NO HAY OTRA QUE SEGUIR LUCHANDO
POR MAITÉ CAMPILLO
A
todas ellas: Matilde Landa, Aida Lafuente, Lina Odena, Trinidad Gallego, Nieves
Torres, Amalia Villa…
Se negaron a ser humilladas en público. Y todo este sacrificio no se ha visto nunca reconocido ¿Por qué? Primero, porque no interesaba por ese ‘pacto de silencio’. Muchos resistentes hombres fueron luego diputados; muy pocas mujeres resistentes del interior llegaron a ocupar cargos públicos. Muy pocos han pensado cómo fue la vida de estas mujeres dentro de la cárcel y luego fuera de ella; muchas han arrastrado lesiones vitalicias físicas, otras perdieron la oportunidad de ser madres debido a las torturas. Y también está el machismo dentro del Partido (Tomasa Cuevas)
A ELLAS
Según Dámaso Alonso: Blas de Otero es quien con más lucidez que nadie ha expresado los datos esenciales del desarraigo. De ahí es donde brota todo este canto frenético y a jirones. Poesía frente a la muerte y el vacío, pero también poesía del amor y de la esperanza. La humedad cubre los montes, su dureza acerca el aliento intimidando la soledad y lo humano se añora por encima de todas las cosas cuando el calor del aliento se torna estalactita; no es fácil arraigarse en él, una está siempre como de paso, tierra que no es tierra impera roca dura. Me deslizo contra el cerco, contra la humedad y el frío, recibo las montañas como una casa abierta al sol de los sueños donde las nubes abitan como techo. A los días de luna llena y a las luciérnagas en su ausencia saludo con ahínco; agua al fuego con sal tomo y duermo, mientras cierro los ojos me digo, por la mañana agua hervida y azúcar abrirá camino.
No muy lejos de mi cueva prehistórica se
encuentra un viñedo sobre el que me escurro agazapada como comadreja hacia sus
frutos; siento que me esperan las uvas, mantienen mi cuerpo saludable de
energía y mi esperanza vence el cansancio, el hambre y el sol se pone como un
interminable abrazo de vida. Ya no se cuanto tiempo llevo incrustada a sus
raíces, empiezo a dudar si mis pies doloridos forman parte de ellas; el viñedo
es mi estado de penumbra sosiego que me aporta lucidez y recuerdos, familia que
llevo dentro y me hace sentir, es dónde me encuentro con Loren, me habla y
logra que vuelva a mi la sonrisa que alumbra mi cara. Ella también anda desarraigada
le falló el encuentro con el mes de abril. Los que van de vencedores la tienen
sitiada como si fuera una fiera a la que hay que descomponer, les hace frente
jugando a las escondidas donde ella gana y yo la escribo entre los troncos de
los árboles olvidados para que nadie interceda el correo, así es como
comunicamos aunque nos vigilen, tres eran las contraseñas a descifrar ‘El sol
llega cuando el rocío tiembla’ ‘Te espero bajo el árbol de la tarde’ ‘No
demores aunque el crepúsculo en tu piel favorezca la espera’.
El viñedo es el
lecho donde a veces derramo nostalgia que el miedo transforma para defenderse,
es mi danza del fuego contra el horror entre las montañas. Las páginas escritas
en los troncos devuelven la luz a mis ojos, es mi espacio más preciado, cuerpo
y aroma cercano al valle de la libertad que sueño para amar y ser amada, dónde
las lluvias en ocho de marzo y catorce de abril revoloteen en uno de mayo,
envolviéndonos como gotas entre los montes bajo su manto de fiesta formando el
arco circular con reflejos coloridos. Se escurrirme y deslizarme sin ser vista
como lombriz de tierra entre peñascos, entre barrancos y arbustos, que me abren
paso al nuevo encuentro con el guerrillero del que soy sangre de su misma
sangre, dirigió sueños de esperanza, se convirtió en búho y también en topo. Me
encuentro en el pueblo de los gallos; el topo histórico de estos valles esperó
que muriera el dictador, y como no se fió salió años después de haber finado,
historia real que los libros en las aulas no cuentan. Cuando me aflige la
nostalgia asomo hacia la casa de mis raíces, la intuyo, la siento por muy lejos
que se encuentre aunque su imagen se hace cada vez mas pequeña, pueda que me
traicionen los prismáticos mis ojos se llenan de agua salada. En la noche
presentí una redada carnívora, están llenos los montes de cercos voraces que
imposibilitan el pasadizo vía libertad donde aspiro encuentros. Solo socavando
en las entrañas de la tierra podría llegar a alguna parte, los fantasmas son
sombras que mi soledad refleja; mis fuerzas se debilitan cuando no hay uvas al
paso, se evaporan a veces como queriendo dejarme también pegada a estas raíces
sin que un pedacito de mi pueda coger vuelo.
