EL CLUB DE LOS QUE CURRAN EN VERANO
Primera entrega de la serie ‘Verano
caliente-caliente’, en el que el autor analiza cómo es la vida en la gran
ciudad sin vacaciones de verano
Os habéis preguntado por qué ya no hay
esos atascos monumentales en las operaciones salida y retorno? Pues
porque las vacaciones están en peligro de extinción. Y cuando
decimos vacacionesdecimos un mesecito entero, con sus días y
sus noches. Un mes de esos que te vacía la cabeza, que te hace olvidar en qué
día vives, que te hace incluso olvidar la contraseña del
ordenador… Esas vacaciones han desaparecido para la mayoría, y los
motivos son diversos.
Primero, porque para tener vacaciones
hay que tener trabajo (cosa harto difícil en estos tiempos) y, segundo, porque
para tener vacaciones hay que tener un trabajo digno.
O sea: un trabajo con su fijeza, sus seguros sociales, su paga extra y su
canesú. Y eso es más difícil que ver a Pío Moa y a Noel Gallagher sonriendo.
Para los que han pillado un trabajo de
temporada en una zona turística, currar en verano es sinónimo dejornadas de 26 horas y 8 días a la semana. Este
artículo no va para ellos, porque además tampoco tendrían tiempo de leerlo. Ni
ganas. Pero para los que se quedan en su trabajo de siempre, en la ciudad,
currar en verano puede ser una bendición. Y una bendición en principio
reservada sólo a los más novatos de la empresa, los que tienen que hacer
méritos, los que no han podido elegir primero el turno de vacaciones… Esos que
a lo mejor se pillan las vacaciones de verano en octubre o en febrero.
Yo el pasado febrero estuve en Gandía. Allí se podría rodar REC 5, no digo
más.
Las vacaciones de antes, las de un mes
(o más), quedan reservadas para ese pequeño grupo de gente que vive en la
crisis como vivía antes de la crisis: bien. Teniendo que ahorrar algo más,
ajustando el presupuesto quizá, pero bien. Si puedes
disfrutar de un mes de vacaciones, eres dios. No hay vuelta de hoja. Pero los
que se quedan currando pueden felicitarse. En verano se trabaja mejor por
varios motivos:
1) No hay jefes, con lo
que realmente SE PUEDE TRABAJAR. Todo el mundo sabe que, en verdad, en una
oficina la función de los jefes es pedir cosas tan absurdas e innecesarias que
lo único que consiguen es que el trabajo no salga adelante. Sin jefes el
trabajo avanza viento en popa y uno se puede ir a casa a su hora.
2) El teléfono y el correo
electrónico se tranquilizan. Ya no hay llamadas y mails a cada
minuto. Además, Peláez, el de las cadenas de mails chorras (de la era de cuando
existía OZÚ.es) está en la Manga del Mar Menor. Sin wifi.
3) Se madruga menos. El hecho de que no
haya transporte escolar y de que los jefezuelos y demás cargos intermedios
estén de vacaciones, alivia enormemente el tráfico. Jefezuelos y cargos
intermedios son ese mismo estrato social que: a) todavía se compran coches, b)
todavía los usan para ir a trabajar y c) viaja cada uno sólo en su coche.
4) Todos los días son un poco fin de
semana. Sí, a pesar de la ola de calor, cuando uno llega del trabajo, tomarse
un helado o una cerve a la fresca parece como
que descansa más. Que uno desconecta. Además, aunque nos vayamos más tarde a la
cama entre semana, al día siguiente habrá que madrugar menos (ver punto 3) y en
el curro no habrá jefes (ver punto 1), con lo que podremos relajarnos
disfrutando de hacer bien nuestro curro.
En fin. Este año para nuestra desgracia el
Gobierno y los diputados se han apuntado a la tendencia mayoritaria: no tener
vacaciones. Echaos a temblar. Con lo tranquilos que estamos en España cuando se
van de vacaciones los políticos (y dejan de guardia a un par de pringaillos que salen de vez en cuando en la tele
hablando de sus cosas en mangas de camisa y con una hiedra detrás).
¡Yo os exhorto, currantes de oficina en verano!, ¡recordad!: no hagáis ver
a los demás que estáis encantados, haceos los compungidos, los sacrificados…
Ésa es la primera regla del Club de los Currantes de Verano.
La segunda regla es
que el Club de la Lucha no existe.
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