EL SILENCIO DE LAS CLOACAS
GERARDO TECÉ
El nivel de
desarrollo de una sociedad podría medirse en función de cómo trata a los
animales. El dicho debe de ser sueco. O islandés. O de cualquier lugar aburrido
del mundo. Uno en el que no pasen cosas como que el Gobierno tenga una “policía
patriótica” maniobrando contra rivales políticos. Adaptado a lugares menos
idílicos, el nivel de desarrollo de una sociedad podría medirse en función de
cómo se reacciona ante ataques graves contra la democracia. En el caso de
España sería flojito tirando a nulo.
La mejor forma de
explicar la dimensión de las cloacas del Estado son los silencios del PSOE.
Preguntado en una entrevista radiofónica por la operación policial y mediática
contra el líder de Podemos, la respuesta del ministro y secretario de
organización socialista, José Luis Ábalos, consistió en un silencio de varios
segundos, sólo roto con una especie de declaración futbolera: bueno, el fúrbol
es así, no hay rival pequeño y trabajaremos en cada entrenamiento, ¿no? Lo más
dramático es que hay que agradecerle a Ábalos las declaraciones a pie de campo.
La cosa está tan mal que el butragueñismo como respuesta mejora la media
general del PSOE. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ni siquiera ha
pasado del silencio. El ministro de Interior más de lo mismo. No quieren hablar
del tema. Las cloacas ya no existen. Sigan circulando y no hagan preguntas.
A Casado y Rivera
nadie les pregunta por el asunto. ¿Para qué? Ni están ni se les espera. Ya
sabíamos que la pintada en la fachada de una sede del PP o Cs en un pueblo de
Tarragona o Navarra, era un atentado contra la democracia merecedor de abrir
telediarios. Llegado el caso de tal pintada, todos los demócratas que quieran
seguir llamándose así, deberán desfilar ante los líderes de derechas dándoles
un sincero pésame. Ahora también sabemos que tener una “policía patriótica” con
epicentro en el Ministerio de Interior, y ramificaciones en los grandes medios
de comunicación, es sólo una anécdota, una chiquillada que no merece más
atención.
Ayer me escribía un
amigo desde Estados Unidos preguntándome por el asunto. Aquello del Gobierno
espiando a rivales políticos le debió sonar a Watergate. Es muy fuerte para la
poca repercusión que está teniendo, me decía sorprendido, como queriéndose
hacer el americano, como si no se hubiese criado aquí, como si no supiera lo
que hay. Yo le respondí que bueno, no hay rival pequeño, vamos partido a
partido y el fúrbol es así. Luego estuvimos haciendo apuestas de futuro: ya
verás cómo esto acaba con Rajoy y Fernández Díaz ante los tribunales cuando
PSOE, Cs y las televisiones salgan en defensa de la democracia exigiendo
responsabilidades. Siempre es agradable echar unas risas con los amigos que
están lejos.
En medio del
sudapollismo general de los grandes medios conectados por alcantarillas,
reconforta ver que un señor mayor como Iñaki Gabilondo, que sabe bien lo que es
el poder mediático, hace el esfuerzo por resistirse, con la fuerza de un joven,
a que la mafia institucional quede normalizada. Esto no va contra Pablo
Iglesias, va contra nuestra democracia, decía. Pobre. Él viene de una época que
hoy ya no se entiende, una en la que el periodismo, de uno y otro signo, se
tiró al cuello de Felipe González cuando el GAL salió a la luz. Defender la
decencia de la democracia vendía periódicos entonces. Cuestión de modas. ¿Qué
pasaría hoy si descubriésemos que el Estado ha montado un grupo terrorista que
secuestra, tortura, asesina y entierra en cal viva? Hoy Amedo y Domínguez
serían tertulianos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario