CARTA A LA JUVENTUD NO VOTANTE, A LA QUE SE HA ROBADO SU HISTORIA
VICENÇ NAVARRO
Catedrático Emérito de Ciencias
Políticas y Políticas
Públicas. Universitat Pompeu Fabra
En unos días va a
haber unas elecciones que tendrán un enorme impacto en el bienestar de las
clases populares de este país, y muy en particular, en el de sus jóvenes. Y lo
digo con pleno conocimiento de causa. Mi profesión incluye el análisis del
bienestar y calidad de vida de las poblaciones y el desarrollo de políticas
públicas para mejorarlos. Y los datos disponibles no pueden ser más
convincentes y contundentes. La crisis social del país ha alcanzado en estos
últimos diez años unas dimensiones sin precedentes. Por primera vez en la
historia reciente de España, la mayoría de jóvenes en el futuro no vivirán
mejor que sus padres. El significado de este dato es enorme. Y sin embargo,
este dato no se ha publicado en los principales medios de comunicación de este
país, financiados por los partidos gobernantes que los instrumentalizan (en el
caso de los medios públicos) o por poderes financieros (en el caso de los
canales privados). Se mire como se mire, es un dato impactante que en cualquier
país con una mejor calidad democrática que en el nuestro habría centrado el
debate político. No ha sido el caso.
Las causas, como he
documentado en mi libro Ataque a la democracia y al bienestar, y explicado
recientemente en varios artículos (“El enorme sufrimiento causado por el
neoliberalismo y sus responsables”, por ejemplo, publicado en Público el
25.03.19), son las políticas públicas de sensibilidad neoliberal que se han
estado aplicando por parte de los gobiernos españoles (y aquí en Catalunya, por
parte del gobierno de la Generalitat) con el apoyo, estímulo y presión de las
autoridades que gobiernan la Unión Europea. De nuevo, los datos son muy claros
y contundentes: las reformas laborales y los recortes de gasto público social
(que cubría la financiación de los servicios públicos del escasamente
financiado Estado del Bienestar –como la sanidad, la educación, la vivienda
social, los servicios sociales, las escuelas de infancia, los servicios
domiciliarios y otros servicios–, que juegan un papel determinante en configurar
la calidad de vida de las clases populares), así como las reducciones de las
transferencias públicas (como las pensiones, de las cuales las más importantes
son las de vejez, que deberían garantizar –aunque no lo hacen– una vida digna a
los ancianos), han hecho un daño enorme a tales clases populares. Y los jóvenes
han sido uno de los colectivos más afectados negativamente por estas políticas.
La pregunta que
debe hacerse: ¿por qué pasa todo esto?
Muchas son las
respuestas que da el establishment político-mediático que rige el país para
explicar por qué los jóvenes no vivirán mejor que sus padres. La más común es
que la gente mayor tiene demasiado poder en España, poder que supuestamente se
consigue a costa del desempoderamiento de los jóvenes. La “lucha de
generaciones” se presenta como una lucha en la que los que ganan –los no
jóvenes– lo hacen a costa de los que pierden –los jóvenes–. Este argumento, sin
embargo, es falso. Y es fácil de demostrar. En realidad, la pobreza de recursos
afecta a todos los grupos etarios. Aun cuando infantes y adolescentes tienen
menos recursos que, por ejemplo, los ancianos, la realidad es que estos últimos
también tienen muy pocos recursos. Los datos, de nuevo, así lo muestran. En
contra de lo que dice y promueve la “sabiduría convencional”, que es la visión
que promueve aquel establishment político-mediático, la realidad es que las
pensiones de vejez son más bajas en España que en el promedio de los países con
un nivel semejante de desarrollo económico al nuestro (la Unión Europea de los
Quince).
