martes, 10 de septiembre de 2019

PACTAR ASÍ ES MORIR DE AMOR


PACTAR ASÍ ES MORIR DE AMOR
DAVID TORRES
Se muere Camilo Sesto y de repente hay gente que dice que Camilo Sesto era nuestro Michael Jackson, incluso nuestro David Bowie, que ya es decir. Comparaciones que, más que definir a Camilo, a Jackson, a Bowie o incluso al sordo de turno, definen más bien a España, un país sobre todo muy nuestro, muy de andar por casa. Lejos ya los tiempos en que los cánones los imponíamos nosotros, exportábamos el Quijote y el Don Juan a todos los idiomas y estrenaban las obras de Shakespeare en Inglaterra bajo la falsa autoría de Lope de Vega, no nos ha quedado otro remedio que importar modelos del extranjero y ponernos a trasplantar musicales de Broadway a la Gran Vía, como si Cats fuese un esperpento de Valle-Inclán salido del Callejón del Gato.


Si tuvimos en Arriaga, muerto a los 19 años, nuestro Mozart, y en Camilo Sesto nuestro Michael Jackson, parece que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias encarnan nuestro Romeo y Julieta, nuestro Tristán e Isolda, nuestro Abelardo y Eloísa particulares, aunque no está muy claro todavía aquí quién hace el papel de Romeo y quién el de Eloísa. Es evidente que Pedro encaja mejor en el papel de guapo y que Pablo, en plan Julieta, podría soltarse la coleta para ayudarle a trepar al balcón, pero es Pedro el que aguarda en lo alto del balcón y Pablo el que intenta inútilmente escalar a través de su propia coleta. Algo manifiestamente imposible desde que Arquímedes proclamara aquello de que necesitaba un punto de apoyo para levantar el mundo. Una coalición de izquierdas resulta algo bastante más pedestre y manejable que el mundo, sin embargo tampoco es fácil de levantar cuando una de las dos izquierdas se encuentra más bien a la derecha.
Dicen que los polos opuestos se atraen y que dos no se pelean si uno no quiere, vale, pero si no quieren los dos, la riña está asegurada y los polos se derriten. En cuanto a amores imposibles, los hay de todos los colores, razas, sexos e idiomas: todos tienen en común un obstáculo fundamental, generalmente en forma de marido o de rivalidad familiar. La originalidad absoluta de la pasión entre Pedro y Pablo es que no hay ningún amor entre ellos, la desconfianza resuena a toda máquina, mutua e inalterable y los desencuentros son constantes porque no hay encuentro posible y cada uno canta una canción diferente en un tono distinto.

El musical lleva meses en cartelera y disfruta de un éxito tremendo. Podrían seguir años y lustros lanzándose los trastos a la cabeza, que cuando uno hace de Abelardo el otro hace de Tristán, y cuando uno va de Carmen Calvo el otro viene de Eloísa. Me recuerda la primera partida de damas que jugué contra mi hermano, cuando él colocó las suyas en las casillas blancas y yo las mías en las negras. A los diez minutos habíamos coronado la totalidad de fichas sin una sola baja, y comprendimos que algo estábamos haciendo mal, pero no íbamos a dar nuestro brazo a torcer a esas alturas de la partida. Pactar así es morir de amor, cantaba Camilo Sesto. O algo parecido.



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