lunes, 15 de octubre de 2018

ESTADO SOCIAL


ESTADO SOCIAL
JM AIZPURUA
Un Estado no puede ser “social”, como se pretendió el español de 1978, cuando mantiene en su seno asombrosas listas de espera, viudas de pensionista con 400 €, parados de larguísima duración, parados fuera de estadística por desesperación, y un paro endémico de 3 millones de ciudadanos.
Educación, sanidad y trabajo son los pilares de “lo social” y el Estado español es un fraude en todos ellos.
La educación es discriminante y con grandes abismos entre la pública y la privada. El que tiene recursos familiares para pagarse la privada sale en condiciones ventajosas de empleo sobre los educados en la pública. ¡Y le regalan los Masters!
La sanidad está tendiendo a la privatización y desmereciendo la pública a la que los recortes están laminando y devaluando y en Canarias es penosa.
El trabajo, base de la supervivencia social, se ha convertido en escaso y mal pagado, además de con la nueva lacra social de precario. Ningún joven fuera de la casta puede hoy día plantearse su futuro con dignidad y estabilidad, si no es partiendo al exilio laboral. Camarero, futbolista, o famoso de TV, son los nichos de trabajo que presenta el Sistema español, para el que no hereda un lugar estable.
¿Y como es posible que haya conservadores para este Estado? Y además patriotas orgullosos. ¿De qué; de Isabel la católica? Estar orgulloso de este Estado es de un cinismo de casta que ignora la existencia de conciudadanos a los que el Sistema78 arroja al precariado y a la marginación y a la juventud sin recursos familiares al más negro panorama de futuro.
Hay responsables eternos de esta situación, en la casta, y nuevos responsables en el bipartidismo lacayo de los Lobys, que consistieron en la devaluación industrial de Euzkadi y Cataluña, para contentar a los amos UE que veían una futura competencia en Europa con precios muy competitivos. Eran regiones europeas con posibilidades de exportación e incluso con potencia para la fabricación de automóviles, pero el designio germano era que se quedasen en meros montadores de sus productos.
Se dieron fondos europeos sin control y la suerte para un Estado español de segunda quedó echada y para desgracia canaria, a ella le adjudicaron la cola.
Un demencial sistema de cargos políticos que convirtió a la provincia castellana Santander en la Cantabria Infinita y así en las 17, insostenible económicamente y bomba de relojería competencial que ya comienza hoy con un Aragón “nacionalidad histórica”, que en poco tiempo dejará a España para vestir santos y todas serán nacionalidades históricas con la cuchara preparada para asaltar la olla común.
El siglo XIX y el XX comenzaron con una peninsularidad cuestionada y un ultramar quimérico, pero el XXI comienza agravado con los mismos males, que ya no pueden ser considerados coyunturales si no la más pura esencia de la españolidad inexistente. No hay una posibilidad de Estado unitario. Nada une a todos; ni historia, ni himno, ni bandera.
La diversidad, de origen, religión, visión histórica, propuesta de futuro, nacionalidad, procedencia social, es una característica esencial del siempre inconcluso Estado español y por tanto los “unionistas”, los españolistas recalcitrantes, están invalidados para marcar el rumbo del futuro. Su esencial visión “social” de pobres y ricos es incompatible con el progreso humano del siglo XXI y eso rompe un Estado.
El Estado social pudiera ser un comodín donde encontrarse los diferentes, pero el actual Estado es un pozo de corrupción y de cínico enfoque de presupuestos que año a año mantienen a un tercio de la población en la marginación y con la subvención mendicante como única alternativa.
Ancianos, niños, dependientes, parados, no tienen garantías en el que llamaron en 1978 Estado social, y en 2018 se ha convertido en la tumba de la esperanza de su redención social.

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