viernes, 22 de noviembre de 2019

AMPUAM....6 PARTE


AMPUAM....6 PARTE
DUNIA SANCHEZ
En los adentros…en los adentros de un boscaje que nadie deja huellas. Ahí, está él. Ese hombre de voz grave, de voz lánguida, de ceñidas canas cual expulso a las muchachas en la noche ida de su territorio. Zona guardada como lobo solitario, escondida de todo contacto con el existir, solo, su jardín enmarañado. ¡Malditas¡ ¡Malditas¡, gritaba ¿Cómo habéis encontrado este lugar? Este lugar donde mis ojos miran a ella. Sí, a ella ¿verdad querida?
Estábamos tan bien anoche conversando con los astros idos hasta que…¡malditas¡ ¡malditas¡ Intrusas de bienestar , de la cotidianidad que me ronda junto a ti. Te miro, te observo, te examina y mi pecho late en el sentido del amor. Me dices que no importa, que no volverán. Me siento algo angustiado, será un presentimiento ¡Malditas criaturas¡ Ellas serán mi muerte, huelo fúnebres candados apretando mis manos, mis tobillos, mi garganta. Ah, mujer, mi mujer estás aquí y me das ánimo. Me dices que no pasa nada, que todo es pasajero. Pero no puedo contener la ira, la rabia. Han estropeado mi felicidad, han quebrado mi tranquilidad. Ah, querida mía, el día a brotado claro. Puede ver como los rayos del sol inciden en las ventanas ¡La luz¡ ¡La luz¡ Odio esa luz que me descubre, que nos descubre, que nos hace visible posiblemente ante los demás. Deseo de nuevo la noche, la noche cerrada donde el universo hace de nosotros dos columpiarnos en la intimidad ¡Malditas¡ ¡Malditas¡ Decía aquel hombre mientras iba de una pared a la otra de su rota casa. Encenderé la chimenea, no quiero que pases frío. Me miras como única belleza existente en la tierra, yo y tu, tu y yo, somos únicos y me alegro. Y sabe ante todo desconcierto me alegro. Todavía estás aquí. Sí, estás aquí ¿me escuchas Marie? Ah , querida Marie, solo soy pulso de tus ojos, sigues mi vaivén y me conforto, me siento cómodo.  Para ti nada es importante, nada es peligroso. Pero yo no soy así querida. Ah , querida Marie. No quiero ver destruida nuestro nido del querer, de la pasión. Tengo que evitar cualquier intruso. Mira nuestro jardín, se balancea en el auge de un otoño que hoy sonríe. Nos da aliento con su astro más poderoso sobre este planeta. Noto en tu mirada algo de nostalgia, en la noche saldremos a pasear como buenos amantes, como buenos amigos. Ah, querida Marie y le digo ¡Malditas¡ maléficas semillas que se han apoderado de mi intimidad. Tu no lo ves, yo sí ¿Quieres café? No, compartamos estos instantes que son todos los instantes. Miro a través de estos cristales rotos mientras te dejo atrás. Me gustaría tanto que pudieras ver el jardín ¡Oh, mi jardín otoñal¡ No da a vasto a tanto colorido, a tanta perfección. Como tu mujer. Sí, como tú. Porque tú eres perfecta, eres hermosa y adoro conversar contigo, no más que tú. Tengo ganas de llorar ¡malditas¡ ¡malditas¡….CONTINUARÁ

AMPUAM...7PARTE

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En su celda, al lado de la capilla. Sí, en su celda se halla la superiora. Antes de que la noche caiga de nuevo saca un viejo baúl que debajo de su catre. Un viejo baúl cerrado con un candado y llevando ella las llaves colgadas de su cuello. Lo abre. No más que papeles viejos pertenecientes a cartas mohosas. Lee y lee a la luz de una vela. De sus ojos se avista una pena, una lágrima que cae por su tez hasta su mano. La guarda de nuevo y cierra, mete el viejo baúl donde estaba. Se levanta lentamente y mira la cruz posada sobre su cama. Lentamente se quita su ropa, lentamente se flagela , cada azotaina la lleva a un ayer donde sus labios tropezaron con él. Una serie de fotogramas de su pasado la envuelven en bandada de cuervos, en una masa violenta de niebla. Y  zas…Cada recuerdo es un azote, duro, sin compasión. Y llora, mientras en la sala continua las muchachas ateridas escuchan algo, unos golpes nunca oídos. No se interrogan, se imaginan a la monja superiora consumiéndose en sus pecados ¡Te quiero dolor¡, dice para sus adentros ¡Expulsa de mi esta imagen que se ramifica en mi mente como hierba mala, hierva envenenada¡ ¡Sufro señor¡ ¡Sí¡ Sufro la mentira. No entiendo aún en largo paso de los vientos el porqué me dejo. Lo quería tanto…Y zas. No. No puede ser el demonio viene hasta mí y me lo trae ¡Perdóname señor¡ Aun sus ojos azules se posan en mi cabeza y no puedo detenerlo cuando a solas me encuentro ¡Ay señor¡ De mi no más que ven rigidez, dureza, antipatía, enemiga pero la vida me ha obligado a ello. Perdóname, perdóname señor. En mi cuerpo aún conservo su olor ¡cómo puede ser¡ ¡Ah, que necia soy¡ Mis pecados nunca serán perdonados por ti , por ti señor ¡Ah , el otoño¡ se enraíza en una tarde que acaba, que se desecha en penosos gemidos. Las muchachas contenidas el terrorífico frío escuchan. Escuchan alguien en la queja de llantos abandonados al vacío, a la nada. Los ratones ambulan por ese lugar sagrado. Ellas los sientes pero no hay pavor, la costumbre es hábito que erige el mañana.  Y zas, el último golpe seco. Su espalda ensangrentada, su espalda dolorida, su espalda mutilada, su espalda pesada. Con un pedazo de paño coge agua de una vasija de metal y se cura y se limpia aunque el ardor, la herida no sane nunca. Lento, muy lento hasta que la sangre deje de correr vomitando el pasado. La oscuridad se arrima, la luz se evade y la tarde noche otoñal se disfraza de un firmamento claro, esbozando un cosmos donde los astros hacen sus juegos ¡Ah, el otoño¡, la lluvia duerme y límpido universo navega a ras de esa tierra, energético y calmo a la vez...CONTINUARA



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