CANDIDATOS EMPACHADOS
DE SÍ MISMOS
DAVID BOLLERO
Terminado el
segundo de los debates, se han cumplido las previsiones: anoche, fuimos
millones de personas las que sentimos vergüenza ajena ante el patio de colegio
en que, especialmente Pablo Casado (PP) y Albert Rivera (Cs), convirtieron el
plató de televisión. Mentiras, gritos,
interrupciones constantes y promesas imposibles de cumplir fueron los
ingredientes que nos trajeron unos candidatos empachados de sí mismos.
Albert Rivera fue,
de largo, el que mayor indigestión de sí mismo mostró. Sencillamente, se le
subieron a la cabeza las valoraciones del primer debate, esas que apuntaban que
ganaba a los puntos a Casado. Error. A quien tiene que ganar a los puntos es a
Pedro Sánchez (PSOE), que es quin está recuperando al electorado que cuatro
años atrás quiso dar una oportunidad a Ciudadanos. Ni siquiera consiguió arañar
la coraza del socialista, en ninguno de los debates, porque el argumentario de
Rivera se levanta sobre la cuestión catalana, que igual le sirve para hablar de
Sanidad, de Educación o de pensiones… y la ciudadanía no es tonta.
Cosa bien distinta
es que el grueso de la ciudadanía no sigue al detalle la campaña. Casado lo
sabe y por eso salpica su discurso de datos que parecen darle empaque… si no
fuera porque buena parte de ellos son mentira o están manipulados. El popular
sabe que la audiencia no se molestará en revisar su veracidad y, muy
probablemente, tampoco irán al día siguiente (por hoy) a revisar las
comprobaciones que realice la prensa.
Sánchez, por su
parte, entró algo más al trapo, saltando de vez en cuando al barro y cerrando
con un minuto de oro clonado del día anterior. La diferencia respecto a sus
rivales de la derecha es que mantuvo el tipo, el perfil instucional con el que
se presentó el lunes. No desveló grandes detalles, más allá de una reforma
constitucional para abordar cuestiones como las pensiones.
Pablo Iglesias
(Unidas Podemos) volvió a ejercer de mediador, recordando cada dos por tres el
bochorno que estaba provocando el resto de candidatos a la audiencia. Más allá
de que gusten o no sus medidas, lo cierto es que propuso cambios, sin regalar
el oro y el moro como Casado, capaz de regalar cheques de 1.200 euros por
natalidad, bajar los impuestos, destinar más dinero a becas, subir las
pensiones y articular un Plan Marshall para África. Habría que ser muy ingenu@
para creer algo así.
Sin lugar a dudas,
el peor valorado del debate fue Rivera, que ve una vez más, a pocos días de las
elecciones, vuelve a cometer un patinazo que le costará muchos votos. El
nerviosismo, ese comportamiento frenético, con interrupciones compulsivas e
impertinentes que ni siquiera aportaban información útil le pasará factura. Por
si no fuera poco, sus ataques directos y continuos al PP no hicieron más que
fortalecer al PSOE. Error de novato, aunque en el IBEX estén satisfechos porque
Cs ha cumplido el papel que tenía que cumplir: servir de red a la caída del PP
de Rajoy; de nuevo en el trapecio con Casado, Cs ya es un mero daño colateral.
El ganador de los
dos debates es el pacto PSOE-Unidas Podemos. No está del todo claro si Iglesias
ha sido capaz de parar la sangría de votos que podría sufrir su formación hacia
el PSOE, pero lo que no cabe duda es que la ciudadanía percibió que entre ambos
partidos están más que sentadas las bases para confiarles el país. Visto lo
visto ayer, ¿qué inconsciente confiaría España a un Gobierno de PP-Cs cuyos
líderes ni siquiera son capaces de mantener un debate sosegado? Y no parece que
su tercer socio, Vox, sea precisamente el que vaya a poner dosis de cordura;
más bien al contrario.
Nota al margen:
cuestiones como la política exterior, la cultura o el medioambiente vuelven a
marginarse de los debates, a pesar de la importancia crucial que tienen en nuestro día a día. Lástima, porque también
lo acostumbran a olvidar los candidatos en sus campañas.
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