sábado, 18 de febrero de 2023

MERITXELL BATET, INFECTADA POR LA BACTERIA

 

MERITXELL BATET, INFECTADA POR LA BACTERIA

La presidenta del Congreso volvió a permitir que el odio campase a sus anchas por la institución que está llamada a defender

GERARDO TECÉ

Meritxell Batet, durante la inauguración de la presidencia sueca del semestre europeo, enero de 2023.

Se está produciendo un alarmante aumento de casos. Si escucha usted esta expresión, inmediatamente le vendrá a la cabeza la idea de enfermedad contagiosa, y es justo a lo que la diputada de Vox, María Ruiz Solás, se refería. Pudimos comprobarlo cuando, tras dejarnos con el alma en vilo a la espera de una nueva amenaza sanitaria, completó la frase desde la tribuna del Congreso: “Se está produciendo un alarmante aumento de casos de homosexualidad y transexualidad en España”. No se enfaden con María Ruiz Solás. No se indignen por su homofobia y transfobia, ni se sulfuren por su desprecio y falta de humanidad. Aquella mediocre diputada que se dio a conocer culpando a Pablo Iglesias de los fallecimientos en residencias, escasos meses antes de que Vox y PP vetasen en la Asamblea de Madrid que el asunto se investigara, no es más que una pobre portadora de esa bacteria que extiende la peste ultraderechista por nuestras calles e instituciones.

 

Enfádense, eso sí, con una presidenta del Congreso, Meritxell Batet, que, en un ejercicio de dejación de funciones más –y van demasiados–, volvió a permitir que la bacteria siguiese campando a sus anchas por la institución que está llamada a defender. Ni una llamada al orden en un Congreso infectado y resignado, en el que un día se llama enfermos por su condición sexual a millones de españoles y al siguiente se permite que franquistas con micrófono revienten las ruedas de prensa de los representantes del pueblo. No se pierdan el momento estelar de esta semana, en el que un enviado de un digital ultraderechista con acreditación le exigía a un diputado que condenase una nominación a mejor película de animación en los Premios Goya.

 

Batet no quiere gritos, lo ha repetido en más de una ocasión. Pero si el odio llega con la entonación correcta, Batet lo respeta

 

Meritxell Batet, que en su haber tendrá para siempre el honor de ser quien permitió que se les robase a miles de ciudadanos de las Islas Canarias su derecho a elegir representante con la retirada de acta a Alberto Rodríguez, no llamó al orden a la diputada de Vox, ni le exigió que retirara lo dicho, ni siquiera interrumpió el discurso de odio. Batet no quiere gritos, lo ha repetido en más de una ocasión. Pero si el odio llega con la entonación correcta, Batet lo respeta. La presidenta de la cámara que, en un ejercicio de desconocimiento sonrojante, exigió a la ministra Montero que retirase de su discurso una expresión tan académica como “cultura de la violación”, es una infectada más. Y es que el peligro de la bacteria no es tanto el odio que porta como la tolerancia de quienes la rodean. Hoy es permitir que, desde la institución que representa a la ciudadanía, se llame enfermos a los ciudadanos que aman o sienten de un modo que la ultraderecha odia, o que se destrocen ruedas de prensa con bulos y esperpentos que impiden el trabajo de quienes van allí a informar. Mañana será, ya lo sabemos, un asalto al Congreso porque la bacteria entendió –y entendió bien– que la falta de antibiótico era una invitación a matar al organismo completo. Batet dirá entonces que esto es intolerable y llenará su boca de lugares comunes basados en una cultura democrática que hoy no defiende. Si lo hiciese, los diputados de Vox tendrían que interrumpir sus discursos cada dos frases, es decir, cada vez que apareciese su odio. Si la presidenta del Congreso defendiese la institución, por los pasillos de la Carrera de San Jerónimo habría políticos y periodistas, de izquierdas y de derechas, haciendo preguntas y respondiéndolas, pero no habría ultras acreditados porque en la puerta les permitieron hacer el truco de cambiar el bate de béisbol por un micrófono. Cuando los libros de historia hablen de este tiempo, cuando hablen del drama que llegó por culpa de la tolerancia hacia el intolerante, la foto de Batet estará ahí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario