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domingo, 7 de marzo de 2021

NO HAY OTRA QUE SEGUIR LUCHANDO

 

NO HAY OTRA QUE SEGUIR LUCHANDO

POR MAITÉ CAMPILLO

A todas ellas: Matilde Landa, Aida Lafuente, Lina Odena, Trinidad Gallego, Nieves Torres, Amalia Villa

 

Se negaron a ser humilladas en público. Y todo este sacrificio no se ha visto nunca reconocido ¿Por qué? Primero, porque no interesaba por ese ‘pacto de silencio’. Muchos resistentes hombres fueron luego diputados; muy pocas mujeres resistentes del interior llegaron a ocupar cargos públicos. Muy pocos han pensado cómo fue la vida de estas mujeres dentro de la cárcel y luego fuera de ella; muchas han arrastrado lesiones vitalicias físicas, otras perdieron la oportunidad de ser madres debido a las torturas. Y también está el machismo dentro del Partido (Tomasa Cuevas) 

A ELLAS

Según Dámaso Alonso: Blas de Otero es quien con más lucidez que nadie ha expresado los datos esenciales del desarraigo. De ahí es donde brota todo este canto frenético y a jirones. Poesía frente a la muerte y el vacío, pero también poesía del amor y de la esperanza. La humedad cubre los montes, su dureza acerca el aliento intimidando la soledad y lo humano se añora por encima de todas las cosas cuando el calor del aliento se torna estalactita; no es fácil arraigarse en él, una está siempre como de paso, tierra que no es tierra impera roca dura. Me deslizo contra el cerco, contra la humedad y el frío, recibo las montañas como una casa abierta al sol de los sueños donde las nubes abitan como techo. A los días de luna llena y a las luciérnagas en su ausencia saludo con ahínco; agua al fuego con sal tomo y duermo, mientras cierro los ojos me digo, por la mañana agua hervida y azúcar abrirá camino.

 

No muy lejos de mi cueva prehistórica se encuentra un viñedo sobre el que me escurro agazapada como comadreja hacia sus frutos; siento que me esperan las uvas, mantienen mi cuerpo saludable de energía y mi esperanza vence el cansancio, el hambre y el sol se pone como un interminable abrazo de vida. Ya no se cuanto tiempo llevo incrustada a sus raíces, empiezo a dudar si mis pies doloridos forman parte de ellas; el viñedo es mi estado de penumbra sosiego que me aporta lucidez y recuerdos, familia que llevo dentro y me hace sentir, es dónde me encuentro con Loren, me habla y logra que vuelva a mi la sonrisa que alumbra mi cara. Ella también anda desarraigada le falló el encuentro con el mes de abril. Los que van de vencedores la tienen sitiada como si fuera una fiera a la que hay que descomponer, les hace frente jugando a las escondidas donde ella gana y yo la escribo entre los troncos de los árboles olvidados para que nadie interceda el correo, así es como comunicamos aunque nos vigilen, tres eran las contraseñas a descifrar ‘El sol llega cuando el rocío tiembla’ ‘Te espero bajo el árbol de la tarde’ ‘No demores aunque el crepúsculo en tu piel favorezca la espera’.

 