La gran visibilidad
de este argumento de la “lucha de edades” se debe a que tal establishment
intenta ocultar la causa real de la situación actual, que es ni más ni menos
que una expresión silenciada por tal establishment, que la practica sin
llamarla por su nombre: la “lucha de clases” existente desde siempre en este
país, ocultada en la historia de España escrita por los vencedores, realidad
que se ha ocultado a los jóvenes. Ocurre ahora y ocurrió antes. La causa de la
gran subfinanciación del Estado del Bienestar en España y de la existencia de
un mercado de trabajo muy sesgado a favor del mundo empresarial y en contra del
mundo del trabajo es el enorme poder que una clase minoritaria tiene (y ha
tenido siempre en nuestro país) sobre la mayoría de la población. Invito al
joven lector a que recupere la historia de este país, que le ha sido robada
durante todos estos años. Por fin están apareciendo libros que muestran lo
sesgada que es la enseñanza de la historia reciente de este país, con una
inclinación conservadora y derechista que oculta las causas reales de nuestro
gran retraso social, económico y cultural. La historia de España que yo (tengo
ochenta y dos años) viví (y como yo, millones de españoles) no es la que han
enseñado en las escuelas de este país. No es la primera vez que cuando fuerzas
progresistas quieren cambiar, por vías democráticas, la estructura de poder
económico, mediático y político del país, los depositarios de ese poder
levantan la bandera de la defensa de la “unidad de España”. Veamos.
La breve historia
de este país
Mi vida comienza
con la Segunda República, donde por primera vez las clases populares tuvieron a
su alcance los instrumentos para mejorar su bienestar. Hubo cambios, y muchos:
desde la expansión de los derechos sociales como la Seguridad Social (las
pensiones) hasta la universalización de la enseñanza, pasando por el
establecimiento del divorcio, del aborto, del voto para las mujeres, las
reformas agrarias y muchas, muchas otras reformas. Y como era de esperar, los
grupos afectados por estas reformas –la banca, que se opuso a la expansión de
la Seguridad Social; la Iglesia, que se opuso a la universalización de la
escuela pública; la patronal, que estaba en contra del reforzamiento de los
sindicatos; los terratenientes, que se opusieron a las reformas encaminadas a
distribuir su propiedad, y un largo etcétera–, junto con otros grupos
conservadores, presionaron al ejército para dar un golpe de Estado contra la
gran mayoría de las clases populares, que triunfó con la ayuda de las tropas
del régimen nazi de Hitler y del régimen fascista de Mussolini. Este golpe
militar estuvo inspirado por una ideología claramente fascista, caracterizada
por un nacionalismo étnico y racial extremo, una visión de España monárquica,
radial y jacobina, con una concepción imperialista, acompañada de una brutal
represión, que consideraba a la visión distinta, la republicana, democrática y
plurinacional, comprometida con la justica social, como la “anti-España”. Su
eslogan y justificación de la guerra se basaba en la defensa de la patria (que
era ni más ni menos que los intereses de la estructura de poder económico y
financiero) contra los rojos y separatistas, que eran la anti-España. No fue
una guerra civil, sino un conflicto de una minoría contra otra gran mayoría de
las clases populares de los distintos pueblos y naciones de España.
Yo soy hijo de los
vencidos. Mis padres eran maestros ilusionados con las reformas educativas de
la República y de la Generalitat de Catalunya. Apoyaron al gobierno republicano
de Companys –que, en contra de lo que han indicado muchos independentistas, era
y se sentía profundamente español (como también se sentían mis padres)– dentro
de una República Federal Española. Mis padres y mi familia, como millones de
los vencidos, tenían una visión distinta de España, republicana, identificando
patria con los intereses de las clases populares.
Mi padre, mi madre
y mis tíos y tías fueron brutalmente represaliados. Mis padres fueron
expulsados del pueblo (Gironella) donde era maestros, y mi padre fue expulsado
del magisterio. Y mis tíos y tías –junto con millones de españoles– iniciaron
la diáspora republicana. Muchos fueron a Francia, donde iniciaron la
resistencia antinazi cuando las tropas de Hitler ocuparon aquel país. Una de
mis tías fue deportada (como lo fueron cerca de 10.000 españoles) a campos
nazis. Más tarde, fueron tropas republicanas españolas las que encabezaron la
liberación de París (y por cierto, desarmaron las cargas explosivas con las que
los alemanes querían volar la Torre Eiffel i la catedral de Notre Dame). Hay
mucho de lo que los republicanos pueden estar orgullosos y que ha sido ocultado
en nuestro país. Eran la “otra España”, ignorada, vilipendiada, olvidada y
marginada hasta hoy.
El golpe militar
impuso una de las dictaduras más crueles (por cada asesinato político que
cometió Mussolini, Franco cometió 10.000) que hayan existido en la Europa
Occidental. Esta enorme represión era resultado de la consciencia que tenía la
estructura de poder de que tenía a la mayoría de la población en contra. En
realidad, los promotores del golpe de Estado con la ayuda militar de la
Alemania nazi i la Italia fascista creían que tomarían el poder en tres meses.
