"LA VEZ ENTRE DESPUÉS Y AHORA": DE UN ESCRITOR CONMOVIDO
POR CRISTINA R. COURT
4-mayo-1981
("La vez entre
después y ahora" es uno de los relatos menos conocido del escritor insular
Víctor Ramírez. El departamento de Ediciones del Cabildo de Lanzarote ha
rescatado este texto, publicado en 1978 por la revista Planas de Poesía, y lo
lanza ahora dentro de su colección editorial Lancelot 28-7. El volumen contiene
otro cuento, ya clásico dentro de la producción de este autor: "Además lo
primero". En este artículo, que ha servido de prólogo a la edición,
Cristina R. Court, escritora y periodista, convierte la actitud vital y
literaria de Víctor Ramírez en materia de una lírica indagación sobre el
sentido de la escritura de quien es, a estas alturas, uno de los escritores más
apreciado de las letras insulares.)
"He osado
atreverme a amar" decía Víctor Ramírez sobre su propia visión de la
escritura. Que es como apelar a un imperativo ético, como metáfora de esa otra
metáfora que afirma: quien tiene la llama debe arder. Es decir, y como él mismo
ha afirmado tantas veces: que la escritura sea esencialmente un acto de
solidaridad rebelde desde la soledad del hecho creativo.
Por tanto
entenderán ustedes que les hablo de un ser conmovido del mundo. Profundamente.
Que ha osado atreverse a amar. Que habita el territorio propicio de la
escritura.
Manuel Padorno, un
poeta nuestro que vive a la sombra del mar, califica este territorio propicio
como el territorio del amor. Porque está hablando de una elección: uno elige el
territorio donde el lenguaje y la realidad mental se van ajustando a la
palabra: donde se define otro hombre, donde cala desveladamente, donde el
lenguaje invoca, concreta, precisa.
Descifrar la
expresión de la vida cercana: he ahí una tentativa de identidad del hecho
creativo, en el que Víctor Ramírez se ejercita conmovido.
Claro está que la
Literatura es más amplia que las fronteras. Y Víctor Ramírez, narrador y
fabulador, se ha ahincado sobre esa pregunta que dice: ¿inventar la realidad o
rescatarla? Ambas cosas, se responde: y así definirá un espacio de la expresión
literaria.
Aquí hay dos relatos
que son la expresión de, por un lado, la invención de un mundo: La vez entre
después y ahora; y, por otro lado, el rescate de este mundo: Además lo primero.
Y dentro de estos dos mundos nos encontramos habitando a criaturas en, contra,
sobre, de un paisaje dramático, austero, terco, solemne, hermoso, trágico,
inútil, caudaloso. Son seres solos, aislados en la isla y que se proponen como
prototipos universales.
Del primero de los
relatos, La vez entre después y ahora, sabemos que sólo ha sido editado anteriormente
en el ya clásico "Cuentos Cobardes" (Madrid, 1977, por Taller
Ediciones JB) y que fue escrito, según palabras del propio autor, en el 75 y
para "engordar en algo" dicho libro. Poco imaginaba Víctor Ramírez
que había conseguido escribir uno de los relatos más sugestivos (tanto en la
historia como en el lenguaje) de los por él creados hasta el momento y, por
supuesto, de nuestra Literatura. Usted, lector, podrá dar fe de ello.
Del segundo de los
relatos, "Además lo primero", que es cronológicamente anterior,
podemos decir que fue editado por Planas de Poesía en 1978 y que desde hace
varios años se encuentra agotado. Consideramos de interés la Aclaración y
Dedicatoria que el autor insertó en la página 5 de dicha edición.
Como aclaración
para el lector actual de estos dos relatos tan dispares y tan importantes de
nuestra narratíva, hemos constatado que ha habido bastantes correciones, sobre
todo en la puntuación (justificadas por el autor con que se hará más ligera, y
atrayente, la lectura), correcciones que no atentan mínimamente contra el
contenido de las respectivas ediciones anteriores, al contrario: creo que lo
subliman.
Cuando Víctor
Ramírez enseña su escritura al mundo, el mundo está en su escritura: abarcado
por el signo y la expresión. Revelando y rebelando una condición imaginaria,
descarnada, inteligente, feliz. Trascendido desde el espacio espiritual
insular: Víctor haciéndose detrás de su escritura las mismas preguntas
seculares desde la asunción de la orfandad. Es decir: como el hombre rebelde de
ALbert Camus, aquel hombre que es capaz de decir no.
Víctor Ramírez dice
no a través de esta escritura suya, que es el anverso de un ejercicio
intencionado: el desaprendizaje. Desaprende los códigos sobresaturados del
lenguaje. Se desposee de intermediaciones discursivas paralizantes, recobrando
la frescura de las significaciones más primitivas: la de los desposeídos.
Su escritura es
como esa misma periferia: superficie intrincada de nudos, que es tanto o más
reveladora que la intencionalidad de profundidades sociológicas.
Un recurso
espléndido, aparentemente tan sencillo como contarnos historias desde la
tradición oral, manteniendo a la vez que recreando la sintaxis popular y su
correspondiente complejo universo semántico. Ahí te quiero ver.
Esa es precisamente
la singularidad de Víctor Ramírez y la fascinación que ejerce sobre sus
lectores. Apresando ese estado casi premoderno que se esgrime contra la aldea
universal y es así mismo la aldea universal: la vida agazapada en las
periferias urbanas, como un melodrama ancho y ajeno, como una estremecedora
metáfora de la misma, implacable, exuberante, maldita, encantada realidad.
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