PABLO IGLESIAS GANA EL DEBATE
DE LAS BRONCAS
LUIS GRAÑENA
El debate de
Atresmedia ha permitido ver con más claridad las estrategias finales de los
cuatro partidos. Me parecen reseñables algunas cosas que se han asentado a lo
largo de estos dos debates. La primera y más importante es que el invitado de
piedra, Vox, estaba determinando, en su silencio, la posición de las dos
derechas. Rivera sabía que Vox le puede adelantar y quitar los diputados
esenciales para tener una buena representación. Casado se jugaba aún más, la
propia supervivencia del partido. Con esta presión no han podido ni siquiera
razonar, han embestido con eslóganes y atropellos verbales, incluso o sobre
todo entre sí, ante la posibilidad de un gobierno no-de-derechas.
Casado ha repetido
los más manidos argumentos del PP de Aznar sin una sola idea novedosa o algo
profunda. A Rivera le ha perdido el aplauso unánime de la prensa oficial a su
hiperactuación del lunes. Ha interrumpido maleducadamente, hasta el punto de
enfadar hasta a Ana Pastor. Ni siquiera han logrado estar convincentes en el
previsible recurso al independentismo. Muy en su papel Pedro Sánchez,
intentando sacar partido a las medidas del Gobierno, menos nervioso que el día
anterior y muy dependiente de sus apuntes y datos. Mucho mejor aún Pablo
Iglesias en su nueva imagen institucionalista y distante, al tiempo que ha
recordado algunas verdades necesarias sobre feminismo, territorialidad olvidada
y poderes oscuros. La carta de los médicos contra la consejería de Ciudadanos
en Andalucía, que ha mostrado Sánchez ha sido, con mucho, la respuesta más
certera y dolorosa a la verborrea del candidato de Ciudadanos. La izquierda ha
ganado el debate, pero es de temer que Vox haya ganado muchos votos por la
incompetencia de Casado y Rivera y constituya la amenaza más seria desde la
transición.
Mónica Santos
Pablo Casado y
Rivera conocen bien a su electorado. La corrupción no les pasa factura. No
necesitan buenas propuestas, datos para avalarlos... Lo único importante es que
su electorado vea reforzados sus prejuicios y esa batalla (la del odio) la
tiene ganada VOX. Creo que será Ciudadanos el que más votos pierda.
Sánchez es experto
en decir una cosa y hacer la contraria. Mi pregunta es ¿qué parte del
electorado de Unidas Podemos estará dispuesta a votarles para formar un cordón
sanitario frente a la extrema derecha? Si creen que puede pactar con C's serán
muy pocos.
Pablo Iglesias: Es
el único candidato que ha estado a la altura en ambos debates. Tiene
propuestas, frena el odio y se apoya en la declaración de Derechos Humanos. Y
algo importante, no se le ve impostado como al resto.
Emilio de la Peña
¿Quién ha ganado?
Pablo Iglesias. Se
propuso conseguir que Sánchez moviera ficha y ha logrado comprometerle a que no
buscará el pacto con Ciudadanos. Ha mantenido el tono de político experto y
sensato, quizá como forma de atraer a más votantes. Ha sido capaz de exponer su
programa en medio del vocerío. Y lo ha hecho con pedagogía, eludiendo números y
términos farragosos. Y se ha permitido reconvenir a los demás por sus riñas. Ha
mostrado la seguridad que los otros perdían en sus embestidas. Ganó en el
primer debate, pero no estuvo en el núcleo de la discusión. Ha ganado en el
segundo con más claridad.
¿Quién ha perdido?
Pablo Casado. Era
el más necesitado en sacar rédito de los debates, porque se postula como el
verdadero aspirante a competir con Sánchez por la presidencia del Gobierno. No
ha dado la talla. Sólo ha sabido soltar argumentarios ya conocidos y plagados
de mentiras. Su enfrentamiento con Rivera, su socio de Gobierno ha derivado en
sainete en el segundo debate: uno a cada lado del escenario lanzándose
reproches a distancia. Su actuación le pone en serio riesgo en beneficio de
Vox.
Sánchez, que en el
primer debate se salvó esquivando los ataques de la derecha, cambió en el
segundo, en el que ha estado convincente y ha sabido responder bien a Rivera y
Casado.
Rivera, por su
parte, ha sido un candidato histriónico los dos días. Si en el primero pudo
sorprender al resto en su papel de charlatán de feria, en el segundo no le ha
funcionado. Se ha mostrado atropellado y mucho menos protagonista.
Dos consideraciones
previas: la primera es que hoy la utilidad de los debates electorales en la
tele es escasa. ¿Mueven votos? No muchos. Ya no estamos en 1960 en el debate
Kennedy-Nixon. Las redes sociales juegan un papel inmensamente mayor. ¿Se
acuerdan de Cambridge Analytica? Pues eso. Verán lo de Whatsapp e Instagram
este 28A. La segunda es que no cabe duda de que estos debates son una prueba de
salud democrática en sí mismos. Y esto es bueno. Pero luego depende del contenido. Y aquí es donde las cosas más
chirrían. ¿Ha sido un debate fructífero y de altura?
Voy al grano: tanto
en TVE como en Atresmedia hemos visto a unas derechas desbocadas, faltonas,
impertinentes, arrogantes. Sobre todo, Rivera que ha estado completamente fuera
de sí, rozando lo patético en más de una ocasión (entre tesis y fotos
enmarcadas). Y lo más grave es que hemos tenido que esperar a la mitad del
segundo debate para que alguien (Iglesias) le dijese a Rivera que interrumpir
cada dos por tres era un gesto profundamente maleducado, mientras los
moderadores se han quedado siempre callados, cuando su rol pedía justamente que
moderasen. Las derechas en su letanía monocorde (batasunos, Torra, etc.) han
conseguido convertir el debate en un gallinero, mostrando que no tienen ningún
proyecto de país, más allá de la recentralización y unas contrarreformas
neoliberales que casan con las de Vox.
Si consideramos que
estos debates son como un circo, el ganador ha sido sin duda el candidato de
Ciudadanos, es decir el que más ha gritado. Casado se ha quedado en un segundo
plano, bastante gris, con dificultades para salir del rincón donde lo tenían
acorralado.
Las izquierdas han
sido sin duda alguna las más responsables y respetuosas, también con el público.
Sánchez ha salido bien parado de unos debates donde sólo podía perder; ha
sabido mantener la compostura y hablar como un presidente de gobierno,
comunicando lo que hizo desde que llegó a la Moncloa y mostrando una buena
sintonía con Iglesias. El líder de Unidas Podemos ha mostrado paciencia,
determinación, concreción, capacidad de comunicar, además de tener las ideas
claras. Quizás le haya faltado un poco de empatía y una pizca de emoción, pero,
en conjunto, ha sido el real ganador de ambos debates si nos atenemos a las
formas y al contenido
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