Le costó tres años a causa de la gran resistencia popular, escasamente armada
debido a la falta de apoyo que recibió la República de las democracias
occidentales, incluyendo los EEUU. Tal golpe impuso también un enorme retraso
al país: cuando tuvo lugar en 1936, España tenía el mismo nivel de desarrollo
que Italia; al final de la dictadura, solo el 68% del nivel de riqueza de aquel
país.
Pero siempre que
haya explotación hay resistencia. Y a pesar de la enorme represión, se inició
una resistencia pacífica. Recuerdo (puesto que participé) ya en los años
cincuenta en las primeras huelgas de tranvías de Barcelona. Y esta resistencia
fue aumentando en los años sesenta y más tarde en los años setenta, lo que
forzó (bajo el liderazgo del movimiento obrero) el fin del régimen dictatorial,
dando inicio al régimen democrático actual.
El origen del
actual régimen democrático caracterizado por una democracia incompleta que
determina un bienestar insuficiente
Así pues, fueron el
gran descontento de la población con el régimen dictatorial, que había impuesto
un gran retraso social, y las movilizaciones lideradas por el movimiento
obrero, los que forzaron el fin de aquella dictadura. Pero las derechas
controlaban el Estado y todos los medios de comunicación. De ahí que la
transición distara mucho de ser modélica, pues las derechas continuaron
teniendo un gran poder sobre el Estado y en la sociedad civil. Ni que decir
tiene que hubo cambios, y muy significativos, la mayoría durante los gobiernos
socialistas. Pero el retraso social era tan grande al iniciarse el proceso
democrático que en muchas áreas continuamos estando a la cola de la UE-15. El
gasto público social continúa siendo de los más bajos. En realidad, la mayor
causa de este retroceso social ha sido la excesiva influencia de las fuerzas
conservadoras –herederas de aquellas que controlaron el Estado dictatorial–
sobre el Estado español, el cual no se construyó sobre una ruptura con el
anterior, sino sobre una apertura grande y significativa que conservó las
estructuras represivas y de defensa del orden que llamaron constitucional,
sesgado a su favor. Es importante señalar que la Constitución fue una síntesis
de las relaciones de poder, y por lo tanto incluyó características de la
ideología dominante en aquel Estado junto a otros elementos impulsados por las
fuerzas progresistas. Unidas Podemos (UP) ha señalado esta realidad de una
manera muy hábil e inteligente para denunciar, en el debate electoral actual, la
monopolización de la Constitución por parte de las derechas a fin de defender
su visión uninacional de España, olvidando los elementos progresistas de tal
Constitución, que existen pero que se ignoran y ocultan sistemáticamente por
parte de los tribunales de justicia y por el Estado.
Se me dirá que hoy
sí que existe una amenaza a la unidad de España, de lo que se deduce que el
eslogan de defender “la unidad de España” está justificado. Pero tal argumento
oculta que el crecimiento del independentismo se debe primordialmente a la
resistencia del Estado borbónico a admitir su plurinacionalidad, que incluso la
Constitución admite. El secesionismo surgió a partir del veto del Tribunal
Constitucional al Estatuto propuesto por las izquierdas catalanas en tiempos del
gobierno tripartito, presidido por el que fue el mejor presidente de Catalunya
después de Companys, Pasqual Maragall. Las derechas ahora están utilizando el
mismo eslogan, “la unidad de España” para defender, como hicieron en 1936, los
intereses de los poderes económicos y financiero que dominan la vida política
del país, creando a la vez una gran crisis territorial que moviliza a sus
bases, ocultando con ello la enorme crisis social.
¿El fin del régimen
del 78?
El origen de la
crisis social que tenemos, y que nos ha llevado a una realidad en la que los
jóvenes no vivirán mejor que sus padres, se sitúa en el momento en el que los
gobiernos españoles aceptaron la inevitabilidad de las reformas neoliberales,
que eran propuestas por las autoridades gobernantes de la UE. En España, el
neoliberalismo, en la segunda etapa del gobierno Zapatero, creó un gran
desánimo y abstención entre las clases populares, lo que desembocó en la
victoria de las derechas, herederas de los que lideraron el régimen dictatorial
anterior. Y aplicaron incluso con mayor dureza esas medidas neoliberales que
habían iniciado los gobiernos socialistas. El PSOE había aprobado políticas
públicas socialdemócratas, introduciendo las más grandes reformas del período
democrático. Yo les ayudé, y me alegra haber contribuido a introducir el
concepto y la realidad del cuarto pilar del bienestar (aun cuando yo había
sugerido que incluyera el derecho a las escuelas de infancia y a los servicios
domiciliarios; solo aceptaron los servicios domiciliarios). Pero su conversión
posterior al neoliberalismo generó una de las mayores protestas que España haya
visto en su período democrático, el 15M, que denunció la falta de democracia,
responsable de que se aplicaran las políticas públicas neoliberales que carecían
de mandato. Su eslogan “no nos representan” lo decía todo.
