díaz Ayuso, Alfonso Serrano, y el
expresidente del Gobierno, José María Aznar, durante una manifestación del PP,
en la Puerta de Alcalá. Jesús Hellín / Europa Press.
"Quién
pueda hacer, qué haga", esa fue la consigna de Aznar al inicio de
esta legislatura. El pequeño Napoleón lanzaba así un mensaje de largo alcance
para definir la legislatura y esa es la sinfonía que toca estas semanas el
partido popular.
Jose Miguel Tellado, portavoz de la formación en el congreso, dijo ayer lo siguiente: "Nuestra obligación es acabar con este gobierno y lo vamos a hacer con todos los medios a nuestro alcance". Desde luego, van de cara. La frase tiene cierta miga, porque define a la perfección cual es la idea de la democracia que manejan estas personas. Que la función de la oposición no es acabar con el gobierno entiendo que es un básico para empezar a entendernos. La función de la oposición es vigilar y controlar al gobierno, pero no acabar con él. Lo de utilizar todos los medios disponibles, pues tiene también el típico toque llenapistas de una derecha en estado de ebullición permanente.
Esta
semana empezó con el caso Koldo y con la denuncia que presentaron por
una supuesta financiación ilegal del PSOE y ha terminado con la
imputación del Fiscal General del Estado. Una imputación que plantea la
pregunta siguiente: ¿De que forma debe actuar una institución del estado ante
los bulos? ¿Cómo se defiende de la mentira si no puede hacer circular la
verdad? A todo esto y ya que estamos... ¿A nadie le preocupa que el jefe de
Gabinete de la Presidenta de la Comunidad de Madrid anunciara la imputación
días antes de que se produjera? ¿Es ese el normal funcionamiento de las
instituciones?
Hace
unos años me denunciaron por unos tuits. El caso duró dos años y se abrió y
archivó varias veces hasta llegar a la audiencia nacional, dónde fui absuelto.
En todo ese proceso ni una sola vez mis abogados (o para el caso, yo mismo) se
enteraron de los pasos por los que iba pasando el proceso antes que los medios
de comunicación. Ni una sola vez. Si el caso se archivaba, yo me enteraba por
la prensa. Si se reabría, me enteraba también por la prensa. Todas y cada una
de las veces durante dos años. ¿De verdad ahora nos tenemos que creer que el
problema es que el Fiscal General del Estado difundió o mando difundir unos
mails?
Cualquier
aficionado al true crime producido en España se ha vuelto un experto en
judicialización doméstica y ha comprobado con cierta naturalidad como no hay
caso español que no haya tenido su pequeña parte en la que el juez instructor
tiene una relación particular con los medios de comunicación. Cuando no es el
juez instructor es la acusación, cuando no es el fiscal y cuando no la defensa.
Como
diría Doyle Lonnegan, el mafioso de "El Golpe" cuando descubre
que Paul Newman está trucando una partida de poker: "¿De qué voy a
acusarle, de hacer trampas mejor que yo?"
No.
No existe un español o una española que crea hoy en la justicia lo suficiente
como para creer más en su imparcialidad que en las inmortales palabras de
Aznar: "Quién pueda hacer que haga".
Precisamente,
el proceso de degradación de las instituciones pasa por convertir toda
institución en una representación de una lucha de contrarios políticos. Los
jueces ya no son jueces. Son tus jueces, o lo míos. Esa degradación protege la
impunidad de la corrupción. Los casos ya no son casos, son tus casos, o para el
caso los suyos. Sobre todo ello ha hecho una carrera política Isabel Díaz Ayuso,
que sabe que lo único importante es que te crean los tuyos. No hace falta más.
La
denuncia al PSOE por financiación ilegal(a partir de notas de medios dedicados
de forma intensa al bulo y la propaganda) nos recuerda también que el problema
fundamental de este momento es un PSOE que creía que iba a estar libre y lejos
de las maniobras que se desplegaron con intensidad feroz contra Podemos y el
independentismo en los últimos años. Como si el viejo pacto entre caballeros
llamado bipartidismo y Cultura de la Transición siguiera en vigor y esas
tácticas no les fueran a llegar a ellos. Lo cierto es que todo aquello se
acabo. Por eso no tiene sentido seguir
hablando
de regeneración democrática como si estuviéramos jugando a un juego cuyas
reglas respetan todos los jugadores. Jugamos a otro. Uno amañado dónde sólo
opera la fuerza de los contrarios. Por eso el objetivo debe ser democratizar la
justicia. Sin democratizar el acceso a la carrera judicial no hay posibilidad
ninguna de salir de esta partida de poker con las cartas marcadas.
Una
partida cuyo elemento más importante es que proporcione novedades todas las
semanas (o mejor, todos los días) Una partida que se presenta ante nosotros
como una serie que se alarga y se alarga a la espera de nuevas tramas que puedan
insuflarle vida, y que tiene su mayor desafío en seguir contando con nuestro
interés. Un interés decreciente que ya no termina de recordar si el caso Begoña
sigue activo o en realidad no.
Mientras
tanto, esta semana condenaban a Zaplana a diez años de cárcel. Porque
cuando el PP decide poner la corrupción en el centro, empieza por su propia
casa, que es la que más conoce.
No hay comentarios:
Publicar un comentario