LAS GUERRAS ‘JUSTAS’ NO EXISTEN
EDUARDO SANGUINETTI
Oigo a
diversos grupos hablar de paz con el rostro enrojecido de odio, desprecio,
intolerancia, orgullo, desdén, por una verdad que creen poseer, la verdad del
día, con la envergadura que puede dar lo transitorio.
Hay
gente que lucharía por la paz ¿no están ciegos, acaso, los que matarían por la
paz?
El
enemigo del hombre sigue siendo el hombre mismo, con sus mismos prejuicios,
orgullo, soberbia, egoísmo, mezquindad, intolerancia, odio y el resto. Toda guerra
es una derrota de nuestra condición de “ser” humanos. La guerra no es más que
una inmensa manifestación en el género dramático de esta comedia burlesca y
vacía que nos ofrecen a diario y en todas las latitudes los conflictos armados
puestos en acto alrededor del planeta.
Riyad
Mansour, observador del Estado de Palestina ante la ONU, acusó días pasados a
Israel de crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad, terrorismo de
estado y la violación sistemática de los derechos humanos, durante una sesión
del Consejo de Seguridad. Pero las palabras del representante palestino no han
movilizado a los representantes del Consejo a promulgar una resolución que
pusiera fin al infierno en el que intentan existir 1.700.000 palestinos, bajo
el ataque israelí.
Otro
tanto aconteció en la Cumbre del grupo BRICS, en la declaración final del 16 de
julio, no asumiendo una postura directa sobre la guerra en curso.
Lo
manifestado solo demuestra que las naciones que componen el BRICS no intentan
ni desean desafiar al imperio, pues podían vetar una resolución que exija el
cese de la masacre en Gaza.
Palestina
al finalizar la denominada guerra fría, ha quedado aislada, sin una potencia
que la respalde en sus prisas y necesidades de pueblo huérfano. Es asolada por
el permanente accionar de su vecino, el estado de Israel, el portaviones de
Estados Unidos en Medio Oriente.
No
tengo dudas de que solo la indignación de cientos de millones puesta en acto
alrededor del mundo, podrá torcer la proa del destino de Palestina (un pueblo
en vías de extinción), forzando a los especulativos gobiernos del mundo a poner
fin a este holocausto; parece que el gobierno sionista de Hollande lo sabe, por
eso prohibió toda manifestación propalestina en el territorio de Francia.
Netanyahu
—quien dimitió del gobierno de Sharon por oponerse a la retirada de Gaza en
2005— está legitimando su acción de masacrar al pueblo palestino, con el
apuntalamiento de su fiel aliado Estados Unidos, lanzando una operación de
“castigo ejemplar”, cual deidad suprema, contra toda la población civil de una
franja sometida desde hace años a un bloqueo similar a los asedios de la Edad
Media.
Si
Inglaterra hubiera respondido del mismo modo que Israel a los ataques del IRA,
que permanentemente accionaba de manera similar al grupo Hamas, debería haber
bombardeado Irlanda, masacrando la población civil; lo mismo con el ETA, España
debería haber bombardeado los países vascos. Recuerden que el solo hecho de
haber tomado una medida, enviar una fuerza especial para reprimir a este grupo
de guerrilla, fue calificada como “terrorismo de estado” por el parlamento
español, truncando la reelección del entonces primer ministro Felipe González.
Y
me pregunto: ¿cuántos niños se cree Israel con derecho a asesinar “en defensa
propia”? Un miserable argumento o justificación de un estado de fanáticos y
dementes.
De
todos modos cuando terminen con Palestina, ¿qué territorio pretenderán invadir
como “pueblo elegido” de un dios de venganza y odio?
Mis
estimados lectores: las “guerras justas” no existen.
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