Nos han ido
desapareciendo dejándonos como un cuerpo destartalado complejo de recomponer y
mis fuerzas de acero inquebrantable que siempre me han acompañado se erosionan,
las coordenadas no llegan; todo es camino pero no siempre es posible caminar
hay ojos por todas partes, los perros que tanto hemos querido y han ayudado, no
ladran, no alumbran la defensa de la casa de mis padres. Aúllan los lobos
entorno a la montaña. Un pelotón de hordas fascistas en practicas de guerra,
retumba sobre las faldas del monte, el estampido rasga los cimientos y el
desarraigo se expande. El río Curueño no pudo reflejar el valle, lo encharcaron
en sangre haciéndolo desaparecer aunque no lo parezca tras las nieves. Loren
vive para ser más que una, así es como avanza su vientre de amor y sementera
junto al viejo fusil que nos acompaña a duras penas. El tiempo pasa (perdió el
hijo que esperaba) sólo a veces oigo el búho y la casa de mis padres es ya solo
un rumor sin llama el fuego no tiene sentido. Presiento el camino de la muga,
hay antorchas que se hacen ver, las envían los vientos en familia. Hay noticias,
Loren las suelta y a mi me invade la nostalgia, cuesta dejar lo que se supone
tierra de una, aunque aún quedan lunas para atravesar frontera. Dicen los
versos que se hace camino al andar, pero el camino que yo ando se detiene en
barricadas sin llegar a meta alguna. La altura límite en la que me hallo es
vertiginosa, tomar camino equivocado puede resultar grave, muy grave. Me
pregunto cómo ha podido ser cómo tirar pa`lante sin que cunda pánico al canto
por el que tanto luchamos; y, te paraliza, el vértigo te paraliza, te atraviesa
como una parálisis galopante cuando ya de poco sirve momentáneamente mirar
atrás, llegado ese momento y punto exacto del límite de frontera y cruce de
caminos en semáforo rojo. No te detengas me digo, camina pa`lante, sigue, pero
el límite está ahí esperando, esperándote; ya es verano, el sol está presente,
contagia su fortaleza felina y momentánea te evades e inesperadamente llegan
pisando talones, repiten detonaciones, las mismas que cuarenta años atrás y el
vómito sale a la luz, como si ser fuera el final de una obra dramática, con el
agravante de estar sentado al lado de quién mira para otro lado como no
queriendo más que la porción dulce de la almendra amarga.
Los fantasmas de
las sombras apuntan escenificando la caída del militante que quiero como a mi
misma, por eso es que escribo en las hojas del monte y en los troncos de los
árboles que la lluvia no ha de borrar jamás. Lucha tenaz y resistencia activa
erosionan la incomunicación reventando el aislamiento; es básico combatir el
acoso e intimidación venga “de legal o en camuflaje”, no vaya a despertar sus
garras y la imprudencia sacie su avaricia. La maldad humana de las fieras es
incalculable los fantasmas que alumbra el aislamiento, pueden esperar, no tengo
tiempo para morir. El monte y yo somos más que dos, somos danza y canto, somos
sueño avivando una esperanza evidente que no muere. Luchar contracorriente
desarrolla mi ser, me da alas para volar; el tiempo fortalece el paso del
ritmo, de mis besos y abrazos hablan, recibiendo manos y puños asentando
contraseña entre valles verdes y agrestes cordilleras. Río Curueño corre
rumoroso sobre el pueblo de los gallos, canta el búho, llega el topo; vamos
llegando: ‘El amanecer es nuestro, no lo olvides’ (dos kilómetros más arriba):
‘Venceremos la oscuridad, la noche espera’ (cinco kilómetros más hacia arriba a
la izquierda): ‘El canto del búho percutirá la hora exacta, no todo está
perdido’.
