A contracorriente
LA VICTORIA SOBRE FRANCO
Enrique
Arias Vega
Me gustaría que la victoria sobre
Franco hubiese ocurrido hace ochenta años y no ahora. Es más: me gustaría que
no hubiese hecho falta porque no hubiera habido Guerra Civil.
Pero ocurrió lo que ocurrió y ya es
Historia, al igual que la batalla de Las Navas de Tolosa o el Desastre de
Annual. Tratar de dar la vuelta a lo ocurrido cuando ya no queda ningún sobreviviente
de ambos bandos (porque, efectivamente, hubo dos bandos o facciones) me parece
un auténtico dislate.
Les confieso que he logrado vivir muy
a gusto sin la nefasta memoria de Franco durante casi cuarenta años y que, en
cambio, desde hace cinco años no hacen otra cosa que recordármelo diariamente políticos,
medios de comunicación y asociaciones de variado pelaje. Gracias, pero no lo
necesito, de verdad, porque en plena dictadura milité en el comunista PSUC, a
diferencia de otros que se atribuyen méritos que no tienen.
Les contaré una anécdota creo que de
1982, siendo el socialista Pasqual Maragall a la sazón alcalde de Barcelona.
Abrimos entonces la portada de El Periódico diciendo que en la comisión
municipal de seguridad ciudadana coincidieron el torturador y un torturado de
tiempos de Franco. ¡Qué escandalazo!, pensamos. Pues sí: pero la sorpresa fue
que quien se molestó fue el torturado: “¡Sacar a estas alturas viejas historias
que sólo sirven para enfrentar a la gente!”, fue su dolido y conciliador
comentario.
No voy a alargar el tema, como
tampoco sacaré a revisión ni a vindicta el pasado ominoso de Fernando VII, lo
absurdo de las guerras carlistas o el exilio de Goya. Estoy demasiado viejo
para perder el tiempo mirando hacia atrás mientras aún debo recorrer un buen
trecho del camino.
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