FELIZ COLONIALISMO, FELIZ 12
DE OCTUBRE
DIARIO
RED
Alberto Ortega / Europa
Press
Por mucho que se enfaden los monárquicos, los nostálgicos de la violencia imperial y los militaristas, una de las cosas más patrióticas que podría hacer España es elegir otra efeméride distinta como su 'día nacional'
Aunque el término colono —y, por tanto, todos los términos relacionados: colonia, colonialismo, colonización, etc.—, proviene del latín 'colonus' (labrador), la mayor parte de la gente piensa automáticamente que se deriva del apellido de Cristóbal Colón. Aunque la coincidencia no es más que una —bastante espectacular— casualidad, lo que es pura causalidad es la asociación automática —y errónea— que lleva a cabo casi cualquier persona que no haya hecho ex profeso la correspondiente búsqueda en Internet. ¿Cómo no deducir que el proceso más brutal y más extenso de colonialismo de la historia de la humanidad es precisamente la razón detrás de la coincidencia?
Aunque
hay numerosos debates académicos sobre si deberíamos o no llamar 'genocidio' a
lo que hicieron los conquistadores españoles en la mayor parte de América
Latina, lo que no admite debate son los hechos más allá de la
calificación: la matanza masiva de los pueblos originarios mediante el uso
de una tecnología en esos momentos superior —caballos, pólvora, fundición,
etc.— y también de la transmisión de enfermedades para las cuales no tenían
inmunidad, la destrucción de todos los sistemas organizativos y políticos
existentes en el continente, la formación de gobiernos coloniales controlados
desde la metrópoli, la subordinación económica y laboral —alcanzando la
esclavitud en algunos casos— de la población autóctona bajo los conquistadores,
el expolio sin límites de sus recursos naturales para el enriquecimiento del
país invasor o el intento de eliminación completa de los elementos culturales
de los pueblos originarios, empezando, por supuesto, por la religión.
Sin violencia colonial, el
tablero planetario actual sería imposible de explicar. Sin el expolio original
a los pueblos no europeos, Europa nunca habría llegado a dominar el mundo
Todos
estos elementos son los que definen lo que se entiende habitualmente por
colonialismo y lo que hicieron las potencias europeas en África, en América del
Norte, en Asia, en Oceanía y en buena parte de Oriente Medio responde —siempre
con diferencias y matices dependiendo del contexto— al mismo patrón. La
violencia colonial es un elemento histórico tan fundamental para entender la
evolución del mundo como lo es la revolución industrial, el capitalismo, la
religión o el patriarcado. Sin violencia colonial, el tablero planetario
actual sería imposible de explicar. Sin el expolio original a los pueblos no
europeos, Europa nunca habría llegado a dominar el mundo y el poder de los
actuales estados de la península europea así como de Estados Unidos o Canadá
sería una fracción mínima del actual. Obviamente, no son únicamente los estados
europeos los que han ejercido la violencia colonial —pensemos por ejemplo en
Japón o en el antiguo imperio otomano—, y tampoco hay que olvidar que la
liberación de los países de América Latina en general no tomó la forma de un
levantamiento de los pueblos oprimidos, sino más bien de una revolución
burguesa contra la metrópoli encabezada casi siempre por criollos de origen
europeo como Simón Bolívar o José de San Martín. No fueron, lamentablemente,
los indígenas los que liberaron políticamente a los países hermanos allende el
Atlántico sino los descendientes de los conquistadores, y los gobiernos que se
conformaron la mayor parte de las veces perpetuaron durante siglos la opresión
racial que antes ejercía la metrópoli.
Uno puede justificar de
innumerables maneras lo ocurrido desde el 12 de octubre de 1492 hasta la
independencia de los diferentes estados americanos, pero lo que uno no puede
hacer es negar la matanza, la opresión y la violencia ejercida durante tres
siglos de colonialismo
Todo esto
es cierto y no se puede negar en ningún análisis objetivo, pero igualmente
cierto es que el 12 de octubre de 1492, con la llegada de Cristóbal
Colón a una isla que los indígenas llamaban Guanahani y que hoy se cree que es
la isla de San Salvador en las Bahamas, arrancaron tres siglos de
violencia física, económica y cultural ejercida por el imperio español contra
los pueblos originarios de América Latina. Uno puede argumentar que, en esa
época, la forma habitual de ejercer las relaciones internacionales era
precisamente esa. Uno puede decir que no podemos juzgar con parámetros del
siglo XXI lo que hacían los países en el siglo XV. Uno puede justificar de
innumerables maneras lo ocurrido desde el 12 de octubre de 1492 hasta la
independencia de los diferentes estados americanos, pero lo que uno no puede
hacer es negar la matanza, la opresión y la violencia ejercida durante tres
siglos de colonialismo.
Por eso,
en 2019, el entonces presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador envió una
respetuosa carta al rey Felipe VI para invitarle a que México y España
construyeran juntos un relato de consenso de todo lo ocurrido que incluyera
unas disculpas y una reparación a los pueblos originarios, no solamente por
parte de España sino también por parte de México, toda vez que los gobiernos
mexicanos después de la independencia continuaron la opresión. Por eso también,
hace unas semanas y teniendo en cuenta que Felipe VI y el Gobierno de España
solamente contestaron con desprecio a la invitación de AMLO, la nueva
presidenta del país, Claudia Sheinbaum, elegida con un apoyo popular masivo de
más del 60% en el país de habla hispana más grande del mundo, decidió no
invitar a Felipe VI a su investidura.
Hoy se
celebran en España los fastos del 12 de octubre y es incomprensible que el 'día
nacional' de nuestro país sea la efeméride del inicio de una de las conquistas
coloniales más brutales de la historia. Que
todavía haya quien piense que la 'grandeza de España' tiene que ver con el
asesinato de millones de indígenas y la destrucción de sus ciudades, sus
sistemas de organización y sus culturas, seguida de un larguísimo expolio y de
la opresión de sus hijos, nietos y tataranietos, es algo que no encuentra
acomodo racional en ninguna persona que lo piense dos veces. Pero es que,
además, tal gesto supone una humillación tan evidente para millones de
habitantes de los países de América Latina que resulta difícil imaginar una
torpeza diplomática más grande hacia los que deberían ser los principales
aliados internacionales de España en todas las materias.
Por mucho
que se enfaden los monárquicos, los nostálgicos de la violencia imperial, los militaristas
y los patrioteros de charanga y pandereta, lo cierto es que una de las cosas
más patrióticas que podría hacer España es elegir otra efeméride distinta como
su 'día nacional'. Opciones hay muchas y, si no nos ponemos de acuerdo, siempre
se puede hacer un referéndum, que el artículo 92 de la Constitución también
está para usarlo.
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