QUIÉN ME HA ROBADO EL 14 DE ABRIL
ANÍBAL MALVAR
Al pobre Pablo Iglesias le han hecho un Sabina y le han robado el 14 de abril, que guardaba en el cajón donde guarda el corazón (menuda cursilada, Flaco). Resulta que el aun vicepresidente había elegido la significada fecha tricolor para abandonar tierras y honores gubernamentales, pero una taimada ley electoral madrileña no se lo permite. Si esto hubiera sucedido en Catalunya, y a Trifachito Pérez las peculiaridades legislativas catalanas le hubieran quitado el capricho de retirarse el 18 de julio, ahora estaríamos abriendo telediarios y tertulias con que España se rompe, Pedro Sánchez habría vendido Navarra a la ETA aunque no viniera a cuento, y algún juez prohibiría cautelarmente el consumo de pa amb tomàquet por su peligrosidad identitaria.
El caso es que
nadie en Podemos se había leído la ley electoral madrileña y tuvo que ser un
particular, a través de tuiter, quien advirtiera del error. Con lo bonita que
hubiera quedado la coincidencia en la biografía calendaria de Iglesias en la
wiki.
Y es que esto de
las fechas, en la política española, tiene su importancia. Cuando el Partido
Socialista de José Luis Rodríguez Zapatero y Alfredo Pérez Rubalcaba decidió
adelantar su eutanasia para otorgar la mayoría absoluta a Mariano Rajoy (no
confundir con Eme Punto Rajoy), nos pusieron elecciones ni más ni menos que un
20 de noviembre, día en que se moviliza el facherío para llorar la muerte de
Francisco Franco. Todos los camisas viejas acudieron a las urnas a depositar la
ofrenda floral de su voto como si se postraran ante una urna funeraria. Y así
nos fue durante unos cuantos años. Libertades, igualdades y derechos se
desparramaron por las alcantarillas para regocijo de la momia del dictador, y
aun gozamos de nuestras varias leyes mordaza para encarcelar tuiteros y
graciosillos, que son los vagos y maleantes de la posmodernidad.
Yo creo que esto de
no dejarle hacer mutis un 14 de abril le tiene que haber dolido más a Iglesias,
incluso, que la cobra pre-electoral que se le ha marcado el candidato
socialista Ángel Gabilondo. Dice nuestro soso más dilecto que sueña un pacto
con Más Madrid y Ciudadanos para gobernar el centro geográfico de nuestra
estulta piel de toro. Y es que Iglesias ha conseguido que hasta Gabilondo deje
de ser soso por un instante y diga algo de enjundia después de tantos años de
farfulleos con natillas políticas en la boca. Yo no sé cómo el aun líder de
Podemos consigue concitar tan feroces animadversiones, y hasta logra que las
amebas nos parezcan de repente animosos resistentes de un Alcázar que no se
rinde.
Prefiere Gabilondo
la compañía de los socios de Vox a la de Iglesias, compartir camino con la
muleta del partido epítome de la corrupción española que con el líder morado. Y
eso tiene especial relevancia en estos días, en que los jefes de Ciudadanos (o
sea, los chicos del PP) calientan trasero ante nuestros jueces, contándonos
fabulosas historias de honradez que harían sonrojar a la mismísima Sherezade.
También es cierto
que los populares investigados tienen todo el derecho del mundo a cachondearse
de su situación. Incluso el deber. Pues saben que nuestros imparciales jueces
han esperado a que prescriban los delitos para sentarlos en el banquillo. Lo
mismito que con Pablo Hasél. Y uno se queda pensando que en este proceso se
juzgan más los inoperantes jueces a sí mismos que a los trincones del partido
gaviotero. Esas son las compañías que menos repugnancia dan al soseras
Gabilondo.
Lo indubitable es
que, en una sola semana, a Pablo Iglesias le han robado un 14 de abril y un
Ángel Gabilondo. La verdad es que este rapaz no gana para disgustos. Algo habrá
hecho.
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