PACTAR ASÍ ES MORIR DE AMOR
DAVID TORRES
Se muere Camilo
Sesto y de repente hay gente que dice que Camilo Sesto era nuestro Michael
Jackson, incluso nuestro David Bowie, que ya es decir. Comparaciones que, más
que definir a Camilo, a Jackson, a Bowie o incluso al sordo de turno, definen
más bien a España, un país sobre todo muy nuestro, muy de andar por casa. Lejos
ya los tiempos en que los cánones los imponíamos nosotros, exportábamos el
Quijote y el Don Juan a todos los idiomas y estrenaban las obras de Shakespeare
en Inglaterra bajo la falsa autoría de Lope de Vega, no nos ha quedado otro
remedio que importar modelos del extranjero y ponernos a trasplantar musicales
de Broadway a la Gran Vía, como si Cats fuese un esperpento de Valle-Inclán
salido del Callejón del Gato.
Si tuvimos en
Arriaga, muerto a los 19 años, nuestro Mozart, y en Camilo Sesto nuestro
Michael Jackson, parece que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias encarnan nuestro
Romeo y Julieta, nuestro Tristán e Isolda, nuestro Abelardo y Eloísa
particulares, aunque no está muy claro todavía aquí quién hace el papel de
Romeo y quién el de Eloísa. Es evidente que Pedro encaja mejor en el papel de
guapo y que Pablo, en plan Julieta, podría soltarse la coleta para ayudarle a
trepar al balcón, pero es Pedro el que aguarda en lo alto del balcón y Pablo el
que intenta inútilmente escalar a través de su propia coleta. Algo
manifiestamente imposible desde que Arquímedes proclamara aquello de que
necesitaba un punto de apoyo para levantar el mundo. Una coalición de
izquierdas resulta algo bastante más pedestre y manejable que el mundo, sin
embargo tampoco es fácil de levantar cuando una de las dos izquierdas se encuentra
más bien a la derecha.
Dicen que los polos
opuestos se atraen y que dos no se pelean si uno no quiere, vale, pero si no
quieren los dos, la riña está asegurada y los polos se derriten. En cuanto a
amores imposibles, los hay de todos los colores, razas, sexos e idiomas: todos
tienen en común un obstáculo fundamental, generalmente en forma de marido o de
rivalidad familiar. La originalidad absoluta de la pasión entre Pedro y Pablo
es que no hay ningún amor entre ellos, la desconfianza resuena a toda máquina,
mutua e inalterable y los desencuentros son constantes porque no hay encuentro
posible y cada uno canta una canción diferente en un tono distinto.
El musical lleva
meses en cartelera y disfruta de un éxito tremendo. Podrían seguir años y
lustros lanzándose los trastos a la cabeza, que cuando uno hace de Abelardo el
otro hace de Tristán, y cuando uno va de Carmen Calvo el otro viene de Eloísa.
Me recuerda la primera partida de damas que jugué contra mi hermano, cuando él
colocó las suyas en las casillas blancas y yo las mías en las negras. A los
diez minutos habíamos coronado la totalidad de fichas sin una sola baja, y
comprendimos que algo estábamos haciendo mal, pero no íbamos a dar nuestro
brazo a torcer a esas alturas de la partida. Pactar así es morir de amor,
cantaba Camilo Sesto. O algo parecido.
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