martes, 14 de septiembre de 2021

JUAN CARLOS I Y DON QUIJOTE EN LA CAMPIÑA SUIZA

 

JUAN CARLOS I Y DON QUIJOTE 

EN LA CAMPIÑA SUIZA

La historia del maletín con 1.895.250 dólares. Avance del libro ‘El rey al desnudo. Historia de un fraude’

ERNESTO EKAIZER

Este jueves 17 de junio sale a la venta el libro El rey al desnudo. Historia de un fraude (Editorial Random House Bruguera), del periodista y escritor Ernesto Ekaizer. La obra condensa su investigación en Madrid y Ginebra sobre la transferencia de 100 millones de dólares de Arabia Saudí a la cuenta de la fundación Lucum, propiedad de Juan Carlos I, el 8 de agosto de 2008, y la relación sentimental y de negocios con su amante Corinna zu Sayn-Wittgenstein, imputada en el procedimiento helvético.

“Es hora de desmitificar una época y construir un nuevo mito desde el arroyo hasta las estrellas”, escribe James Ellroy en América, una de las novelas de su Trilogía Americana. Esa época era la de John Kennedy, a la que se bautizó como Camelot, la fantástica e imaginaria ciudad-fortaleza del rey Arturo y sus caballeros de la mesa redonda dedicados, circa 1200, a hacer el bien.

 

“La auténtica trinidad de Camelot era esta: dar Buena Imagen, Patear Culos y Echar Polvos. Jack Kennedy fue el testaferro mitológico de una página especialmente jugosa de nuestra historia. Fue asesinado en el momento óptimo para asegurarse la santidad y en torno a su llama eterna siguen girando las mentiras”, concluye el escritor norteamericano.

 

¿Qué se encontrará el lector si opta por emprender el viaje de la lectura de El rey al desnudo?

 

Las escenas del fraude del rey Juan Carlos I, quien hasta su abdicación en junio de 2014 estaba protegido por la inviolabilidad constitucional, el mismo que, desde entonces, en su condición de rey emérito y aforado, puede ser juzgado por presuntos delitos, civiles y penales en la Sala Segunda del Tribunal Supremo.

 

 

 

Siempre se puede optar, como han hecho importantes e influyentes personalidades en España, por cerrar los ojos ante estos hechos y erigir un estado de negación.

 

En el capítulo XXII de la primera parte de la novela de Cervantes, don Quijote, al cruzarse con los galeotes, le dice al comisario que custodia a Ginés de Pasamonte:

 

“Allá se lo haya cada uno con su pecado: Dios hay en el cielo, que no se descuida de castigar al malo ni de premiar al bueno, y no es bien que los hombres honrados sean verdugos de los otros hombres, no yéndoles nada en ello. Pido esto con esta mansedumbre y sosiego, porque tenga, si lo cumplís, algo que agradeceros; y cuando de grado no lo hagáis, esta lanza y esta espada, con el valor de mi brazo, harán que lo hagáis por la fuerza”.

 

Podemos imaginar al glorioso hidalgo saltar desde la Mancha a la campiña suiza en los primeros días de abril de 2010. Se cruza allí con Juan Carlos I, que viene de hacer una escala en su viaje a Oriente Próximo. Lleva un maletín repleto con billetes. Son 1.895.250 dólares. Un “regalo” del sultán del Reino de Bahréin, Hamad bin Isa Al Jalifa.

 

Va Juan Carlos I camino de la mansión de su gestor, Arturo Giancarlo Fasana, quien le espera para almorzar y hacerse cargo del maletín. Lo depositará en el banco Mirabaud de Ginebra el 7 de abril de 2010.

 

Aquí, entre nosotros, parafraseando a Ellroy, es hora de desmitificar a un personaje inserto en una época, pero sin necesidad de construir nuevos mitos desde el arroyo hasta las estrellas

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