El viñedo es el lecho donde a veces derramo nostalgia que el miedo transforma para defenderse, es mi danza del fuego contra el horror entre las montañas. Las páginas escritas en los troncos devuelven la luz a mis ojos, es mi espacio más preciado, cuerpo y aroma cercano al valle de la libertad que sueño para amar y ser amada, dónde las lluvias en ocho de marzo y catorce de abril revoloteen en uno de mayo, envolviéndonos como gotas entre los montes bajo su manto de fiesta formando el arco circular con reflejos coloridos. Se escurrirme y deslizarme sin ser vista como lombriz de tierra entre peñascos, entre barrancos y arbustos, que me abren paso al nuevo encuentro con el guerrillero del que soy sangre de su misma sangre, dirigió sueños de esperanza, se convirtió en búho y también en topo. Me encuentro en el pueblo de los gallos; el topo histórico de estos valles esperó que muriera el dictador, y como no se fió salió años después de haber finado, historia real que los libros en las aulas no cuentan. Cuando me aflige la nostalgia asomo hacia la casa de mis raíces, la intuyo, la siento por muy lejos que se encuentre aunque su imagen se hace cada vez mas pequeña, pueda que me traicionen los prismáticos mis ojos se llenan de agua salada. En la noche presentí una redada carnívora, están llenos los montes de cercos voraces que imposibilitan el pasadizo vía libertad donde aspiro encuentros. Solo socavando en las entrañas de la tierra podría llegar a alguna parte, los fantasmas son sombras que mi soledad refleja; mis fuerzas se debilitan cuando no hay uvas al paso, se evaporan a veces como queriendo dejarme también pegada a estas raíces sin que un pedacito de mi pueda coger vuelo.

 

Nos han ido desapareciendo dejándonos como un cuerpo destartalado complejo de recomponer y mis fuerzas de acero inquebrantable que siempre me han acompañado se erosionan, las coordenadas no llegan; todo es camino pero no siempre es posible caminar hay ojos por todas partes, los perros que tanto hemos querido y han ayudado, no ladran, no alumbran la defensa de la casa de mis padres. Aúllan los lobos entorno a la montaña. Un pelotón de hordas fascistas en practicas de guerra, retumba sobre las faldas del monte, el estampido rasga los cimientos y el desarraigo se expande. El río Curueño no pudo reflejar el valle, lo encharcaron en sangre haciéndolo desaparecer aunque no lo parezca tras las nieves. Loren vive para ser más que una, así es como avanza su vientre de amor y sementera junto al viejo fusil que nos acompaña a duras penas. El tiempo pasa (perdió el hijo que esperaba) sólo a veces oigo el búho y la casa de mis padres es ya solo un rumor sin llama el fuego no tiene sentido. Presiento el camino de la muga, hay antorchas que se hacen ver, las envían los vientos en familia. Hay noticias, Loren las suelta y a mi me invade la nostalgia, cuesta dejar lo que se supone tierra de una, aunque aún quedan lunas para atravesar frontera. Dicen los versos que se hace camino al andar, pero el camino que yo ando se detiene en barricadas sin llegar a meta alguna. La altura límite en la que me hallo es vertiginosa, tomar camino equivocado puede resultar grave, muy grave. Me pregunto cómo ha podido ser cómo tirar pa`lante sin que cunda pánico al canto por el que tanto luchamos; y, te paraliza, el vértigo te paraliza, te atraviesa como una parálisis galopante cuando ya de poco sirve momentáneamente mirar atrás, llegado ese momento y punto exacto del límite de frontera y cruce de caminos en semáforo rojo. No te detengas me digo, camina pa`lante, sigue, pero el límite está ahí esperando, esperándote; ya es verano, el sol está presente, contagia su fortaleza felina y momentánea te evades e inesperadamente llegan pisando talones, repiten detonaciones, las mismas que cuarenta años atrás y el vómito sale a la luz, como si ser fuera el final de una obra dramática, con el agravante de estar sentado al lado de quién mira para otro lado como no queriendo más que la porción dulce de la almendra amarga.

 

Los fantasmas de las sombras apuntan escenificando la caída del militante que quiero como a mi misma, por eso es que escribo en las hojas del monte y en los troncos de los árboles que la lluvia no ha de borrar jamás. Lucha tenaz y resistencia activa erosionan la incomunicación reventando el aislamiento; es básico combatir el acoso e intimidación venga “de legal o en camuflaje”, no vaya a despertar sus garras y la imprudencia sacie su avaricia. La maldad humana de las fieras es incalculable los fantasmas que alumbra el aislamiento, pueden esperar, no tengo tiempo para morir. El monte y yo somos más que dos, somos danza y canto, somos sueño avivando una esperanza evidente que no muere. Luchar contracorriente desarrolla mi ser, me da alas para volar; el tiempo fortalece el paso del ritmo, de mis besos y abrazos hablan, recibiendo manos y puños asentando contraseña entre valles verdes y agrestes cordilleras. Río Curueño corre rumoroso sobre el pueblo de los gallos, canta el búho, llega el topo; vamos llegando: ‘El amanecer es nuestro, no lo olvides’ (dos kilómetros más arriba): ‘Venceremos la oscuridad, la noche espera’ (cinco kilómetros más hacia arriba a la izquierda): ‘El canto del búho percutirá la hora exacta, no todo está perdido’.

