EL VIAJE 3(NARRATIVA)
DUNIA SANCHEZ
La noche…la noche, una luna abierta es ventana que me avisa del cansancio. Retorno al hostal, retorno donde mi maleta naranja hasta aun sin deshacer. No hay ascensor, casas de principio de siglo XX que se mezclan con derruidas paredes. Subo la escalera hasta mi habitación, mi pequeña habitación, mi estrecha habitación. Me detengo en el umbral de la puerta y una especie de languidez enmudece mis ojos. La ventana da para dentro del viejo edificio. La cierro por los ruidos interminables de esta ciudad. No hace frío, sin embargo necesito aire…aire que me ayude ahuyentar la estrechez de este cuarto. Apago la luz y sin desnudarme me acuesto. Necesito oscuridad, necesito ventilación. Oscuridad y ventilación. Ventilación y oscuridad. No me gustan los espacios encajonados. Uhm, estoy encajonada en un hostal de mala muerte. Ya en la tarde he arreglado todo para mi ida a otro lugar.
Ni lejos, ni cerca. No es que no me guste donde me encuentre en el ahora, en el ahora donde mis ojos se cierran y se ciñen al letargo. Me iré fuera de España, tengo sobre mi pecho el pasaje, tengo sobre mi pecho latidos violentos, tengo sobre mi pecho pequeños pedazos de mi vida, tengo sobre mi pecho y porque no decirlo la esperanza de que todo irá bien. Uhm, me siento agitada, abro los ojos y la oscuridad me abriga. Cierro los ojos y la razón me lleva por caminos desconocidos, misteriosos, atrayentes. Una aventura donde mi maleta naranja y yo describirá los esbozos de otras tierras, de otros movimientos, de otras miradas. Uhm, no tengo recuerdos vagos del pasado. No echo a nadie de menos. ¡Ah, el ayer¡ todavía pisoteando mi verticalidad. Maltratada por gente cuyo nombre no merece mencionar ¡Ah , el ayer¡ Abro los ojos y palpo mi maleta naranja. El sueño viene. El sueño me arriba a la paz y tranquilidad que inspira y espira en mi. Soy vertical y soy soledad….soy soledad y soy vertical. Me quedo con una imagen, me quedo embelesada en los pasos que he dado en la tarde, en mi mezcla variopinta de personajes de esta urbe. Todavía tiene vida ante las heridas de esta peste que la apresa, que la cierne en desorientación. Me concentro, quiero quedarme dormida, una respiración profunda me invade, una respiración lenta me invade. Paz y tranquilidad ansío….tranquilidad y paz hasta el encuentro con el nuevo día y la ciudad corre y corre, y la ciudad no duerme,,,no duerme.EL VIAJE 4(NARRATIVA)
DUNIA SANCHEZ
Me despierto, es
temprano las horas de este Madrid. El sueño me ha llevado a mis amantes…una
mano, un abrazo ….¡Uhm¡ he despertado con el sonido de los cuerpos que se
quieren, que bostezan el alejamiento de las heridas. Todo pesa. Todo es leve
¡Mis sueños¡ Ahí estaba, frente a mí. Cuerpos al ritmo de la tempestad del
ayer. Cuerpos al ritmo del sudor vivaz de las emociones, del deseo. No entiendo
el porqué del subconsciente. Ahí, estaba ella. La proximidad de una calidez que
enciende mis ojos y desembocan a este precoz despertar. Me quedo pensativa ¡qué
es de los sueños¡ No alcanzo a comprenderlos, los sibilinas pozos que queda en
la memoria. Te he visto, me digo, más allá de estas tierras, más allá de las
mareas acogiendo alas de libertad. Quiero dormir. No puedo. Me despierto en
este Madrid donde el ruido no calla…no calla. Desvío mi mente de lo utópico, de
lo efímero como el aire que respiramos y acuesto nuevamente. Te he visto tras
la máscara de la insonoridad. Tu mano, mi mano…mi mano, tu mano. No puedo
dormir, enciendo la luz y miro mi maleta naranja. Es hora de que me vaya de
esta ciudad. Cogeré el metro , el aeropuerto me espera. Miro si llevo todas mis
cosas en la maleta naranja y me despido de esta capital. Sin mucho escándalo
bajo las escaleras, el eco de mis zapatos retumba en las paredes de este
anciano edificio, el eco de mis zapatos hace que algunos se asomen, el eco de
mis zapatos cierran la puerta y la oscuridad de la madrugada todavía nos acoge.
Una masa de rostros vertiginosos tropieza en el eco de mis zapatos. Llego a la
estación. Espero el metro, un submundo de violinistas, de guitarristas, de
cantantes pidiendo alguna moneda. La música resuena en el cimbrar de ese
plomizo subsuelo. Deprisa, deprisa...me introduzco en el metro. Los empujones
son ásperos, son avaros, son presencia del frenetismo de una ciudad. La isla…la
isla. La imagen de mi amada reposa en mi mente, la opacidad de los sueños vaga
en mis venas y un cierto escalofrío se pega a mis carnes. No hay donde
sentarse, me mantengo en vertical. Todo pesa. Todo es levedad. Me gusta este
movimiento de gente ante la paciencia de la isla…la isla. Todo es distinto.
Todo es igual. Con el desconocimiento de mis pasos llego al aeropuerto. Espero
hasta la hora de despegar, de lanzar mi aliento en otros lugares. Contemplo por
un instante mis sueños ¡Uhm¡ mis sueños por ello adoro el dormir. Sí, dormir y
dormir, navegante de una atmosfera mía, solo mía. Despertar con el consuelo del
quizás, del tal vez, del porqué no me anima , me estimula a seguir mi
viaje...continuará
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