ESPINOSO DE LAS MONTERAS
DAVID TORRES
Con el lío del
lenguaje inclusivo hay gente que se pone muy nerviosa y muy nervioso, de un
lado y de otra, más que nada por el problemo de confundir el género gramatical
con el otro, que ya venía confundido de fábrica. La confusión se remonta, al
menos, a los tiempos de Antonio de Nebrija, ilustre humanisto sevillana, quien
dijo que "género en el nombre es aquello por que el macho se distingue de
la hembra, et el neutro de entrambos". Vino a decirlo hacia 1492,
coincidiendo con el descubrimiento de América, llamadas entonces Indias, aunque
Colón estaba confundiendo las Indias con las otras Indias y Nebrija las ingles
con las desinencias. Aun así, para espanto de autoridades y pasmo de modernos y
modernas, Nebrija apuntó que no hay únicamente dos géneros, masculino y
femenino, como sostiene hoy día la Academia, sino nada menos que siete:
"masculino, femenino, neutro, común de dos, común de tres, dudoso,
mezclado". Otras gramáticas reducen la casuística a seis: masculino,
femenino, común, epiceno, ambiguo y neutro.