miércoles, 23 de octubre de 2024

EL PAPEL DE LA IZQUIERDA ANTE LOS BULOS

 

EL PAPEL DE LA IZQUIERDA ANTE LOS BULOS

JUAN ANTONIO DELGADO 

 

Viñeta de Luiso García

Necesitamos construir narrativas potentes y alternativas que hablen de la verdad, pero también proponer soluciones que desactiven no solo los bulos, sino también el miedo que la ultraderecha busca instaurar en la sociedad

Este artículo surge de una reflexión durante la Universidad de Otoño de Podemos, celebrada este fin de semana, donde se abordó la estrategia de la ultraderecha y su uso sistemático de los bulos. En una de las mesas de debate, se analizó cómo los bulos, más allá de ser simples mentiras, se han convertido en un instrumento clave para desestabilizar gobiernos progresistas e instituciones democráticas. Es una estrategia perfectamente diseñada, que busca dividir a la gente trabajadora y propagar el miedo y el odio hacia colectivos indefensos. Ejemplos recientes como los ataques mediáticos contra Cristina Kirchner en Argentina o los constantes bulos contra Podemos y Pablo Iglesias son prueba evidente de ello.

Los bulos, en su inmensa mayoría —según acredita la comunidad científica—, provienen de la derecha y la extrema derecha. Su objetivo es claro: generar confusión y temor entre la ciudadanía con fines puramente electorales. No se trata de errores o malentendidos, sino de un uso deliberado de la desinformación como estrategia política. Un ejemplo clásico es el relacionado con las personas migrantes. La narrativa xenófoba repetida hasta la saciedad afirma que los inmigrantes vienen a “quitarnos el trabajo”, a “cometer delitos” o a “violar a nuestras mujeres en manadas”, infundiendo miedo en la población para luego presentarse ellos como los salvadores, prometiendo represión indiscriminada. Está claro que es una estrategia cruel y peligrosa que siembra división y odio en la clase trabajadora, pero que, desgraciadamente, sigue siendo efectiva para la ultraderecha. Solo hay que mirar el panorama internacional para comprobarlo.

Este no es el único ámbito en el que la ultraderecha opera a través de bulos. También los hemos visto en temas como los derechos sociales y el feminismo o durante la pandemia con los bulos sobre los supuestos chips que nos introducían con la vacuna para controlarnos. En todos estos casos, el objetivo es el mismo: infundir miedo para movilizar electoralmente a cuanta más gente mejor. Y esto genera un problema para la izquierda: la continua necesidad de desmontar estas mentiras.

Un problema que se discutió en la Universidad de Otoño, y que comparto completamente, es la trampa en la que muchas veces cae la izquierda: la de pasar demasiado tiempo y energía desmintiendo bulos. Cada vez que la extrema derecha lanza una nueva mentira, nos vemos obligados a salir a desmontarla, y para cuando lo hemos hecho, ya están lanzando otra. Este ciclo perpetuo de reacción no solo consume recursos y nos quita tiempo, sino que nos coloca en una posición defensiva.

Desmontar bulos es importante, pero debemos ser capaces de marcar la agenda y no solo reaccionar ante ella

Creo que es necesario que la izquierda encuentre nuevas formas de afrontar esta amenaza sin quedar atrapada en el simple desmontaje de bulos. Contamos con una rica red de intelectuales, periodistas comprometidos, juristas y artistas que pueden ayudarnos a construir un discurso innovador y propositivo que no solo rebata las mentiras, sino que también ofrezca una visión clara y esperanzadora de futuro. Desmontar bulos es importante, pero debemos ser capaces de marcar la agenda y no solo reaccionar ante ella.

La extrema derecha no actúa sola en esta estrategia de los bulos. Detrás de ella hay un entramado de poderes económicos y mediáticos que financian y difunden estas mentiras, porque saben que sus intereses están en peligro si un gobierno progresista (de los de verdad) llega al poder. Estos poderes, siempre alineados con el statu quo, ven amenazados sus privilegios y recurren a la desinformación para protegerlos. Esto se refleja en los enormes recursos económicos destinados a medios digitales y tradicionales, que amplifican los mensajes de la ultraderecha.

Sin embargo, no solo es una cuestión de dinero. La ultraderecha también cuenta con el apoyo de ciertos sectores de las élites del Estado, como ocurre en las fuerzas y cuerpos de seguridad. La “policía patriótica”, por ejemplo, llegó a fabricar el informe PISA (Pablo Iglesias Sociedad Anónima), un informe falso que tenía el objetivo de destruir la imagen pública del líder de Podemos.

Esto demuestra que los bulos no son solo un juego mediático; son una operación mucho más compleja, en la que están involucrados algunos miembros del Estado profundo de las fuerzas de seguridad o del poder judicial, dispuestos a colaborar en la creación y difusión de mentiras.

Frente a esta maquinaria de desinformación, la izquierda tiene el reto de no quedarse únicamente en la réplica. Necesitamos construir narrativas potentes y alternativas que hablen de la verdad, pero también proponer soluciones que desactiven no solo los bulos, sino también el miedo que la ultraderecha busca instaurar en la sociedad.

La lucha contra los bulos no solo es una lucha por la verdad, sino una batalla por la democracia misma. Y en esa batalla, no podemos permitirnos estar siempre un paso atrás.

El 15M es un ejemplo de cómo una movilización ciudadana masiva, con ideas claras y una energía transformadora, fue capaz de dejar noqueada a la derecha y a la extrema derecha

Desactivar bulos es imprescindible, pero la izquierda no puede limitarse a reaccionar. La solución no es fácil, y aún no está claro qué tipo de iniciativas concretas debemos implementar, pero está claro que debemos hacerlo. Y debemos recordar que, en este país, la izquierda ya ha demostrado su capacidad de tomar la iniciativa. El 15M es un ejemplo de cómo una movilización ciudadana masiva, con ideas claras y una energía transformadora, fue capaz de dejar noqueada a la derecha y a la extrema derecha. Movimientos como el 15M nos deben servir de referencia. La izquierda debe volver a marcar la agenda política. No podemos seguir a la defensiva; tenemos que tomar la iniciativa y proponer un nuevo futuro que supere el miedo y las mentiras.

Este es el reto que tenemos por delante: no solo combatir los bulos, sino generar esperanza. Porque el verdadero cambio vendrá de nuestras ideas y nuestra capacidad de movilizar a la mayoría social, y en eso hemos demostrado, una y otra vez, que podemos hacerlo.

 

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