El inicio del
proceso de democratización del Estado
De ahí el gran
apoyo que ofrecí al 15M, escribiendo el libro que hicimos Juan Torres y yo, Hay
alternativas, que el 15M hizo suyo, un movimiento este que dio pie al
surgimiento de Podemos. Fue un tsunami político. Cinco millones de votos en
solo dos años. Era la voz de la protesta. Y lo continúa siendo. Con el añadido
de que sus propuestas eran propuestas viables, como lo han mostrado donde han
gobernado, como en Barcelona y en Madrid. En alianza con una Izquierda Unida
renovada, la coalición UP y sus confluencias –En Comú Podem en Catalunya y En
Marea en Galicia–, se han convertido en el mayor motor de cambio. Y una muestra
de este cambio ha sido la influencia de UP en el PSOE, que causó una rebelión
de sus bases, que eligieron a Sánchez, el candidato contra el aparato, el cual
continúa fuerte y puede forzar una alianza con Ciudadanos, a no ser que UP
aumente su base electoral para neutralizar esta posibilidad.
Como motor de
cambio, UP y sus confluencias lideraron el rechazo a la corrupción del gobierno
Rajoy que condujo a su caída. La expulsión del gobierno Rajoy, debido a su
corrupción (que ha caracterizado a las derechas españolas gobernantes,
incluyendo las catalanas), se dio como resultado de una alianza de todas las
fuerzas que habían luchado contra la dictadura, en contra de los que eran los
herederos del régimen de 1939, el PP (apoyados por la primera escisión de tal
partido, que en realidad fue Ciudadanos, y que constituyen, entre ambos, la
derecha neoliberal).
Por otra parte,
esta victoria frente a los nacionales españolistas (tal como se definieron
entonces y se definen ahora las derechas españolas) permitió a las fuerzas
democráticas dar pie a que aparecieran otras alternativas a las que habían
gobernado España durante tantos años. Y una petición de las izquierdas
(liderada, de nuevo, por UP) ha sido que se reviertan las políticas
neoliberales que han causado tanto daño. Ha sido, con ello, una reproducción de
lo ocurrido en 1936. La apuesta por una agresiva “defensa de la unidad de
España” por parte de la derecha oculta su defensa feroz del status quo, que es
la continuación hoy del neoliberalismo. Vox es la versión más acentuada de lo
que también sostienen los otros dos partidos neoliberales (PP y C’s). Su
programa económico, de claro tono trumpiano, es el neoliberalismo fascista
llevado al extremo. Son, así pues, la revitalización de los “nacionales”, del
fascismo que ganó en 1936 y puede ganar ahora.
A instancias de UP
se intenta desarrollar la plurinacionalidad del Estado español. Ahora bien, un
gran impedimento para que ello tuviera lugar ha sido la dirección del bloque
independentista en Catalunya, que, en su estrategia del “procés”, ha antepuesto
sus intereses partidistas y su propia hostilidad hacia el concepto de
plurinacionalidad (en España y en Catalunya), al proyecto reformista del
Estado, propuesto por UP (y acompañado por la propuesta de presupuesto más
progresista para Catalunya y el resto de España). Su oposición ha impedido
poder conjugar la justicia social con la plurinacionalidad, proyecto
republicano español que hoy solo defiende UP. De ahí la gran necesidad de
apoyar a tal formación política.
Espero que estas
líneas ayuden a la gente joven de todas las edades a recuperar la historia de
este país, añadiendo su voz a la de los que lucharon tanto para llegar donde
estamos hoy. Es esencial que Unidas Podemos y sus confluencias aumenten su
capacidad de influencia en nuestra sociedad. A pesar de los errores, que han
sido muchos, continúa siendo el único instrumento válido motor del cambio en
nuestro país.
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