AZNAR Y LA CORRUPCIÓN DE LA GÜRTEL
JOSÉ MARÍA CALLEJA
Tenemos
sentados en el banquillo de los acusados a la patulea de corruptos que
asistieron a la boda de la hija de Aznar, ese fondo de armario de imágenes que
tanto juego ha dado a las teles a la hora de informar sobre la corrupción en
España.
Cómo olvidar
aquella imagen de Fraga bamboleante, haciendo el paseíllo acompañado del
bigotes, como si fueran pareja de hecho. Qué me dicen del 'estilazo' con el que
Correa –Gürtel en el sumario–, se mesaba la melena vestido de cobrador del
frac.
Qué momento
aquel de quien fue mano derecha/derecha, de Aznar y alcalde de Pozuelo, Jesús
Sepúlveda, un poco separado ya de Ana Mato, la que fue incapaz de ver un cuatro
por cuatro montado en un Jaguar en el garaje familiar.
Franco eligió y
erigió el Valle de los Caídos para enterrarse lo más cerca posible de Felipe II
y ser así coronado rey, aunque fuera a título póstumo. Aznar se fue al mismo
Escorial, donde yacen los reyes, para entronizarse como autor del milagro español,
del España va bien y entrar en la historia bajo palio. Eso es un relato.
La foto de
todos los corruptos en plantilla del PP, asistiendo engolados a aquel
espectáculo, sirve para una tesis doctoral que podría empezar por la certeza
inamovible de que el hoy y el mañana les pertenecía a los autores del saqueo.
Qué sensación de prepotencia, qué certeza de impunidad, qué seguridad en el
latrocinio.
Aznar, casi más
feliz aún que cuando puso los pies encima de la mesa con Bush, se presentaba,
sobre todo ante sí mismo, y ante la humanidad en su conjunto, como paradigma
del éxito, del triunfo, del milagro. Esta boda era un cuento, el de la
corrupción.
Es curioso cómo
a pesar de todos los paseíllos judiciales, de la diferentes estancias en
diversas cárceles, del bajar esposados de los furgones policiales, de las
sentadas en el banquillo previas a ésta, de buena parte de los asistentes a la
boda, Aznar haya salido indemne de esta gigantesca trama de corrupción.
No se le ha
aplicado la doctrina Trillo, otro, de responsabilidad in eligendo, ni in
vigilando, y eso que la música de la fiestuqui del bodorrio se pudo escuchar
por un "regalo" de 30.000 euros del ala que le hicieron, llámame don
Vito, y bigotes. Dos tipos a los que ningún español en su sano juicio les
pediría fuego si se cruzara por la calle con ellos.
Tampoco parece
salpicarle a Aznar la otra foto, la del juicio de las 'black', con ese Rato,
exautor del milagro económico, el mejor del mundo para Aznar, que lo mismo se
gastaba 3.000 euros en alcohol de una tacada, que compraba objetos religiosos;
con ese Blesa, pasando ahora la mopa, ¡se me caen las lágrimas!, en plena
indigencia, después haber opositado con Aznar como mayor mérito para dirigir
Caja Madrid, después de no saber qué era eso del dinero negro.
La foto es
completa y como hace tiempo que Berlanga se quedó pequeño –imposible superar
los atracos al caloret valenciano--, quedamos a la espera de la sentencia y de
alguien que vincule la trama de corrupción con el jefe de todo: José María
Aznar.
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