POR: ADALBERTO SANTANA
Foto: WAFA
El saldo de la
guerra de ocupación de Netanyahu ha generado hasta nuestros días más de 42 mil
muertos en la Franja de Gaza, junto con aproximadamente 96 mil desaparecidos,
contando con 16 mil 500 niños asesinados y más del 50 por ciento de las
viviendas destruidas.
El 7 de octubre de 2024 se cumple un año exacto en que inició la nueva etapa de la guerra de la banda mafiosa que gobierna Israel, encabezada por el jázaro Benjamín Netanyahu, contra el pueblo palestino. Conflicto que hasta nuestros días se ha extendido hacia otros países de la región del Medio Oriente. Guerra contra naciones donde hay grandes campos de refugiados palestinos, como Líbano, Siria y Yemen. Pero más que una guerra exclusiva de expansión, donde se ubican los territorios de Israel, la Franja de Gaza y Cisjordania, la estrategia del gobierno neofascista de los llamados jázaros, sionistas, lo que pretenden es el exterminio completo del pueblo palestino.
Pensemos que los
actuales gobernantes de Israel no son descendientes del pueblo semita. Más
bien, son grupos de origen túrquicos migrados al oeste, que adoptaron el
judaísmo alrededor del mar Cáucaso septentrional por allá de los siglos V. Pero
a su vez se sostiene que los túrquicos nunca fueron homogéneos étnicamente. Se
considera que la “nación jázara hubiera estado compuesta de tribus
de distintos componentes étnicos, ya que los pueblos de la estepa absorbían
tradicionalmente a los conquistados”. De tal suerte que en nuestros días, los
jázaros contemporáneos son de diversas nacionalidades, búlgaros, húngaros,
ucranianos, polacos, rusos, alemanes, austriacos, argentinos, uruguayos,
estadounidenses, etc., que en un momento determinado de su conversión al
judaísmo han ocupado hoy en día a Israel y buscan su expansión impulsando
militarmente la colonización de Palestina. En otras palabras son la punta de
lanza del imperialismo estadounidense para apropiarse de los territorios
palestinos y otros más del Medio Oriente.
El gran apoyo de la
política expansionista y colonizadora que se ha impulsado desde los distintos
gobiernos israelíes, ha sido apoyada militar, económica y políticamente por los
ocupantes de la Casa Blanca. Actualmente en el gobierno de Joe Biden, más de 10
de sus principales funcionarios de primer nivel son jázaros. Tal como
Antonhy Blinken (Secretario de Estado); Janet Yallen (Secretaria del
Tesoro); Merrich Garland (Secretario de Justicia); Alejandro Mayorkas
(Secretario de Seguridad Nacional); Avril Haines (Director de Inteligencia
Nacional); Ronald Klain (Jefe de Gabinete de la Casa Blanca); Wendy Sherman
(Subsecretaria de Estado) y David Cohen (Director adjunto de la Agencia Central
de Inteligencia), entre otros. Actores de la administración Biden, que en buena
medida explica el apoyo militar estadounidense al gobierno de Benjamín
Natanyahu, pero especialmente de su guerra de exterminio y genocidio contra el
pueblo palestino, para expulsarlo definitivamente de sus territorios
ancestrales. Estrategia que buscaría así convertir a Palestina en un territorio
ocupado únicamente por los colonos israelíes. Consolidando a su vez un espacio
estratégico aliado y subordinado a los Estados Unidos en la región de Medio
Oriente. A la par de conquistar sus recursos naturales como el gas natural, que
abunda en sus tierras, también pretende apropiarse del desarrollo en la
producción de grava y piedra triturada, barras de hierro, aceite de oliva puro
y plomo (chatarra) y en la construcción de piedra. La mayoría de la población
palestina vive de la agricultura. En otras palabras, es un pueblo
económicamente pobre pero asediado por su territorio por la política sionista.
El saldo de la
guerra de ocupación de Netanyahu ha generado hasta nuestros días más de 42 mil
muertos en la Franja de Gaza, junto con aproximadamente 96 mil desaparecidos,
contando con 16 mil 500 niños asesinados y más del 50 por ciento de las
viviendas destruidas. Este ha sido el recuento que ha dado a conocer el
Instituto para la Comprensión de Medio Oriente (IMEU, por sus siglas en
inglés). Todas estas escalofriantes cifras, son equitativamente semejantes a
los genocidios de los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Esto representa que
un aproximado de 115 personas diariamente han sido asesinadas en Gaza, lo que
también equivale a cinco personas por hora. Es un verdadero genocidio en pleno
siglo XXI. A esto hay que sumar las matanzas que actualmente han realizado los
colonos israelíes en Cisjordania, que han dejado una serie de matanzas que
suman la vida de 243 palestinos, así como más de mil muertos en el Líbano, y el
desplazamiento forzado de un millón doscientos mil personas que han motivado un
éxodo hacia Siria.
Sin duda son cifras
escalofriantes de un nuevo Holocausto en Palestina, tal como el que los nazis
generaron en Europa en el siglo XX. A esto llama la atención de las protestas
mundiales que en diversas ciudades del mundo se han generado en todo un año
contra la ocupación sionista de la Franja de Gaza, y ahora sumada la del
Líbano. Lo que también llama la atención son las incapacidades de la
Organización de las Naciones Unidas (ONU) para poner un freno a ese brutal
genocidio .
Así, se hace más
que evidente que el gran apoyo de la Casa Blanca al gobierno sionista de
Israel, es el verdadero responsable de quien arma militar y económicamente al
gobierno de Benjamín Netanyahu, en su guerra de exterminio contra Palestina y
los palestinos. ¿Será que las próximas elecciones en los Estados Unidos de América,
sean las únicas condiciones que pueden modificar la correlación de fuerzas al
interior del imperio estadounidense para poner un freno al sionismo israelí
contra el pueblo palestino?
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