 

La casa donde revoloteaban las raíces de mis ancestros la achicaron tanto de tanto que ni espejo quedó, en reflejo de lo que fue, los viñedos los desaparecieron, la huerta, el encanto de todos los frutos su color su sabor su textura y aroma, los gemidos de animales, seres, y una rosa para ti, siempre, equilibrando el deseo sobre la clandestinidad impuesta. En el espacio que fuera de la banca de madera y mimbre en que esperaba un libro al lado de la rosa hoy duermen los gatos al sol. El fusil de futuro que altivo la mantenía en pié, se convirtió en el viejo árbol, detonando espinas en su defensa y hojas verdes en nombre de la libertad; se aferra el recuerdo, batalla inmortal, que internacionaliza en cada una de sus ramas. Hace semanas que Loren no se deja ver y eso no es buena señal [Secuestraron a su compañero` dice una rama enviada por el viento escondido tras los montes; sí, es cierto, responde el eco del viejo árbol afirmando la tragedia encadenada]. Pesa la dureza de la mañana, siento que me falta oxígeno como a las aves que ni remontan en vuelo ni cantan, están tristes; el complot entre fronteras es férreo, coordina redadas anunciadas como sus medidas en rango acusativo, sus trampas y sus víboras esparcidas. Escribo como aliento por alimento eso lo aprendí del hermano mayor, que hizo de camarada más que de padre, me congratulo de ello. Días de reflexión duros como el acero, algo va mal, la sombra se impone en los montes se come las últimas uvas. Intento crecer los ojos y los oídos, hacerles cada vez más grandes, estoy desarrollando orejas alrededor hasta por detrás de los talones es necesario. He heredado los ojos del último topo que no se fiaba de la muerte del dictador verdugo mayor de la historia; la resistencia es un hecho, el pueblo de los gallos canta junto con el búho de camino al encuentro con las llamas en las montañas.

 

NOTA (histórica)

 

Cuando Franco murió, la izquierda, ya no era izquierda con R de revolución iluminó una vía donde la esperanza (“terrorista”) no encontró vagón: la revolución quedó abolida. Tiempo que en secreto los acordes a diferente escala rumiaban la misma sintonía roedora, lanzar una coz fuerte como para que retumbara la tierra, y después dormir la sienta premiada antes del primer brote. Fusilaron la primavera; no se salvó el combatiente de ella, fueron cayendo camaradas en un intento de desaparecernos del campo de batalla. Me convertí más clandestina si cabe, di vuelta a la tortilla, al arraigo de subsistencia humana volví a introducir el desarraigo contra el sistema: tira, tira pa`lante, sin dejar de observar el borde anunciado del límite donde anida el peligro de la emboscada. De un pájaro las dos alas; el búho me convirtió en ave, a la memoria de todas ellxs vuelo con raíces en el pecho. Hay rayos de sol aliados en todo el planeta indicando el camino por donde trepar y disolverse clandestinamente, en el viento escondido tras los montes nevados, por eso es que no muere la primavera; lenta pero llega, la presiento, nos espera. Sobre ella (ellas) vuelco actos de respeto revolucionario, sin ellas, no hubiera sido posible la resistencia a la dictadura: la primera víctima mortal del fascismo tenía nombre de mujer (asesinada por los escuadrones falangistas): JUANITA RICO.

 

Maité Campillo (actriz y directora d` Teatro Indoamericano Hatuey)

 

 


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