domingo, 13 de octubre de 2024

ISRAEL HA CONVERTIDO GAZA EN UNA FOSA COMÚN

 ISRAEL HA CONVERTIDO GAZA EN   UNA FOSA COMÚN

902 familias han sido completamente borradas

 del Registro Civil

MAHMOUD MUSHTAHA

Civiles en Gaza caminando junto a los cuerpos sin vida de

personas que han fallecido bajo los ataques israelís

Las calles de Gaza, antes rebosantes de vida, se han convertido en ecos huecos de una ciudad que ya no se reconoce. El ritmo familiar de la existencia cotidiana –niños corriendo por estrechos callejones, familias reunidas en torno a humildes comidas, vecinos intercambiando saludos– ha sido sustituido por un silencio inquietante. En sólo un año, Gaza se ha transformado en un cementerio de vidas destrozadas y futuros robados a manos de soldados israelíes con el apoyo inquebrantable de Estados Unidos.

Detrás de las cifras oficiales –902 familias borradas del registro civil, más de 41.000 muertos, entre ellos 17.000 niños y 11.000 mujeres– hay historias de gente corriente que sólo soñaba con sobrevivir. Ahora se ven reducidas a sombrías estadísticas en una narrativa global que a menudo pasa por alto el coste humano de la guerra. Mientras el Gobierno ultraderechista de Israel intensifica su campaña genocida, el dolor de Gaza persiste. La desgarradora realidad de lo que significa perder no sólo individuos, sino familias enteras, legados enteros, aniquilados en cuestión de instantes.

Una pérdida colectiva: el caso de la familia al-Kurd

La familia al-Kurd, como muchas otras, vivía modestamente en un pequeño apartamento en Beit Lahia, al norte de Gaza. No eran políticos; no se dedicaban a otra cosa que a criar a sus hijos y soñar con días mejores. Mariam es la única superviviente, porque estaba fuera de Gaza cuando empezó la guerra. Su familia –trece miembros en total– murió en un ataque aéreo contra su casa. “Ni siquiera tengo un cuerpo que enterrar”, dijo Mariam a CTXT, con voz temblorosa. “Me dijeron que la casa se derrumbó al instante y que no quedaba nada que recuperar. Es como si los hubieran borrado de la existencia”.

El ataque aéreo que asesinó a toda la familia al-Kurd formaba parte de un bombardeo de mayor envergadura, como muchos otros que han tenido como objetivo sistemático zonas residenciales, y que han acabado con familias enteras en un abrir y cerrar de ojos. Mariam es ahora la única que queda de su familia, un fantasma viviente de lo que una vez fue.

“No sé cómo explicarlo”, dice. “Un día tenía una familia y al día siguiente soy la última que queda. Mi hogar ha desaparecido. Los recuerdos de mi infancia, mis raíces... todo ha desaparecido”.

El olor de la muerte: Los cementerios de Gaza

Más de 10.000 personas siguen desaparecidas, probablemente atrapadas bajo los escombros

Cuando las bombas cayeron en Gaza, no sólo derribaron edificios: sepultaron vidas enteras. Más de 10.000 personas siguen desaparecidas, probablemente atrapadas bajo los escombros de lo que fueron sus hogares. La devastación ha convertido grandes zonas de Gaza en un cementerio, no sólo de cadáveres, sino también de esperanzas, sueños y futuros. Caminando entre las ruinas, es difícil no sentir que la propia Gaza se ha convertido en una inmensa tumba abierta.

Abu Jamal, de 58 años, lleva meses viviendo en un refugio improvisado. Su mujer, sus tres hijos y sus nietos quedaron sepultados bajo los escombros de su casa por un ataque aéreo. Él estaba  recogiendo comida cuando cayeron las bombas.

“Lo perdí todo”, contó Abu Jamal a CTXT, con los ojos llenos de lágrimas. “No estaba allí para protegerlos. No estaba allí para despedirme”.

“No hay ninguna tumba que pueda visitar, ningún lugar donde llorarlos”

Las bombas no sólo destruyeron su casa, sino a toda su familia. Ahora vive en una tienda de campaña proporcionada por organizaciones de ayuda humanitaria, muy lejos del hogar que construyó con sus propias manos. “Todos los días espero. Espero noticias de que han encontrado sus cuerpos, para poder enterrarlos. Para poder despedirme de ellos como es debido”, afirma.

Para Abu Jamal, cada día que pasa sus heridas se hacen más profundas. “No hay ninguna tumba que pueda visitar, ningún lugar donde llorarlos. Es como si nunca hubieran existido, y eso es lo más duro”.

La desaparición de familias

El borrado completo de 902 familias del registro civil de Gaza es quizá la estadística más escalofriante de este genocidio. No es sólo que hayan muerto individuos, es que familias enteras han sido borradas de la faz de la tierra. No hay supervivientes que perpetúen el apellido, ni nadie que pueda transmitir historias o tradiciones. Es un genocidio isralí no sólo de personas, sino de historia, memoria e identidad.

No hay supervivientes que perpetúen el apellido, ni nadie que pueda transmitir historias o tradiciones

El doctor Samir Ali, psicólogo que ha pasado el último año trabajando con supervivientes de la guerra explica a CTXT que “el impacto psicológico de este genocidio se dejará sentir durante generaciones. Cuando pierdes a toda tu familia, tu sentido del yo queda destrozado. No queda nadie para recordar contigo, nadie para compartir tu dolor. Estos supervivientes no sólo lloran a sus seres queridos: lloran toda su existencia”.

