sábado, 28 de enero de 2023

EL CAPITALISMO DESPIADADO Y LA MELODÍA DE MERCADONA

 

EL CAPITALISMO DESPIADADO Y LA 

MELODÍA DE MERCADONA

No es que sea muy de números ni de ciencias, pero no hace falta serlo para saber que nos toman por idiotas y que nos roban en nuestra cara.

ANITA BOTWIN

Piquete Valencia Mercadona

Decía Joan Roig que a los pobres les gusta comprar barato, pero lo que no sabe el dueño de Mercadona es que a los pobres les gustaría aún más poder comprar alimentos de calidad y preferiblemente que no les timaran por acceder a ellos.

Porque hay que decirle a Roig que su leche más vendida hace un año costaba en los supermercados 60 céntimos el litro y en diciembre ya estaba por los 95 céntimos. La cuarta persona más rica en el Estado español no lo es por su cara bonita, sino que tiene algo más que ver con incrementar en un 500% los precios para los consumidores en la venta final.

 

Por todo eso y por subir el precio de los alimentos cuando se ha producido la bajada del IVA por parte del Gobierno, Joan Roig es cuanto menos un capitalista despiadado, una descripción que se me queda corta y seguro que a la madre que va a comprar el potito que ahora cuesta el doble que hace un mes estará de acuerdo conmigo. Porque lo llamarán subir beneficios o aumentar la cuota de mercado, pero a eso en mi barrio se le llama robar de toda la vida.

 

El otro día fui a una charla literaria y el escritor que exponía hablaba de que vivimos en un sistema (capitalismo) que todos habíamos elegido después de todo y yo me pregunté si eso realmente era así

Disculpen que sea de letras y no sepa de beneficios o de Ibex 35, pero sé lo básico y eso pasa por ver que la mayoría de la gente estamos haciendo malabares más peligrosos que los del Circo del Sol para llegar a fin de mes y que eso se produce al mismo tiempo que las grandes empresas siguen siendo grandes o lo son más aún. Es decir, nos atamos el cinturón por la inflación o la guerra o vaya usted a saber, mientras siempre hay unos cuantos que siguen viviendo a cuerpo de rey, pero qué sabré yo si soy de letras. Entonces yo, como les digo, no es que sea muy de números ni de ciencias, pero no hace falta serlo para saber que nos toman por idiotas y que nos roban en nuestra cara, solo que a ritmo de la canción de Mercadona, bien pegadiza dicho sea de paso.

 

A los empleados de Mercadona no debe hacerles tanta gracia esa canción del infierno, pero sobre todo lo que no les hace ninguna gracia son las condiciones laborales a juzgar por las denuncias que han difundido en redes sociales, en las que entre otras cosas han hablado de la dificultad para poder cogerse bajas. No hay que ser muy suspicaz para saber que el modelo de riqueza de Roig pasa por la explotación laboral y poner trabas a que sus trabajadores estén sindicados, algo que no debería permitirse en un estado que se dice demócrata y garantista de los derechos sociales. Como digo, la explotación laboral a esta y otras empresas es algo que se viene denunciando en redes sociales, pero también en el programa Salvados que hizo Jordi Évole sobre la empresa de Juan Roig en 2017.

 

El otro día fui a una charla literaria y el escritor que exponía hablaba de que vivimos en un sistema (capitalismo) que todos habíamos elegido después de todo y yo me pregunté si eso realmente era así, si alguien nos había puesto unas urnas para elegir qué modelo económico preferíamos o si acaso no era ese el único modelo impuesto que yo conocía desde que tenía uso de razón. El capitalismo es un sistema despiadado que deja atrás a personas en los márgenes y las olvida, no las protege por mucho que diga hacerlo. Es una rueda de hámster en la que la mayoría produce y consume sin descanso para que unos pocos puedan llenarse los bolsillos.

 

Desde varios medios se han quejado de que los militantes de Unidas Podemos han insultado a Joan Roig y Mercadona. La mayoría de medios han añadido que insultar o criticar no es el camino y en eso estoy de acuerdo porque lo ideal sería que desde mañana ninguno de nosotros fuéramos a comprar ni uno de sus productos y que empezáramos a hacerlo donde se nos respetara. En ese sentido sería interesante fomentar otro tipo de consumo cooperativo y público y exigir a las Instituciones que topen los precios de la compra.

 

Eso dolería mucho más.

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