JM AIZPURUA
Me decía el genio
literario de San Andrés, Don José Rivero Vivas, que la palabra “canariedad” le
parece algo vacío, y ya que esa es la opinión del alquimista de la palabra, el
que mejor usa el lenguaje en sus obras (¿leyeron sus dos últimas? ¡No se las
pierdan!), y dado que yo uso mucho esa palabra como concepto que a su parecer
no es tal, hemos de indagar en su contenido para dar con aquello que defina lo
que en el 2019 del siglo XXI deben tener los habitantes de las islas para ser
honrados con el pasado y presente, y dotarse del equipaje intelectual que los
lleve al futuro: ¿Cuál es la esencia canaria?
Indudablemente es
el sentido de pertenencia, el considerarse como parte de un todo que son los
habitantes de las islas canarias sobre su suelo, esa es la premisa de un
canario/a. Y esta pertenencia debe asimilarse a un sentido nacional, que en
nada impide sumarse a otros conceptos mas artificiales como el Estado o la UE,
pero siempre partiendo de la base canaria, natural origen de los sentimientos
nacionales.
La “casa canaria”
el lugar donde antepasados y descendientes han realizado su aventura vital y la
necesidad de defenderla y hacerla progresar es la tarea exclusiva del canario,
individual y grupal, puesto que desde el Estado o la UE solo interpretarán sus
destinos desde una perspectiva distinta y sujeta a otros intereses diversos. En
tiempos muy cercanos compartíamos españolidad con el Sahara, y hoy ya no son
españoles y sufren el abandono y la traición de los que los consideraban
“hermanos”. Esto debe alertarnos y profundizar en nuestras raíces, para estar
seguros a que árbol pertenecemos.
Las sociedades del
siglo XXI ya no son “nacionales”, son mestizas y el “ius sanguinis” deja paso
al “ius solis”, pero ambos conceptos son inválidos para resolver la temática
política; catalanes y charnegos se enfrenta ahora y en el fondo; es la lucha
por la pertenencia. ¿El invasor, por conquista o por turismo, puede imponerse
sobre el nativo? Los españolitos godos, estos acérrimos defensores de la reina
católica, fueron partidarios de la “ius sanguinis” y arrojaron de la península
a los que rezaban de otra manera, pero simultáneamente en las islas canarias
defendieron el derecho de conquista, el “ius solis”. Incoherencia de trilero.
¿Y la
independencia?
¡Cuidado! que, por
ese camino, ahora, podríamos caer con la autobusera como reina, cosas más raras
se han visto, como que la que la del telediario es ahora reina. La
independencia necesita de condiciones objetivas y subjetivas.
La independencia,
hoy, no es algo al alcance de Canarias, y por ello no debe ser un camino de
división. Independentistas y unionistas españolistas, se encuentran ante las
mismas circunstancias de paro y de falta de sanidad y educación, y las
soluciones a estos problemas deben ser coordinadas y no artificialmente
enfrentadas. Si tienes alma canaria, no puedes estar satisfecho de lo que la
colonización hizo y hace en tu tierra.
Mañana, un proceso
de descolonización puede ponernos ante una decisión de independencia, pero
ahora no la tenemos y antes de ser independentista debemos ser canarios. Saber
muy bien qué somos y adónde vamos.
Nadie en su sano
juicio puede ser contrario a una independencia, a protagonizar tu propio
destino y dirigir tus potencias al progreso de tu pueblo, eso es la ley de la
vida que rige en la familia cuando el vástago sale al mundo. Pero tiene su momento
y su intensidad.
Todavía no he dado
con la palabra que substituya correctamente a “canariedad”, pero como
“charnego-maketo canario”, seguiré haciendo estas elucubraciones para hallarla.
El “ius solis” me lo permite. Y además mi mentor me decía: “No importa de donde
venimos, sino a donde vamos”.
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