TRAS LEER "LA
ESCUDILLA", DE VÍCTOR RAMÍREZ
POR
RICARDO BADA (*)
Marzo,
1995
Bastante más iluminada que el Diccionario de la Real
Academia, don Sebastián de Covarrubias
la definió así en su "TESORO DE LA LENGUA CASTELLANA", allá por el
1611: "Escudilla. Vaso redondo y hondo, a manera de escudo pequeño,
de donde tomó el nombre".
No sé qué impulso llevó a Víctor Ramírez a
titular "LA ESCUDILLA" la serie de sus polémicos artículos aparecidos
en DIARIO LAS PALMAS entre el 16 de septiembre del 93 y el 12 de marzo del 94,
que acabo de leer ahora coleccionados en un volumen cuyo pie de imprenta es
toda una profesión de fe: ISLAS CANARIAS, 1994.
Si pensó en la "escudilla" como
útil de cocina (y así pudiera inducirse de la portada, reproducción de un
hermoso óleo de Santiago Santana),
lo cierto es que, en principio, prefiero embanderarme con la opción etimológica
o, digamos, covarrubista.
*
Los artículos de Víctor Ramírez son escudos,
pequeños escudos para defenderse del más mostrenco mal de los humanos: el
conformismo.
Declaro no comulgar al cien por cien con
todas las ideas de Víctor Ramírez, un amigo entrañable, dicho sea de paso. Pero
conste que soy más amigo de la Verdad que de Platón.
Ahora bien, si no comulgo al cien por cien
con sus ideas, sí que estoy al cien por cien a su lado a la hora de combatir
contra la injusticia, contra la prepotencia, contra el desafuero, y sobre todo,
sobre todo, contra aquello que fue el blanco permanente de la más acerba y
penetrante crítica del padre dramaturgo Ibsen:
contra la mentira vital, la Lebensiüge.
Recuérdese también aquí, exacta en su sentido
aunque citada de memoria, la frase inmortal de Voltaire: "No pienso como usted, pero daría mi
vida por la libertad de que usted pueda pensar de manera distinta que yo".
*
Me considero solidario con VR en su pensar a
contrapelo. Y a pesar de nuestro no coincidir en algunos puntos, estoy con él,
con su beligerancia sin contemplaciones frente a la Lebensiüge, la Mentira Vital,
y frente al querer que comulguemos con ruedas de molino.
Español no canario, me apropio para el
español continental de algo que dice un personaje de su cuento "OJO
DE PULGA", y que cita muy a propósito en una de sus escudillas: "aquí
me ves, contemplando de pie el derrumbe manso de nuestro pueblo".
Me da tanta pena mi pueblo español teleguiado
y anestesiado por los medios de masificación comunicada, todo el país una
inmensa revista HOLA, es decir, un manso derrumbe, que no puedo por menos de
entender el dolor de Víctor Ramírez ante el espectáculo sociopolítico de su Patria
Canaria. Y dolerme con él.
*
En este sentido admito a posteriori que a lo mejor
sus sabrosas escudillas también pueden verse como alimento, como sorbos de
cálida vitamina que contrarresten la desnutrición espiritual del hombre de la
calle, sometido al bombardeo pauperizador de la mentira sin rebozo.
Nos hacen falta muchos periodistas, muchos
escritores como Víctor Ramírez, en la península: gente que no haga literatura
de la denuncia, que de esos nos sobran ejemplares. Gente que nos defienda y que
nos alimenten con sus sabrosas escudillas.
En las islas, ustedes, más felices, ya
cuentan con él y con sus escudillas, que saben a noble y sustancioso potaje de
berros.
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(*) Ricardo Bada es escritor onubense, traductor, periodista
radiofónico de la Deutsceh Welle Radio & Televisión en Colonia de Alemania,
donde reside hace más de cuarenta años. Este artículo fue escrito y publicado
en marzo de 1995.
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