martes, 22 de marzo de 2016

CALLADOS...

CALLADOS...

DUNIA SÁNCHEZ
Terminamos la conversación. Temible cauce donde andamos. Todo es la nada que nos persigue. Esperamos, esperamos nuevos vientos pero cada vez se dilata más el silencio bajo entre estos pedazos de paredes. Se están rajando de tanto y tanto callar. Nos estremecemos. Nos miramos. Observamos a través de los cristales rotos de la ventana. Una sombra avanza hasta nuestra casa. Una sombra que no se distingue bien lo que es solo el color de su traje, un gris ausente. Dime algo, por favor…estoy aquí sentada frente a ti y no dices nada, yo digo nada. Esperamos, esperamos que la noche vega con sus cirios y su tumba y nos arrastre bajo las raíces. Todo ha fracasado, ya, desde hace mucho tiempo. La sombra se aproxima. La noche no se hace esperar. Suena el timbre. Nos precipitamos como si fuera la solución a la puerta. No decimos nada, abrimos. Ahí está, la muerte. No deja ver el rostro pero puedo asegurar al mirarnos que es la muerte que viene a danzar con nosotros. No estamos tristes, solo, cansados. Ella pasa como si nada. No pide permiso y va delante nosotros. Nos sentamos otra vez. Tu, yo y la muerte ¡Por qué¡ Silencio, ella también calla.  Nos absorbe con su energía, con la frialdad existente entre los tres y se va. Cruzamos el jardín, los tres. Nos lleva donde las olas rompen sobre unas rocas. Se detiene y desaparece. Quedamos los dos, callados, indecisos, gastados. Es noche de luna. En el horizonte se divisa una barca que viene, está vacía. Nos introducimos dentro. Avanza en ruborizar de las mareas lejos, muy lejos. Nos arrugamos por el frío y la humedad pero no hablamos, nos miramos. Una pardela plateada pasa ante nosotros. Se posa en la barca y nos guía. Llegamos a otras tierras callados, muy callados. Allí solo hay arena y piedra, nos bajamos. Nos cogemos de la mano sin mirarnos y de golpe amanece. Un amanecer que viene con el brío del astro rey. Por última vez decidimos mirarnos. Todo ha acabado. Tan largo viaje para descubrir el vacío entre nosotros. Nos no decimos adiós, solo, regresamos al océano.

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