JM AIZPURUA
Les comunico que
yo; también he decidido renunciar a la herencia de Campechano I, pero no a la
económica sino a la de su monarquía seudodemocrática, franquista y corrupta.
Lo otro, lo de la
renuncia del dinero es un brindis al sol del muchacho pues sin la muerte del
testante ni la certeza de ser heredero, según la legislación vigente: carece de
valor. (cc art.991)
¿Por qué no
renuncia a lo más sórdido del legado paterno? Me refiero a la corona española,
chollo inmenso, anacrónico, ilegítimo, e inmenso obstáculo para modernizar un
Estado para el siglo XXI.
El comunicado es
algo que pasará a la Historia como ejemplo del mal hacer. No justifica nada y es
una cobardía que cuando vienen mal dadas, el hijo repudie al padre al que vio
en su juventud vivir la vida con un gratificante silencio cómplice. Es una
infamia que retire su jubilación a un rey, aunque sea su padre. La parte legal
de la fortuna personal del Campechano no es la que debería quitarle, pues es la
otra, la inconfesable, la que debería ser retirada.
Tirando coronavirus
mediáticos no conseguirán ocultar el corinavirus del Sistema78, la heredada
corrupción franquista impune que permitió a muchos vividores de la empresa, que
no empresarios, sobornar al rey, que es el mayor delito ético, y a éste
sucumbir al ataque.
Todavía hay quien
clama por que expulsen de España a Campechano, crueldad inaudita para un
anciano que no hizo otra cosa que aprovecharse del cargo, como todos, pero es
que el suyo era “más gordo”. Déjenlo que siga de francachelas por sus rutas y
olviden una página negra de la historia. Una más ¿y van….?
¿Se dan cuenta de
lo complicado que resulta para un Estado que una familia pueda genéticamente
garantizar el buen gobierno? Piensen, por favor.
Es por eso por lo
que la República es la mejor solución a la Jefatura de Estado, como el Alcalde
al municipio: cuando no sale bueno se cambia y se pone otro sin hipotecas
familiares.
Los corruptores
siguen como casta noble del país. Son ellos el peligro y sus maniobras son cada
vez más torpes y alejadas de un sentir popular al que proponen iconos,
referentes, y caminos que ya no construyen nada. El siglo XIX no les valdrá
para el siglo XXI, pero no quieren darse por enterados en la esperanza que sus
porras y togas les resuelvan la papeleta.
Aquí sobran muchos,
pero, Campechano se ganó a pulso su jubilación. Quien lo puso y lo mantuvo: que
lo pague. Era “Juanito El Breve” pero se empeñaron en usarlo.
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