SAMIR DELGADO, EL POETA QUE
ESCRIBE PINTURAS
ESCRIBE PINTURAS
El
galardonado escritor canario de origen libanés ha presentado en Jerez su
poemario 'Jardín Seco', inspirado en la obra del pintor abstracto Fernando
Zóbel: "La poesía es la última trinchera de la utopía"
SEBASTIÁN CHILLA
Nació en Gran
Canaria pero reside en México. Samir Delgado (Canarias, 1978) ha presentado su
último poemario, Jardín Seco, en la Fundación Caballero Bonald este pasado
miércoles. Su paso por esta institución de las letras con sede en Jerez, es una
de las veinte paradas que tiene concertadas para toda España. “Estoy encantado
de estar en Andalucía”, dice el poeta antes de la entrevista con
lavozdelsur.es. De Granada a la ciudad del vino, y de esta a Moguer, la patria
de Juan Ramón Jiménez, a quien admira profundamente, como al gaditano Rafael
Alberti: “El poeta dialoga con la pintura, es un llamado a lo poético”, dice
recordando al autor de Marinero en tierra.
Samir Delgado, que
ya ha publicado otras creaciones poéticas basadas en obras pictóricas —como los
canarios Eduardo Westerdahl y Manolo Millares—, utiliza una técnica llamada
écfrasis que no es otra cosa que la representación verbal, oral o escrita, de
una representación visual. “Era un componente didáctico para aprender arte por
parte de los griegos”, explica. “Se trata de un ejercicio narrativo para
democratizar el arte y el acceso de la ciudadanía a la belleza”, añade. En esta
ocasión, el escritor lo hace con el pintor abstracto Fernando Zóbel, toda una
institución en Filipinas, su patria natal, y en Cuenca, donde fundó el Museo de
Arte Abstracto Español. Fue en esta ciudad castellano-manchega donde el poeta
desarrolló sus estudios universitarios. La asidua visita —sostiene que semanal—
a este centro de arte le motivó a realizar esta obra poética.
El poeta durante el
encuentro con lavozdelsur.es. FOTO: MANU GARCÍA.
“Mi visita al museo
implicó una filiación moral con el patrimonio artístico de la generación
abstracta”, dice a lavozdelsur.es mientras enseña Jardín Seco, que es uno de
los cuadros más conocidos del pintor hispanofilipino. “Es un cuadro que Zóbel
pintó tres días después de la llegada a la luna y fue premonitorio en varios
aspectos”, cuenta. Samir sostiene que el artista lo hizo singular por la propia
representación, que simboliza a los juncos de los ríos de Castilla “desde un
punto de vista estelar”, y por ser un testigo particular del paso de lo
analógico a lo digital. “Su juego de pintar con jeringuillas y de suprimir a
través de la abstracción la lógica de la realidad se acercaba de algún modo al
imaginario de los píxeles y el universo de la imagen a través de las
tecnologías”, narra. Así, Zóbel utilizaba la cámara para extraer las esencias
de la realidad. Un artista, que se denominaba “monje encantado” y que pese a
ser del siglo veinte parece ser del XXI “porque se relaciona con la belleza”.
Samir, que se ha
nacionalizado mexicano y trabaja en este país como profesor de universidad,
cursó estudios de Filosofía y ya cuenta en su haber con varios galardones
literarios, como el Premio Internacional de poesía Tomás Morales. Asimismo,
dirige el Festival 3 Orillas de Literatura, es miembro del proyecto Leyendo el
Turismo y fundador del Tren de los Poetas. Sobre el turismo, precisamente,
expone una crítica ligada al sistema global que se impone en la actualidad:
“Tenemos que buscar una salida a la encrucijada donde nos encontramos, una
situación en la que el mercado se ha convertido en lo absoluto y en la que los
museos se han convertido en nuevos paisajes para el turismo de masas”. La
encrucijada no es otra que el propio capitalismo y la globalización, a la que
el escritor cree que se puede dar una vuelta de tuerca mediante la praxis
literaria.
El poeta Samir
Delgado posa para lavozdelsur.es tras la entrevista. FOTO: MANU GARCÍA.
