lunes, 27 de septiembre de 2021

DE BANCOS

DE BANCOS

AIZPURUA tar JOSU Mª

Los viejos a los que nos falla el fuelle o las piernas, vemos los bancos del camino como un oasis de salvación, y la C19 nos ha arrebatado el paseo largo, con bancos, para hoy realizar una carrerilla corta alrededor de la casa, temerosos de contagios y triste en su esencia.

Pero ya vacunados, comenzamos los paseos y tratamos de elegir el mejor banco.

Yo, de natural introvertido y siempre sumido en pensamientos varios, elijo aquel que se encuentra vacío, pero casi siempre se me sientan al lado algunos conocidos y otros por conocer. No hay bancos para todos, pero es que algunos los toman como un lugar para socializar.

Y en esas estaba, pensamiento al viento, cuando...

·       Que pasa vasco ¿No te comió la Covid?

·       Ya ves que no y a ti tampoco por lo que veo.

·       No: si tu acabarás en el asilo y las monjas españolas ya te esperan y no te cambiarán el pañal y pondrán tu silla en la TV frente a la pared ¡las vas a pasar putas! Je,je,je. No me siento pues voy al Monumento con los fetén a cantar un Cara al Sol. Nos vemos.

Este hombre facha, viejo nostálgico, me amarga las sentadas pues veo en él a esa masa de ignorantes que escupen al cielo, pero aún no descansé suficiente y sigo sentado y ensoñando.

Se acerca renqueante un viejecito con cachaba y se sienta a mi lado, pero dejando un buen espacio.

·       Buenas señor.

·       Muy buenas.

Tras un largo silencio y los intentos de entablar conversación del recién llegado; se abre:

·       Pues verá usted; yo soy un godo, de Valladolid, que al final me jubilé en Tenerife y ya no me quise marchar. Le leo a usted en donde el Herreño del Toscal, y me asombro de lo que dicen. Nunca lo hubiera imaginado.

·       No sé si eso es bueno o es malo para mí, pero gracias por leerme y no insultarme.

·       No, no; si me gusta lo que dice, pues me parece que busca otro camino. Cuando estaba en activo me hubiera preocupado, pero en esta árida vejez agradezco que me muevan las neuronas.

Otro encachavado, se acerca motivado por un banco con conversación, pues en algunos nadie contesta a nadie y permanecen como la estatua de la “tetona”.

·       Con su permiso señores, que vengo derrengado, la medicina del colesterol me deja…

·       En este banco está prohibido hablar de enfermedades.

·       ¿Y de que hablan ustedes?

·       Del Gobierno, de mujeres, y de viagras.

·       ¡No me lo puedo creer! Que interesante, sigan, sigan.

Se quedó un poco cortado, pero como nadie arrancó; comenzó él, hablando de mujeres.

·       ¿No conocerán a la Reme?...

Y nuestro banco se llenó, incluso había corro a su alrededor.

Me levante sigiloso y uno se sentó raudo, mientras yo me alejaba dolido pues el tema no era de conversación adecuada, más bien de sexo-ficción, y aquellos abueletes se salían del control y no hacían como los vascos, que están todo el día manifestándose por todo lo que se menea… y su pensión.

¡Que bien colonizaron a Canarias! Nadie se atreve a cuestionar, ni siquiera a plantear. El miedo a la delación del vecino, que casi siempre es godo, los paraliza, los transparenta, los sume en una posición silente casi de estatua. Es lo que tienen las islas; que se conocen todos.

Aquí hay una mano negra que señala al que no traga con pulpo animal doméstico, o se da la vuelta y ve Marruecos en vez de Castilla. ¡Que cruz vivir en Santa Cruz.

 

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