VUELVEN LOS INTOXICADORES TITULARES
JUAN TORTOSA
Cuando llegue septiembre todo será maravilloso, decía una canción de los tiempos del franquismo. Jamás fue verdad, pero ahora es más mentira que nunca.
En septiembre vuelven los intoxicadores titulares: Ana Rosa, Susana, Antonio y Ana, Federico, Eduardo, Vicente, Carlos Primero y Carlos Segundo, Carlos Tercero en el TD2, Mari Ángeles... Morenos y vitaminados ellos y ellas! Que el señor nos coja confesaos! Aunque mejor sería que nos cogiera dispuestos a plantarles cara, ¿no?
Querrán copiarles
el incompetente de Marc Sala, con una Silvia Intxaurrondo tan cabal como
desubicada. Ana Blanco ya no, por fortuna (me han hecho mucha gracia buena
parte de los hipócritas panegíricos que le han dedicado), el gallego Xabier
Fortes intentando mantener el tipo haciendo equilibrismos imposibles, y una
Sonsoles Ónega convertida en star system nada dispuesta a perder la posibilidad
de seguir escalando, un Joaquín Prat tan corto como atrevido, una Helena Resano
que se encuentra en la misma tesitura que mi querida Sandra, intentando hacer
un buen trabajo pero sabiendo muy bien las cosas que se dejan fuera y no
cuentan; un Pablo Motos que, al paso que va haciendo la pelota a quien le
ordena Mauricio Casals que lo haga, va a acabar con las reservas de jabón del
país...
Y en medio de todo esto, el Wyoming, la coartada progre, que él sabrá hasta cuándo está dispuesto a mantener. Y esa Asociación de la Prensa mirando siempre hacia otro lado, provocando la vergüenza y la indignación de buena parte de los indolentes que aún seguimos pagando la cuota por pura pereza, y ese Marhuenda, y ese tal Manso, el de El Mundo (que ha hecho bueno a Paco Rosell) compitiendo a ver quién es más burdo y peor periodista, y ese ABC, y ese "riguroso" Vocento al completo, tocando a rebato sin parar contra el Gobierno de coalición como el Grupo Joly, como La Voz de Galicia, como el grupo Prensa Ibérica, que ha conseguido acabar con la escasa prestancia que le quedaba al Periódico de Catalunya, y ese Jesús Cacho, ese Fernando Jáuregui, ese Pedrojota, ese Pablo Sebastián, cada uno de ellos conspirando con su respectivo periódico digital, inasequibles al desaliento, cortocircuitando la posibilidad de que el periodismo en redes pueda ser decente aunque sea de derechas... Y eso sin contar con los Naranjos, Alvises, Bustos, Negres y compañía.
Buscadme diez
medios honestos y no quemaré Sodoma. Hasta La Vanguardia, referente del que me
niego a prescindir, me despacha a traición trágalas impresentables defendiendo
al rey emérito, hasta El País de mi admirada Pepa Bueno, quien se está dejando
la piel intentando hacer el periodismo que sabe hacer, acusa carencias que sin
duda tendrían mercado, porque continúa existiendo mercado para historias
sabrosas aunque no sean políticamente correctas, para el periodismo de siempre
en definitiva. Algún día será.
Y en las
redacciones, soldados desconcertados viven sin vivir en ellos, intentando
entender y asumir que quien paga manda y no se le puede dar más vueltas, y esos
becarios recién llegados descubriendo que los han estafado después de cuatro
años de facultad donde no han aprendido nada de lo que necesitan saber, entre
otras razones porque pocos o ninguno de los profesores que han tenido a lo
largo de sus cuatro años de carrera saben lo que es hacer un reportaje: no
pisaron un charco informativo en su vida y tienen en sus manos, en el acta de
calificaciones, el poder de decidir quiénes serán los que lo hagan, ¿no es todo
maravilloso?
Cuando llegue
Septiembre, como decía la canción, todo será maravilloso. Sobre todo para los
mal llamados "líderes de opinión", que vuelven morenos y vitaminados,
con las pilas bien cargadas para poder así continuar amasando dinero a manos
llenas a cambio de tener sus almas vendidas al diablo sin cargo de conciencia
alguna. Para el resto de pringaos... ajos y agua, solo queda buscarse la vida
como se pueda y donde se pueda. Un panorama alentador.
En septiembre la
ultraderecha mediática ha vuelto con el cuchillo entre los dientes. La
izquierda necesita instrumentos de comunicación para contrarrestar la ofensiva
inmisericorde que se avecina, desmontar bulos, desenmascarar montajes... A día
de hoy, esos instrumentos no solo no existen sino que hasta las televisiones públicas,
que practican una flagrante dejación de sus funciones, contribuyen a la
confusión.
Hay que llegar a la
mayoría. Los podcasts decentes, algunos digitales que hacen un buen trabajo...
son pistolas de juguete frente al fuego de artillería que disparan los medios
distorsionadores, empezando por la televisión pública. Hay que conseguir que la
ciudadanía conozca, como sea, la otra cara de la luna. O eso, o se nos comen
con patatas.
J.T.
No hay comentarios:
Publicar un comentario