“SEXOS DE LA
DIFERENCIA”.
EDUARDO SANGUINETTI,
FILÓSOFO Y POETA RIOPLATENSE
Podría
hablar de la humillación a la que está sometida le pueblo griego, los
asesinatos y desapariciones de ciudadanos de México, el genocidio de palestinos
y sirios, cometido por mercenarios que siembran caos y muerte, entre naciones
que conviven hace siglos, la justicia criminal siempre del lado de los
poderosos, de las democracias fingidas, con sus candidatos de escaparate…
podría hablar de las instancias mercantiles, antepuesta al valor del hambre de
los pueblos, no ignoro que no ignoran quienes llevan a cabo de dibujarnos la
realidad, me refiero a las macrocorporaciones económico mediáticas, al servicio
de gobiernos, instalados por transnancionales que todo lo degradan.
Con
una lucidez tal vez simple, quizás insuficiente, pero en general bastante
clara, comprendo porque las guerras, comprendo que no quieran comprenderlo los
poderosos que dictan y rigen en el planeta… sé que las justificaciones basadas
en ideologías de ocasión, en filosofías con fecha de vencimiento y otras
razones que dan, son coartadas, medio conscientes, nacidas de patologías
diversas, aplicadas a sus “políticas” de exterminio
Cuando
el hombre ya no piensa en las cuestiones esenciales: verdad, libertad, vida,
muerte, los fines primeros y últimos, cuando solo le interesa el destino de una
nación política y sus candidatos fetiche, en democracias procedimentales
fingidas, cuando las grandes cuestiones metafísicas no causan dolor, ni
extrañeza, la humanidad se vuelve bestial… la filosofía postmoderna, hace dos
décadas procuró desembarazarse de la metafísica… física y literalidad ocupan el
lugar de la metafísica y la superficie sustituye a la dimensionalidad del
abismo psicológico y la altura metafísica.
Nunca
hubo, no solo tantos individuos chocantes como en este milenio, sino nunca
hubo, tampoco, más deseo, por parte de tantos individuos, de manifestarse, de
realizarse, en el espacio que sea, incluso el prostibulario, al que se asimilan
las nuevas tendencias de los sexos de la diferencia, son la vanguardia que se
infiltra en el incosciente colectivo de las nuevas generaciones, lanzadas a
trepar la pirámide virtual del éxito y la fama del instante, en que perpetran
los más variados desmanes en las comunidades, víctimas con responsabilidad, en
un evidente cambio de ciclo, en electrólisis de lenguaje, acto y vida de la
humanidad, cocinada en los centros de inteligencia de los imperios, en aparente
confrontación, pero articulados en su legitimidad, adquirida facticamente, … la
denominada diversidad da espacio a la simulación del simulacro, a los sexos de
la diferencia, más no a la diferencia.
Pues
desacreditada la distancia entre representación de vida y vida, la cultura de
hoy juega a menudo a mantener los privilegios mediante estatutos de poder y
discursos externos que legitimen como diferente lo igual… la diferencia sufre
un exilio involuntario, al márgen del acontecer del pliegue de espectáculo
puesto en escena, donde la retórica del lenguaje sustituye a la fluidez de la
dialéctica, donde los actos deberían sobrevolar a las voces.
El
individuo, debería, como lo fue a lo largo de la historia de la especie, el
resultado de influencias que procedan de todas partes, el individuo
condicionado por una sociedad. Pero cada cual es un caso particular de un
conjunto, cuando no de una universalidad… y lo que hay de de trascendente en un
acto, no es el parecido, sino la diferencia, su originalidad, su unicidad, un
horizonte a alcanzar, pues hoy es solo un deseo.
Hoy,
dentro y a pesar de los ismos, se producen delicadas excepciones, que cada uno,
dotado de sensibilidad del instante y una inteligencia aguzada puede descubrir.
Pero la guía de viaje, el prospecto, la “Tabla de Autoridades”, las recetas,
son parte de esa prisa numérica y numénica por nombrar la postmodernidad, antes
incluso de realizarla. Parte de ese demonismo que colapsa todas las
representaciones, pero no puede evitarlas.
¿Cómo
ser objetivo?, ¿Cómo ser justo?, ¿Cómo ser exacto?, ¿Cómo decir la verdad
“verdadera” y no la que yo deseo?… planteados estos interrogantes, indecisos y
conscientes de la subjetividad de todos, dándonos cuenta que cualquier juicio
es relativo, verdadero, falso y oportunista, no podemos hacer otra cosa que
negarnos a juzgar, dejar de una vez por todas de proyectar nuestro egoísmo,
nuestras miserias, nuestra subjetividad apasionada… pero, casi imposible lograr
una relatividad absoluta.
Descubrir
que nuestras instituciones, nuestra vida cotidiana, nuestros sistemas de
interpretación, están sometidos al imperio de la simulación, es poco más que
descubrir que el modelo humanista de la vida es algo más que un modelo.
La
sofistificación y el grado de de artificio no deben entenderse como índice
cualitativo del género humano, sino apenas como signo cuantitativo de la
especie. Grado de artificio y consciencia no son directamente proporcionales.
Este
es el estado natural y continuo que como paisaje recibimos. Lo que resultaría
aún más ingenuo ingenuo, sería elevar al terreno del deseo justo lo que ya
existe como realidad. Porque aunque el conocimiento implique realidad, la
irresponsabilidad, instalada en los poderes, no va a “curarnos del
conocimiento”, ni de la incapacidad para asumir responsabilidades.
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