LA HABITACIÓN QUE HABITO...
DUNIA SANCHEZ
La habitación que
habito, cierro la puerta cuando el nocturno cabalga junto a los astros. No, no
quiero que se vayan los sueños, eso decía mi abuela. Hay
que dormir a puerta cerrada para que los sueños bonancibles se
despierten al amanecer. El silencio guarda el secreto y los riscos a trepar se
convierten en barcas danzando peces plateados cuando la mar retorna a la
tranquilidad. La habitación que habito, empeñada en un despertar donde los
pozos del subconsciente erupcionan en un jardín de deseos verticales. Me entrego como decía ella a las sábanas
blancas del descanso y me dejo sutilmente ir en el canto certero del letargo
cuando abrasa los sueños. Sueña, me
decía mi abuela. Sueña con un mañana plagado del desacuerdo con el ayer. Sueña
con los ojos abiertos, con los ojos cerrados en el canto de las noches. Sueña
fuertemente con aquello que más anhelas. Sueña, libre, con el tintineo de tu
corazón agarrado a la verdad. Sueña, sí, con el giro de atmósferas
buenaventuras de tus pisadas. La habitación que habito, paredes verde azuladas
que hablan del creciente vuelo de las aves en un destino tus alas amparan la
gracia, la belleza, el buen sabor de los despertares. Y todo es sueño, eso
decía mi abuela. Y todo es dejadez de trastos de púas para el empuje de la verticalidad
de tus deseos. Cierra bien la puerta, eso decía mi abuela. Qué los embarradas
atmósferas no te contaminen, no envenene cada una de tus huellas, no yazcan
donde tú eres ese pedazo de cosmos bosquejando los ojos en un horizonte
benevolente.
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