“LA ETERNIDAD
ES UN INSTANTE”
POR EDUARDO SANGUINETTI
El
papa Francisco, en su despedida de Suramérica, en Asunción, propuso “pasar de
la lógica del dominio, del aplastar y manipular, a la lógica del acoger,
recibir y cuidar al prójimo”, asimilo estas palabras plenas de sentido, al
margen de creencias o descreencias, a mi agnosticismo vocacional.
Las
palabras lanzadas por Francisco, en intento noble de instalar un destino en el
devenir de la humanidad toda, hoy en estado de letargo ante la mentira, cual
práctica de funcionarios políticos, macro empresarios y farándula cómplice,
actúa cual bálsamo, ante quienes bregamos en ir por un mundo por y para todos.
La
mentira usurpa palabras nobles, promueve tendencias intelectuales y se asimila
a modas ideológicas… el simulacro, devenido en mentira, cual paleo-mito
escindido, ocasiona perjuicios en la comunidad toda. Sin ellos no importaría la
contundencia, en el accionar de la mentira instalada en la existencia de las
comunidades, que la han asimilado cual forma de vida, sin lugar para el planteo
inicial de alguna verdad que anularía cual golpe constitutivo de discontinuidad
en el accionar de esta mentira.
El
espacio de la política, hoy más que nunca, es el de la mentira sin lugar a
dudas. Las mentiras de la política ya no dejan de tener contenidos inocultables
que provocan una instancia paradójica en secretos develados, que todo ciudadano
avezado no deja de conocer y deplorar, deviniendo en estos una sensación de
impotencia e indignación producida por la violencia diferida del vector al que
apunta la mentira: la necesidad de un sentido que no existe.
Pueblos
huérfanos de un “tiempo sin tiempo”, donde el poder simulado en democracias “de
la diferencia” abandonan a su suerte y a las consecuencias atroces de vivir sin
justicia y bajo la mirada falaz de los medios de comunicación y el imperio de
las redes sociales tejidas por seres perdidos en el imperio de Twitter y
Facebook, con futuro calculado de ser esclavos de un materialismo ilusorio.
Un
mundo donde el capitalismo impuso su criterio, en la gran mentira de elecciones
“libres”, donde la oferta son candidatos clonados… en Argentina, Scioli y
Macri, dos caras de la misma moneda.
La
palabra del papa, actúa como relativizadora del accionar criminal del poder, en
justa irrupción de la verdad: “debe decir lo que se cree que no debe decirse”.
Hoy,
estos discursos, ejercen un efecto beneficioso, cual contragolpe constitutivo
de discontinuidad en la esfera de lo público, en un mundo que se debate entre
la mentira de ninguna verdad, de quienes dictan y rigen los destinos del
planeta, de manera ruin y humillante, un ejemplo lo da Grecia y su
circunstancia, por demás digna y penosa, presionada por naciones, hijas de
Grecia y su legado cultural de siglos, intentan fagocitarla.
Tiempo
de cambio, ha anunciado Francisco, sin dudas acertada su visión, ante las
ansias de toda una humanidad, que aguarda ese cambio, donde los actos
sobrevuelan las palabras, el instinto no se equivoca, la razón se convierte en
sombra y la vigilia acecha al sueño.
El
capitalismo, muestra su brutalidad, su potencial destructivo con estratégicas
alianzas con el narcotráfico, el mercadeo de personas, las guerras a
repetición, que aniquilan el porvenir… se torna imperativo resistir, a pesar de
las desigualdades crecientes, la necesidad de la invención de un socialismo
realmente emancipador, por y para el cambio anunciado por el papa Francisco.
Lo
único que se le escapa a este tiempo sin tiempo, es una actitud plena de
dignidad y ética, en temple y conocimiento. Esta es la coherencia, la fuerza de
cohesión que nos sostiene. Un instante de verdad equivale a la eternidad es la
eternidad en un instante, enfrentada al instante mercantil descartable,
desechable y perentorio.
Posiblemente,
es la última oportunidad de nuestra especie, que tiene la posibilidad de
modificar su destino, viviendo de manera coherente con la civilización que se
está gestando… comunidades, con hábitos de vida ecológicos, equitativos y
solidarios, en “resistencia activa al sistema idolátrico, que excluye , degrada
y mata” (Francisco I dixit).
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