Ali ha estado trabajando con Mariam al-Kurd para ayudarla a superar la pérdida de toda su familia. “No está sola”, explica. “Hay muchos como ella: personas que han perdido a todos sus seres queridos, que ahora existen en una especie de limbo emocional, inseguros de cómo seguir viviendo”.

Los niños de Gaza: crecer en una zona de guerra

Entre las pérdidas más desgarradoras están las de los niños de Gaza. Más de 17.000 niños han muerto en el último año, y muchos más han resultado heridos, traumatizados o huérfanos. Los que sobreviven tienen que enfrentarse a un mundo que les ha robado la inocencia y los ha empujado a una realidad brutal.

“Dejó de hablar el día que enterramos a su madre”

El 12 de noviembre me reuní con Lina, una niña de 10 años que vive con su tía tras haber perdido a sus padres en un ataque aéreo. Lina ya no habla mucho; sus ojos tienen la mirada hueca y distante de una niña que ha visto demasiado. “Dejó de hablar el día que enterramos a su madre”, me dijo su tía, con lágrimas en los ojos. “Ahora sólo mira el mar. No sé si volverá a ser la misma”.

La historia de Lina no es única. Miles de niños de Gaza crecen ahora sin padres, sin hogar y sin ningún sentimiento de seguridad. Las cicatrices psicológicas de vivir una guerra de esta magnitud marcarán a toda una generación.

Para muchos habitantes de Gaza, el genocidio dista mucho de haber terminado. Incluso cuando las bombas dejan de caer, el bloqueo continúa, atrapando a casi dos millones de personas en lo que en la práctica es una prisión al aire libre. La crisis humanitaria se agrava día a día, y los alimentos, el agua y los suministros médicos escasean. Los hospitales están saturados de heridos y las infraestructuras básicas se han derrumbado bajo la presión de los constantes bombardeos.

A Sameh Esleem, un joven padre de tres hijos, un ataque aéreo le destruyó toda la casa. Ahora, él y sus hijos viven en la escuela de Zahar, al sur de Gaza. “No sé cuánto tiempo podremos sobrevivir así”, dijo a CTXT. “No tenemos comida ni agua. Mis hijos están enfermos y no hay medicinas para tratarlos. Estamos olvidados”.

La familia Esleem ha visto horrores inimaginables. La esposa de Majed murió en la redada, y su hija menor, Amna, de sólo seis años, ha dejado de hablar desde el ataque. “Se despierta todas las noches gritando”, dice Majed, con la voz quebrada. “Me pregunta dónde está su madre, y no tengo respuesta”.

A pesar de la magnitud de la devastación, la respuesta internacional a la difícil situación de Gaza ha sido en gran medida silenciosa. Los líderes mundiales han expresado su preocupación, pero las medidas concretas para poner fin al sufrimiento han sido mínimas. La ayuda humanitaria llega a cuentagotas, pero ni de lejos es suficiente para hacer frente a las inmensas necesidades de una población al borde del colapso total.

Los habitantes de Gaza se sienten abandonados por el mundo, abandonados a su suerte en un conflicto que no han elegido. “¿Dónde está la indignación?”, pregunta Majed Safar. “¿Dónde están los gobiernos que dicen preocuparse por los derechos humanos? ¿Por qué siempre se olvida a Gaza?”.

“El impacto psicológico de esta guerra se ve agravado por el sentimiento de abandono”

El doctor Samir Ali se hace eco de este sentimiento. “El impacto psicológico de esta guerra se ve agravado por el sentimiento de abandono”, afirma. “Los habitantes de Gaza no son sólo víctimas de las bombas y las balas: son víctimas de sus gobiernos palestinos ante la apatía mundial”.

¿Qué queda por decir?

Como periodista, he pasado el último año documentando los horrores de este genocidio, tratando de dar voz a los sin voz. Pero al sentarme a escribir sobre las 902 familias borradas de Gaza, me encuentro sin palabras. ¿Qué más puedo decir después de un año de informar sobre la muerte, la destrucción y la desesperación? ¿Cómo transmitir la enormidad de una tragedia tan profunda que desafía la comprensión?

Para la población de Gaza, la supervivencia ya no consiste sólo en mantenerse con vida. Se trata de recordar

En Gaza, las palabras se perciben cada vez más inadecuadas. La magnitud de las pérdidas es demasiado grande, el dolor demasiado profundo. Cada día hay más muertes, más destrucción, más vidas destrozadas. Y, sin embargo, el mundo guarda silencio.

Para la población de Gaza, la supervivencia ya no consiste sólo en mantenerse con vida. Se trata de recordar: recordar los nombres de las 902 familias que han sido borradas, recordar a los niños que nunca crecerán, recordar las vidas que se vivieron y se perdieron. Se trata de negarse a que este genocidio pase desapercibido, de insistir en que el mundo preste atención, aunque decida no actuar.

En su informe “De-Gaza: Un año de genocidio israelí y el colapso del orden mundial”, el Observatorio Euromediterráneo de Derechos Humanos afirmaque “el 10% de la población de Gaza ha muerto, ha resultado herida, se ha dado por desaparecida o ha sido detenida como consecuencia del asalto militar israelí”.

El informe detalla meticulosamente los actos sistemáticos de genocidio cometidos en Gaza, incluido el asesinato selectivo de civiles en sus hogares, refugios, campos de desplazados e incluso en áreas designadas como zonas humanitarias.

 

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