lunes, 22 de octubre de 2018

LOS FASCISTAS DEL FUTURO


LOS FASCISTAS DEL FUTURO
POR PROTESTONA1
Pablo Casado y Albert Rivera, dan mucho miedo. Soy consciente de que la mayoría de la ciudadanía aún piensa que no son más que un par de macarras con asesores de imagen y que realmente encierran poco peligro, pero cualquiera con dos dedos de frente sabe el riesgo que conlleva darle a un par de insensatos un bidón de gasolina y un mechero. Y ellos tienen ambas cosas.

Intentad no quedaros en la superficie, observadlos con detenimiento, procurad no ver sólo a dos tipos jóvenes, pulcros y con apariencia agradable, fijaos en sus gestos, en sus palabras y en lo que transmiten. A poco que analicéis acabaréis viendo lo mismo que yo, a dos reaccionarios de extrema derecha llenos de ira, odio y ambición, dispuestos a todo por conseguir sus propósitos, que no son otros que mantener un sistema corrupto desde la base que ha permitido a sus mentores manejar los hilos de una sociedad que en su mayoría, sigue ciega, sorda y muda.

La irresponsabilidad del discurso de Ciudadanos y de PP está llegando a límites extremos, da igual el asunto a tratar, la respuesta ante cualquier cuestión siempre es el misma, o derecha o comunismo, o capitalismo o desastre económico. O nosotros o el caos.

Si ellos tienen que contribuir a la destrucción de España (ya la levantaremos nosotros) pues allá que van, uno a Cataluña a quitar lazos a ver si hay suerte y consigue una foto de alguien pegándole, y el otro a Bruselas a suplicar a la UE que axfisie económicamente a sus compatriotas más desfavorecidos para sacar réditos electorales. Si no se da el problema, vamos a crearlo y si ni así lo conseguimos, lo inventamos.

¿Que hay que decir que en Cataluña no se puede hablar castellano porque te amenazan por la calle? Pues se dice.

¿Que hay que decir que subir el SMI a 900 euros arruinará la economía del país, hará que los océanos se tiñan de sangre, nos invadan las siete plagas y aparezcan los jinetes del Apocalipsis? Se dice sin problemas

¿Qué hay que conseguir que la gente odie a un nuevo líder político que NO HA GOBERNADO y lo culpe de todos los males de la humanidad?

Pues se llama a ese periodista que tenemos colocado en todas partes y él se encarga. Todo está controlado.

¿Que hay que pedir el 155, que se meta a políticos en la cárcel, que se ilegalicen partidos, que se grite VIVA EL REY cada vez que pones un plato en la mesa o que se imponga la religión en los colegios? Pues venga, por pedir que no quede.

Los cachorros de los partidos de la extrema derecha se han revelado más papistas que el Papa, se han radicalizado de forma temible, escupen un odio visceral contra todo lo que no sean sus postulados y lo extienden a sus simpatizantes hasta el punto que ya obvian los disimulos. La bandera del pollo, los brazos en alto, el Cara al Sol y los vivas a Franco son habituales en las concentraciones de estos patriotas como la cosa más natural del mundo, los franquistas lucen sus símbolos con orgullo. Hacen bien, ¿para qué van a seguir escondiéndose?

La extrema derecha está movilizada, por primera vez desde aquella transacción del 78 empiezan a percibir que el nudo que tan bien atado quedó, podría estar empezando a aflojarse, y por ahí no están dispuestos a pasar.

El asunto de sacar a la momia, de cambiar nombres a calles que rinden honores a asesinos, de retirar medallas a torturadores franquistas, de preguntar por los chanchullos de la monarquía, ayuntamientos gobernados por rojos que no roban, un gobierno al que Podemos está obligando a hacer cosas que parecían imposibles…

Los fachitas se están poniendo nerviosos y el águila que dormitaba plácidamente en el nido de las gaviotas ha despertado y de muy muy mala leche. Y retorna el relato del odio, el miedo, el patrioterismo rancio y el discurso reaccionario que a nada bueno puede conducirnos.

No diré que vuelve el franquismo, y no lo diré porque todos sabemos que nunca nunca se fue. Siempre estuvo ahí, entre las élites sociales, económicas, políticas, policiales, jurídicas y mediáticas, manejando el cotarro disfrazados de demócratas, pero mandando. Tal como lo quiso el genocida y lo quieren hoy el Partido Popular y Ciudadanos.

Sembrar miedo, odio y fractura social como estrategia electoral es una infamia digna de hombres infames, y mucho me temo que tanto Albert Rivera como Pablo Casado lo son, y mucho. Esperemos que la suerte no les acompañe y que la sangre no llegue al río.

Cuidaos de los fascistas del futuro que no vendrán con uniformes militares…

https://alcantarillasocial.com/los-fascistas-del-futuro/

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