“La pertenencia al
planeta a través de la escritura se asume como un ejercicio radical de
ciudadanía”, cuenta a lavozdelsur.es al tiempo que explica su nacionalización
como mexicano y el abandono del país hace cuatro años. “Me naturalicé mexicano
como un exilio voluntario, asumí que en España la situación de la crisis
económica estaba planteando la asfixia de varias generaciones”, dice indignado.
Con doble nacionalidad y orgulloso de su procedencia canaria y de su filiación
con el Líbano por parte paterna, se sincera: “Fue por amor y también implicaba
una decisión de no querer seguir siendo súbdito de la Corona Española”.
Para el autor, su
poesía es también una forma de hacer “ecología política” más allá de sus
propias acciones como investigador en la universidad, donde estudia a los
autores del exilio republicano español. Este otro exiliado, como se denomina él
mismo, cree que escribir sobre pintura es un acto de “rebeldía romántica”. “Es
regresar de nuevo a la vocación de universalidad que está detrás del tiempo de
los colores, en un momento en el que la encrucijada de la era global bajo el
imperio de las nuevas tecnologías hace que tengamos una imagen del paisaje
desde un punto de vista consumista”, explica. Para Samir, el hecho de escribir
la pintura, y en especial la abstracta, es una forma de habitar “el tiempo de
la eternidad” y de regresar de algún modo al paisaje original que generó el
cuadro. “Es ecología política porque es volver a habitar el paisaje y esa
rebeldía romántica es un reclamo del derecho de la utopía”, cuenta mientras
lamenta la deriva de la situación política y social actual en lo que llama un
“compromiso radical contra la realidad”.
Un momento del
encuentro con el autor canario de origen libanés. FOTO: MANU GARCÍA.
“La realidad es una
ficción, es un simulacro donde gobierna el consumo de las cosas a través del
turismo de masas, de la mirada a la pantalla… por eso cuando regresas al museo
es como regresar al paisaje de siglos anteriores, que ya no nos pertenece”,
narra, poniendo el acento en la abstracción artística. En un mundo que
considera “un gran centro comercial lleno de escaparates”, el poeta cree que la
pintura es aquello que sobrevive “con un aura distinto del tiempo que pertenece
a la eternidad, una eternidad que solo es posible a través de la mirada poética
de la pintura”. Una mirada que escapa de esa realidad que caracteriza de
autoritaria en los tiempos que corren. “La realidad es una dictadura que no te
deja mirar, que no te deja sentir, que no te deja desenvolver tu capacidad de
experiencia; la gente quiere irse de viajes porque necesita experiencias para
estar vivos”, explica. Sin embargo, para el autor, estar vivos es exactamente
lo contrario. “Cuando se escribe desde la poesía sobre la pintura se hace como
un espejo a través donde comprendernos por qué el paisaje, el amor o la
libertad están caducados; se ve la realidad bajo toda su transparencia
dictatorial, donde no existe posibilidad de experiencias infinitas”, añade.
Samir, cuyo prólogo
del último libro es autoría del crítico de arte Alfonso de la Torre, alaba la
pintura del arte y la figura de los críticos de arte, a los que relaciona a
través de la dialéctica con los propios pintores. “El poeta vive la pintura
desde su cotidianidad mientras que el critico de arte tiene que viajar en el
tiempo, se trata de una dialéctica en la que el poeta cuenta el destino y el
crítico el origen”, dice emocionado. En
ese camino, toma especial importancia para él la pintura abstracta, a la que
dedica sus obras, ya que representa el paisaje de la transición democrática.
“Volver al origen de la Modernidad significa asumir la abstracción española”.
Un recorrido en el que es imprescindible el mensaje político ya que como diría
Beltold Brecht “las injusticias tienen nombre y dirección”. Una circunstancia
que lleva al escritor a sostener una máxima con la que empuña su pluma en cada
obra: “La poesía es la última trinchera de la utopía”. La única forma, según el
autor, de huir del “analfabetismo estructural donde gobierna una imagen de las
mercancías en continuo movimiento” y desarrollar nuestro potencial imaginativo
y reivindicar el derecho a la libertad de expresión “que nos han arrebatado”.
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