miércoles, 21 de agosto de 2013

VENGANZA DE LOS INSOMNES

VENGANZA DE LOS INSOMNES

Por Eduardo Sanguinetti
Ciertos signos develan el fin de un ciclo de la humanidad... la abulia, la frivolidad, la levedad, el simulacro y el embotamiento, como también la aceleración, la inflación, la masturbación.

Nos masturbamos espiritualmente si nos sentimos satisfechos con las promesas, descuidando la cristalización de esas promesas, lanzadas por las omnímodas corporaciones del poder y sus acólitos: los políticos.

La publicidad, una tendencia degenerada de la revelación, la única que puede concebir el pensamiento mercantil, prostituyó al mundo, luego, la masturbación convertida en método se extendió a todos los espacios que conforman los sitios donde se instalan nuestras existencias.

No deseo hablar de las elecciones legislativas que tuvieron lugar en Argentina días pasados, pero no puedo ni deseo dejar de manifestarme en cuanto a las inexistentes cualidades de los candidatos que han sido electos. Es lamentable esta temerosa burguesía neoliberal que impulsó una sistemática campaña de difamación hacia la presidente Cristina Fernández, apuntalada por los monopólicos medios de noticia basura.

Estos infelices candidatos, ¿realmente creen en la posibilidad de llevar a cabo un proyecto de gestión y un proyecto de gobierno? Basta oírlos emitir los sonidos onomatopéyicos con que intentan comunicar “algo”, para comprender de manera unívoca que todo seguirá malográndose en Argentina, abundante en sus recursos naturales y mezquina en la calidad y capacidad de los seres que la habitan.

En relación con lo anterior, recuerdo lo manifestado hace unos años en un Congreso de Filosofía y Comunicación, en una ponencia acerca de los derechos humanos, tan bien fundamentados y protegidos en sus enunciados pero ausentes en la práctica. Parece que solo basta proclamarlos y regodearse en enunciarlos y promocionarlos, desde los más diversos organismos e instituciones del poder que los dejan de lado. En el momento preciso en que es indispensable ponerlos en práctica, el silencio opera de manera sistemática en quienes los publicitan impunemente y los atropellos y asesinatos continúan perpetrándose en nombre de intereses políticos de dominación dificultando la relación de las comunidades empobrecidas y cada día más cerca del automatismo como modo de vida.

Hago mención, pues no puedo dejar de recordar la Convención para la prevención y represión del genocidio, aprobada por la Asamblea General el 9 de diciembre de 1958, aplicados a grupos humanos extendidos en los artículos 3 y 5 de la Declaración Universal que atribuyen al individuo como tal los derechos a la vida, a la seguridad personal, a no ser reducido a la esclavitud o ser tratado de manera cruel, inhumana o degradante, todo en plena vigencia hoy. El estado de las cosas nos enfrenta a un gravísimo problema, al que ningún mandatario de nación alguna u Organismo Internacional, parece desear asumir: lo pactado y pautado en la Declaración de los Derechos Humanos, pues en efecto, el problema no es filosófico, sino jurídico y sobre todo político.

Me pregunto cuál sería el modo más seguro de garantizarlos para impedir que, pese a las declaraciones solemnes de los hipócritas funcionarios, los derechos sean continuamente violados y los genocidios replicados en comunidades enteras. La servidumbre devenida en prostitución, narcotráfico, censura sistemática a quienes pretenden ponerlos en práctica definitivamente y condenados a ser muertos o vivir en el ostracismo.

Invito a todo ciudadano a intentar hacer un análisis de la aplicación de los derechos humanos desde su proclamación en 1948, leerlos y luego observar los acontecimientos en el devenir de la historia del presente. Creo que, si no pertenece al grupo de hipócritas que ocupan puestos de gerentes del poder neoliberal, deberá admitir y reconocer que lo manifestado por los filósofos, lo formulado por los juristas y lo proclamado de modo especulativo por los políticos, devienen en un acto de simulación, pues estamos aún a siglos luz de que los tan mentados Derechos Humanos estén implementados y en plena vigencia. La historia humana y sobre todo la de nuestras naciones latinoamericanas, están apenas en el umbral de su historia.

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