A contracorriente
EN CUALQUIER OTRO PAÍS…
Enrique
Arias Vega
A los españoles nos ha gustado desde
siempre denigrarnos diciendo frases de este jaez: “En cualquier otro país esto
no ocurriría…” O aquella otra: “En un país serio a nadie se le ocurriría hacer
las cosas como se hacen aquí…”
No sé si esto se debe a un complejo
atávico de inferioridad o a que somos los primeros que se han creído la leyenda
negra inspirada por nuestros rivales europeos cuando las luchas por dibujar el
mapa político del viejo continente.
Ahora mismo estamos en ello a cuenta
de las sucesivas repeticiones electorales, como si eso no hubiese sucedido
siempre en Italia, Holanda y otros países. Y menos mal que en ellos hay
elecciones, porque en gran parte del mundo actual no se permite votar.
Ocurre, también, cuando se pretende
echar mano de cualquier estadística amañada para demostrar que somos peores que
los demás, aunque en general lo hacemos sin datos, ya que éstos irían en contra
de nuestras tesis. Por ejemplo: “Aquí hay más violencia contra la mujer que en
ninguna parte”, cuando nos preceden en violaciones en Suecia y Dinamarca, sin
ir más lejos. O “nos estamos convirtiendo en un país muy violento”, cuando la misma
Francia nos gana en ello por goleada, o “éste es el país preferido del
terrorismo yihadista”, cuando los violentos se sienten muchísimo más a gusto
practicando sus fechorías en Bélgica o Gran Bretaña, por ejemplo.
O sea, que no somos tan distintos ni,
mucho menos, peores que los demás.
Y volvemos a lo de votar. En un país
tan serio, al parecer, como Estados Unidos, los electores de algún Estado votan
hasta si es admisible despertar a un oso cuando está durmiendo (y no por el
evidente peligro que ello conlleva). Nosotros no somos tan chuscos ni tenemos
tantos osos. Simplemente tratamos de poner al día las preferencias de nuestros
ciudadanos y de ver si éstos se decantan por nuevas formaciones o prefieren a las
de siempre. ¿Qué hay de malo en ello? ¿Que votar cuesta un huevo? Pues mucho
mayor es el déficit de la mayoría de las televisiones autonómicas y nadie se
rasga las vestiduras por bien prescindibles que éstas sean.
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