DECENCIA MORAL, EFICACIA TÉCNICA… Y PATRIA
ESPAÑOLA
POR MAURICIO CASTRO
Por Mauricio Castro
Esos son tres de los ejes ideológicos que estos días Pablo Iglesias pasea en
masivos actos públicos en Galiza. Comienzo por mostrar mi reconocimiento por el
talento comunicativo del candidato, que en todo caso sería inoperante se no contara
con la importante cobertura mediática que lo lanzó como líder de la “nueva […]
Esos son tres
de los ejes ideológicos que estos días Pablo Iglesias pasea en masivos actos
públicos en Galiza.
Comienzo por
mostrar mi reconocimiento por el talento comunicativo del candidato, que en
todo caso sería inoperante se no contara con la importante cobertura mediática
que lo lanzó como líder de la “nueva política” frente a la “casta”.
Yendo al
asunto, y tras haber visto los vídeos de sus intervenciones en Ferrol y Vigo,
comento tres leitmotivs presentes en el discurso del líder de Podemos. Con
ellos, a través de una calculada repetición de mensajes tan fácilmente
digeribles como carentes de contenido, Pablo Iglesias se presenta como alternativa
en el actual mercado electoral de cara a las legislativas del próximo
otoño-invierno.
El primero de
los motivos repetidos es lo de la “decencia” para limpiar el mundo de la
política. Con buen criterio mercadotécnico, hace propuestas “en positivo” frente
a la realidad de corrupción generalizada en una democracia burguesa de tercera
categoría, como es la española. Hoy todo el mundo detecta las importantes
carencias del régimen borbónico en ese campo.
El segundo
tópico temático responde a su condición de académico con alta formación y
representante de un segmento social amplio en el Estado español: ese millón de
jóvenes licenciados pertenecientes a las clases intermedias o hijos de la clase
trabajadora que, con la crisis, cayeron en el desempleo sin más perspectiva que
la precaridad extrema o la emigración. Pablo Iglesias atribuye la situación de
todo ese sector de desempleados y desempleadas altamente cualificadas a la
“ineficacia” de los actuales gobernantes, contraponiéndoles la “eficacia”
garantizada de un gobierno de Podemos.
La tercera
solución para los problemas “de España” (siempre España!) se basa en un nuevo
regeneracionismo patriótico, de base socialdemócrata, que intenta rescatar el
chauvinismo español de las catacumbas franquistas y convertirlo en moderna
argamasa para una nueva y transversal mayoría electoral. Estamos ante una carga
de profundidad que intenta neutralizar la conciencia nacional de los pueblos
galego, vasco y catalán, a través de concesiones cosméticas como la de ofrecer
una imagen amable y atractiva del “país de naciones” llamado España.
Esos tres
productos ideológicos que el líder de Podemos quiere vendernos en esta gira
galega de julio de 2015 son tan comerciales como inservíbles para la verdadera
transformación social que Galiza precisa.
Primero, porque
la corrupción generalizada es una expresión intrínseca de la política en el
actual sistema y no un problema reductible a su dimensión moral. La raíz de la
corrupción se encuentra en la lógica del mercado capitalista como núcleo de la
reprodución social, siendo imposible evitarla sin dar la batalla por situar la
utilidad social, frente al benefício, en el centro de un sistema diferente.
Ningún mecanismo de control institucional podría, incluso si lo pretendiera,
evitar la corrupción en un sistema que es corrupto en su esencia, por tener
como objetivo central el aumento constante y unilateral del capital en manos de
la clase dirigente y no la garantía del bienestar para el conjunto de la
población. Ese sistema diferente se llama socialismo: una alternativa ausente,
hasta donde sabemos, del programa político de Podemos.
Segundo, porque
la crisis actual, así como todas las anteriores a lo largo de la historia
contemporánea, no se debe de manera principal a ningún problema de eficacia. Se
debe más bien a una lógica interna, cíclica e inevitable, tal como la economía
política há demostrado ampliamente desde Marx. En la crisis actual, podremos
estar asistiendo a la confirmación de su carácter estructural y ya insuperável
dentro del propio sistema, si damos credibilidad a los análisis de científicos
sociales tam solventes como el filósofo húngaro István Mészáros. Según su
tesis, substancialmente coincidente con las de economistas marxistas como Jorge
Beinstein, el sistema capitalista será ya difícilmente reformable de manera
positiva, aún el el caso de que nos gobernara una equipo de brillantes
académicos encabezados por Pablo Iglesias y asesorados por economistas
keynesianos como Vicenç Navarro o Yanis Varoufakis.
Tercero, porque
en naciones dependientes como Galiza, ninguna solución vendrá de las
concesiones de un grupo de ilustrados de la metrópoli, dispuestos a realizarlas
en pago de nuestra renuncia a la soberanía. En un ejercicio de intolerable
banalización de los derechos nacionales, tanto Iglesias como otros líderes de
Podemos repiten, por ejemplo, que el “problema catalán” se debe a una falta de
sensibilidad del Partido Popular. La afirmación nacional de los pueblos sin
Estado sería, en el caso español, una forma de protesta casi infantil contra la
incomprensión de la derecha española y no la irrenunciable afirmación de un
principio democrático. En ese relato de los hechos, la reivindicación
soberanista debería reservarse para la propia España, frente a la dictadura
financiera de Alemania, de la Troika y del FMI.
Otro apunte en
relación con esta cuestión: la estructura interna de Podemos, su intervención y
concepción política no invitan a ser optimistas en cuanto a su modelo
territorial. Incluso dirigentes del partido en la “periferia”, como la líder
andaluza Teresa Rodríguez, denuncian la perspectiva estrictamente madrileña de
una direción que cada vez se perfila más como una élite nacionalista española.
Podríamos
analizar otras fórmulas y esquemas ideológicos de la “nueva política” de
Podemos: el verticalismo, el hiperliderazgo, la política reducida al
espectáculo mediático, el explícito desprecio por los valores y símbolos
históricos de la izquierda… Sin embargo, creemos que, con perspectiva galega y
de izquierda, esas tres ideas-fuerza son suficientemente definitorias de los
límites de la alternativa política representada por Pablo Iglesias y Podemos.
IMAGEN DE
PORTADA: OSCAR VÁZQUEZ
No hay comentarios:
Publicar un comentario