La casa donde
revoloteaban las raíces de mis ancestros la achicaron tanto de tanto que ni
espejo quedó, en reflejo de lo que fue, los viñedos los desaparecieron, la
huerta, el encanto de todos los frutos su color su sabor su textura y aroma,
los gemidos de animales, seres, y una rosa para ti, siempre, equilibrando el
deseo sobre la clandestinidad impuesta. En el espacio que fuera de la banca de
madera y mimbre en que esperaba un libro al lado de la rosa hoy duermen los
gatos al sol. El fusil de futuro que altivo la mantenía en pié, se convirtió en
el viejo árbol, detonando espinas en su defensa y hojas verdes en nombre de la
libertad; se aferra el recuerdo, batalla inmortal, que internacionaliza en cada
una de sus ramas. Hace semanas que Loren no se deja ver y eso no es buena señal
[Secuestraron a su compañero` dice una rama enviada por el viento escondido
tras los montes; sí, es cierto, responde el eco del viejo árbol afirmando la
tragedia encadenada]. Pesa la dureza de la mañana, siento que me falta oxígeno
como a las aves que ni remontan en vuelo ni cantan, están tristes; el complot
entre fronteras es férreo, coordina redadas anunciadas como sus medidas en
rango acusativo, sus trampas y sus víboras esparcidas. Escribo como aliento por
alimento eso lo aprendí del hermano mayor, que hizo de camarada más que de
padre, me congratulo de ello. Días de reflexión duros como el acero, algo va
mal, la sombra se impone en los montes se come las últimas uvas. Intento crecer
los ojos y los oídos, hacerles cada vez más grandes, estoy desarrollando orejas
alrededor hasta por detrás de los talones es necesario. He heredado los ojos
del último topo que no se fiaba de la muerte del dictador verdugo mayor de la
historia; la resistencia es un hecho, el pueblo de los gallos canta junto con
el búho de camino al encuentro con las llamas en las montañas.
NOTA (histórica)
Cuando Franco
murió, la izquierda, ya no era izquierda con R de revolución iluminó una vía
donde la esperanza (“terrorista”) no encontró vagón: la revolución quedó
abolida. Tiempo que en secreto los acordes a diferente escala rumiaban la misma
sintonía roedora, lanzar una coz fuerte como para que retumbara la tierra, y
después dormir la sienta premiada antes del primer brote. Fusilaron la
primavera; no se salvó el combatiente de ella, fueron cayendo camaradas en un
intento de desaparecernos del campo de batalla. Me convertí más clandestina si
cabe, di vuelta a la tortilla, al arraigo de subsistencia humana volví a
introducir el desarraigo contra el sistema: tira, tira pa`lante, sin dejar de
observar el borde anunciado del límite donde anida el peligro de la emboscada.
De un pájaro las dos alas; el búho me convirtió en ave, a la memoria de todas
ellxs vuelo con raíces en el pecho. Hay rayos de sol aliados en todo el planeta
indicando el camino por donde trepar y disolverse clandestinamente, en el viento
escondido tras los montes nevados, por eso es que no muere la primavera; lenta
pero llega, la presiento, nos espera. Sobre ella (ellas) vuelco actos de
respeto revolucionario, sin ellas, no hubiera sido posible la resistencia a la
dictadura: la primera víctima mortal del fascismo tenía nombre de mujer
(asesinada por los escuadrones falangistas): JUANITA RICO.
Maité Campillo
(actriz y directora d` Teatro Indoamericano Hatuey)
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