EL NOBEL DEBERÁ
SER LA PAZ
POR: ADOLFO PÉREZ ESQUIVEL
La
paz es una dinámica en las relaciones entre las personas y los pueblos, y para
lograrla se necesitan mucho coraje, conciencia crítica y valores, que permitan
silenciar las armas y transformarlas en arados.
Los
52 años de conflicto en Colombia dejaron un saldo de al menos 260.000 muertos,
45.000 desaparecidos y 6,8 millones de desplazados. Los gobiernos invirtieron
aproximadamente 179.000 millones de dólares y perdieron la soberanía colombiana
al dejar a Estados Unidos instalar numerosas bases militares, permitiendo
entrar a sus tropas al país y vendiendo muchas tierras a empresas
transnacionales.
El
26 de septiembre del 2016, luego de 6 años de negociaciones, se firmó el
acuerdo de Paz entre el Gobierno de Colombia y las Farc-Ep, iniciando el fin
del último y más antiguo conflicto armado del hemisferio occidental.
Lamentablemente, esa esperanza por alcanzar la paz quedó congelada el domingo 2
en el plebiscito, al que asistí como observador internacional.
El
No alcanzó el 50,22 por ciento y el Sí, el 49,78 por ciento, lo que puso en
evidencia la polarización de la población, así como también el alto grado de
apatía y descreimiento del 63 por ciento del electorado que no fue a votar,
evitando tomar partido en esta decisión tan importante para el futuro del país.
El
gerente de la campaña del No, Juan Carlos Vélez, reconoció que habían
tergiversado la información sobre los acuerdos para ganar votantes y pidió
perdón por haber confundido a los colombianos. No actuaron solos, algunos
medios de comunicación colaboraron en esta tarea. Pero ya ganado el No; es
bueno saber que todos los sectores respetaron lo trabajado en los acuerdos de
La Habana y están dispuestos a mejorarlo y profundizarlo para encontrar
soluciones consensuadas que permitan una paz legítima y persistente. Colombia
no puede dar un paso atrás y las partes deben asumir su responsabilidad para
buscar la verdad, la justicia y la reparación de las víctimas.
Nunca
los acuerdos son los ideales, son los posibles y en el caminar de la realidad
pueden mejorar, en bien de todo el pueblo. Los desafíos que vienen requieren de
políticas sociales fuertes con apoyo del pueblo y la solidaridad internacional,
que ayuden a reparar el daño a las víctimas directas e indirectas.
En
este sentido, es importante que luego de las Farc-Ep sigan los diálogos entre
el Gobierno y el Eln para desarmar las “conciencias armadas”, así como también
es urgente el desarme de los grupos parapoliciales y paramilitares. Las violaciones
de derechos humanos contra la población, cometida por todas las partes durante
el conflicto, deben ser penadas y reparadas.
La
paz es una dinámica en las relaciones entre las personas y los pueblos, y para
lograrla se necesitan mucho coraje, conciencia crítica y valores, que permitan
silenciar las armas y transformarlas en arados –como lo anunciara el profeta
Isaías– para desarrollar al país bajo un paradigma menos violento y neoliberal,
y construir un horizonte de vida e igualdad.
Felicito
al presidente Santos por lo hecho hasta ahora y por recibir el Premio Nobel de
la Paz, así como a la contraparte, sin la cual no hubiese habido premiación.
Ahora, Santos debe tener presente que el Nobel es una herramienta al servicio
de los pueblos y que todos esperamos que esta designación ayude a encontrar el
premio de la paz que los colombianos merecen.
Hay
mucha gente allí que está trabajando por la paz, como Piedad Córdoba y el padre
Javier Giraldo, entre tantos otros, que se han jugado la vida y vienen trabajando
hace décadas por una Colombia con justicia, con igualdad y respeto a los
derechos humanos. Nadie va a regalar esa Colombia, hay que construirla con
esfuerzo y esperanza. Y todos debemos hacer un aporte, porque la paz en
Colombia es también la paz de nuestra América.
Publicado
en:
http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/el-nobel-debera-ser-la-paz-adolfo-perez-esquivel-columnista-el-tiempo/16722696
No hay comentarios:
Publicar un comentario