miércoles, 15 de febrero de 2023

LOS OVNIS Y EL PERIODISMO

 

LOS OVNIS Y EL PERIODISMO

La clave en la elección de una fuente nunca es la calidad de la información presentada, sino que la misma favorezca los intereses editoriales del medio en cuestión

PABLO IGLESIAS

Restos calcinados del tren que transportaba sustancias tóxicas y descarriló en Ohio (EE.UU.) el pasado 3 de febrero.

“No hay indicios de alienígenas o de actividad extraterrestre en estos recientes derribos. Quería asegurarme de que el pueblo estadounidense lo supiera y es importante que lo digamos desde aquí”. Esto dijo hace poco nada menos que la portavoz de la Casa Blanca, en su rueda de prensa diaria. Este es el mundo en el que vivimos, amigos.

Repasando la prensa de hoy, muchos medios españoles y latinoamericanos hablan de “teoría de la conspiración” para referirse a las sospechas de millares de internautas que están señalando en las redes sociales que, a lo mejor, esto de los globos chinos y los ovnis quizá tenga algo de cortina de humo para no hablar mucho de la catástrofe medioambiental que se ha producido en Ohio después del accidente de un tren que transportaba material químico peligroso.

 

La verdad es que no tengo ni la más mínima prueba de que el Gobierno de EE.UU. esté tratando de ocultar las implicaciones del accidente de Ohio con los globos y con los ovnis, pero descalificar las sospechas de que algo huele a podrido en Dinamarca, como teoría conspiranoica, no me parece muy riguroso que digamos.

 

Cualquiera con una mínima formación mediática sabe que la principal decisión político-comunicativa de cualquier actor político o mediático es privilegiar unos temas respecto a otros. La decisión de llevar una noticia a portada y de llevar otra a páginas interiores, la decisión de incluir unos temas y no otros en la escaleta de un programa de radio o de televisión, es una decisión de enorme importancia política. Ese tipo de decisiones nunca son inocentes; están condicionadas por intereses y por voluntades políticas.

 

En las últimas horas hemos escuchado y leído a multitud de periodistas atacar a CTXT por haber publicado en castellano la investigación de Seymour Hersh que atribuye los atentados contra los oleoductos Nord Stream al gobierno de los EE.UU. Esos periodistas señalaban algo cierto; que Hersh use solo una fuente no basta para probar la autoría pero, a partir de ahí, algunos de ellos razonaban que la investigación del premio Pulitzer no era publicable.

 

El uso de fuentes anónimas de escaso peso y sin contrastar es una práctica generalizada en el periodismo político que se hace en España

 

Llama la atención que buena parte de esos periodistas trabajen en medios que han publicado y publican bulos escandalosos. Es más, en lo que se refiere a los bulos publicados contra Podemos y contra mí, la mayoría de los periodistas que despreciaban por no publicable la investigación de Hersh, informaron en su momento sobre esos bulos, les dieron presunción de veracidad y nos pidieron incluso que los valoráramos. Ayer mismo, un digital especializado en mentir publicaba que Irene Montero habría comprado un ático de un millón de euros en Madrid, añadiendo que acudía al mismo junto a nuestros hijos y su cuidadora filipina. Ese medio, El Cierre Digital, recibe dinero del Ayuntamiento de Madrid y también de la Comunidad, pero es casi imposible encontrar periodistas que denuncien que El Cierre Digitales básicamente una fábrica de bulos. Los mismos que se escandalizan por el hecho de que Hersh solo cuente con una fuente anónima miran para otro lado cuando se trata de los bulos que esparcen algunos de sus compañeros de profesión. Entiendo que no denuncien esos bulos porque denunciar que el medio que te paga miente tiene las consecuencias que tiene en las sociedades libres de mercado. Pero siendo así, quizá debieran ser un poco menos arrogantes.

 

Y, a propósito del uso de fuentes anónimas, les contaré un secreto. Cuando era secretario general de Podemos fui fuente de muchos periodistas. A veces lo indicaban señalando en sus piezas aquello de “fuentes del entorno del secretario general”, pero otras veces me asumían como fuente anónima sin contrastar absolutamente con nadie más. En este caso se podrían defender diciendo que el secretario general de un partido no es una fuente cualquiera, pero el uso de fuentes anónimas de escaso peso y sin contrastar es una práctica generalizada en el periodismo político que se hace en España. Lo digo porque lo he vivido desde dentro y conozco a muchas de esas fuentes anónimas; la clave nunca era la calidad de su información sino que la misma favoreciera los intereses editoriales de la pieza en cuestión. La última vez que fui “fuente” fue hace unas semanas, cuando Ignacio Escolar me llamó para preguntarme por la interna de Unidas Podemos; casi nada de lo que le conté resultó de su interés y no apareció en la pieza que elaboró. La información era de calidad, pero, lógicamente, Escolar sabía lo que quería contar más allá de lo que las fuentes le dijéramos. Si esto funciona así con un periodista riguroso y serio que además es el director y controla la mayoría de las acciones de su digital, imagínense cómo es con los demás.

 

No creo que vaya a ser fácil demostrar que el atentado contra los oleoductos sea obra de EE.UU., ni tampoco que la sobrerrepresentación mediática de los globos y los ovnis responda a una estrategia para ocultar el accidente de Ohio, pero la formación política, histórica y mediática de la ciudadanía es la mejor vacuna frente a un nuevo fascismo que viene cabalgando a lomos de  grandes medios de comunicación. Un ciudadano formado sabe que el atentado contra los oleoductos favorece a Estados Unidos y sabe que el gobierno de este país sería perfectamente capaz de una acción así; un ciudadano formado sabe que buena parte de los medios en España producen y difunden mentiras; un ciudadano formado sabe que el corporativismo es el cáncer de cualquier profesión y en especial del periodismo. Y, por último, un ciudadano formado sabe que en las sociedades en las que se vota para elegir diputados y gobiernos, los medios son el principal instrumento político e ideológico para influir en las opiniones y en el comportamiento electoral de la ciudadanía.

 

Posdata: Si alguna vez escuchan a un político decir que jamás ha sido fuente de periodistas, puedo asegurarles que, en un 99% de los casos, estará mintiendo. Una de las principales tareas de un político es hablar con periodistas por muy desagradable que resulte.

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