Capricho orotavense
Agapito
de Cruz Franco
Los
turistas, arremolinados en la Hijuela del Jardín Botánico de 1868, escuchaban
ensimismados el relato de aquella historia de amor.
El
“Capricho” –la estatua con figura de mujer erigida en conmemoración del 5º
Centenario de la Villa-, había sido obra de Manolo Ramos (Arucas 1898, La
Orotava 1971) y poseía el sensual encanto propio de quien llevaba toda una vida
rodeada de la frondosidad de aquel jardín ilustrado, que, a imitación del
Jardín Botánico de La Orotava, o de otros en Açores y Madeira, cobijaba una
abigarrada representación de la flora del Planeta.
El
mundo vegetal que la rodeaba, había ido conformando una belleza desnuda que trascendía
los fríos reflejos metálicos de aquella mujer juvenilmente centenaria, siempre
estática, permanentemente callada, pero susurrando emociones escondidas, y
mostrando con ello que el acto supremo de comunicación no era la palabra sino
el amor, sobre todo el amor a través de la mirada, en donde aquella perdía toda
su fibra gramatical.
Había
sido en el verano de 2011, casi cien años atrás, cuando el cielo del Valle de
La Orotava se cubrió de nubes permanentes, que provocaron que durante todo él
no brillara el Sol. Depresión, angustia y desasosiego eran las consecuencias en
sus habitantes. Tan insostenible era la situación y tan malsanos los efectos
tanto laborales como psicológicos, que el periodismo natural se hizo eco de la
misma, escribiendo junto a la autopista, muy cerca del Mirador de
Humboldt:”Señor de la nube, ten piedad”. Era tal el grado de frustración
ciudadana, que el Ayuntamiento tuvo que tomar cartas en el asunto y llevar a
cabo un Pleno extraordinario con el fin de valorar los acontecimientos y paliar
la situación.
Las
causas que se barajaron tenían que ver con el cambio climático, pero pronto
hizo acto de aparición la magia a través del portavoz del PP, quien tenía datos
fiables por un primo del presidente de su partido de que el cambio climático
era una invención. Corrían tiempos de gloria para el Este político (entonces
denominado derecha). Enrique Luis avanzó que la causa del problema era el
“Capricho” de la trasera del Ayuntamiento. Y lo argumentaba aportando la
redacción ganadora del último concurso municipal de relato híper breve:
“Entonces el Sol, que estaba prendida y perdidamente enamorado de la mujer
orotavense, sólo vivía para contemplar su belleza cada amanecer. Sin embargo,
había sufrido una primera decepción cuando el Ayuntamiento, decidió cambiar su
posición situándola mirando al Norte, pues en un principio lo hacía hacia el
Este. Aún así, pudo superar este escollo a expensas de variar unos grados su
recorrido por la cúpula celestial en los inviernos. Pero cuando ya no pudo más
y estalló en cólera, fue cuando, acostumbrado como estaba a que su amada le
ofreciera cada mañana una rosa roja en la mano, descubrió que pasaban los días
y este milagro no se producía, a pesar de ser La Orotava una villa, que cada
junio alfombraba sus calles con miles de pétalos y de flores de todos los
colores. Fue entonces cuando decidió llamar a Eolo y a sus parientes los
Alisios para que –como castigo- cubrieran el Valle de nubes permanentes.”
En
el debate que se generó, el alcalde Isaac Valencia llegó a glosar con
excelentes adjetivos sensuales la belleza de aquella estatua –entre las
críticas de la portavoz de IpO, Bárbara Álvarez, advirtiéndole que no se
excediera en los calificativos porque le veía venir- pero afirmando que era
imposible que por un capricho como aquél el cielo estuviera encapotado todo el
verano. El PP le contradeciría, enalteciendo las cualidades de aquella piedra
que irradiaba afectos, aunque ante la mirada acusadora de su número tres que ya
estaba hasta el moño de tantos adjetivos sobre la estatua, terminaría por
claudicar. José Antonio Mesa, representante del PSOE dijo, en base a su
experiencia, que el problema era de orientación, y que no estaba de acuerdo ni
con la primitiva posición de la estatua hacia el Este ni con la que aparecía en
la actualidad mirando al Norte: “Es mucho mejor que mire hacia el Oeste – que
es el futuro y por tanto una postura progresista- con el fin de que Magec -como
también es conocido el astro solar- pueda besar con sus rayos a su amada al
atardecer”. Ante lo que parecía ya un completo dislate, el responsable de CC y
Concejal de Cultura Francisco Linares propuso dejar de hablar “del sexo de los
ángeles”, y dirigirse hacia el Jardín, a ver si sobre el terreno se hallaba la
causa de tales nubarrones veraniegos, y por tanto la solución a los problemas
que padecía la Villa. Sería la segunda vez en la historia que un Pleno tendría
lugar fuera del Consistorio. La primera había sucedido el 25 de noviembre de
1995, cuando con motivo del centenario del edificio neoclásico del Ayuntamiento
se celebró en la Plaza.
Debido
a la crisis financiera global de la época, los técnicos tenían la clave en las
decisiones de los gobiernos institucionales, y en este caso no iba a ser menos.
Frente al monumento, en mitad de la refriega dialéctica, se oyó un “toc-toc”
procedente de la acristalada pared que daba a la “Centralita de Información”,
ante lo cual el Alcalde pidió silencio y permitió –lo que sólo hacía en casos
muy especiales- la intervención plenaria
de los ciudadanos, en este caso de Josefa Díaz, la responsable del teléfono
municipal, quien fue muy precisa en sus declaraciones: “Quien pone la flor
sobre la mano de “Capricho” es Pedro Pérez Bethencourt, conocido familiarmente
como Don Pedro el de la Venta Nueva”. Para añadir ante un estupefacto
ayuntamiento: “Cada día lo veo desde mi mesa y me había extrañado que
últimamente no apareciera”. Otro técnico, en este caso del área de Cultura,
Jesús García, completó lainformación desde la segunda planta del edificio. Subrayó
que: “Don Pedro, era hermano de Camilo y Domingo. Éste último –profesor de
Química- había montado años atrás, junto con los “Herreros” Antonio y Miguel,
la famosa fábrica de gaseosas “Andomi”, en la calle La Carrera, e incluso
creado la fórmula del refresco villero denominado popularmente “Mixtol”, con el
que acabaría la llegada de la gaseosa “La Casera”. La primera autoridad
municipal decretó entonces que el Pleno pasase a considerarse itinerante, para
poder visitar a Don Pedro, y actuar en consecuencia. Se pudo saber así, que,
además de ser él el responsable del amor entre el Sol y la Mujer del Jardín,
ésta era limpiada y acicalada periódicamente por Manon Ramos Hessing, hija del
escultor y a su vez también artista, casada a su vez con el médico Enrique Sáenz
Tapia, responsable con Emilio Luque de la clínica que había existido en la
calle del Agua y predecesora de la actual en San Miguel. Clarificado todo el
asunto, se decidió crear una “Comisión de la Rosa” con el fin de sustituir a
Don Pedro cuando por los condicionantes de la vida no pudiese cumplir con su
“Capricho” y, para que, además de disfrutar siempre la Villa de unos veranos
soleados, a la mujer orotavense no le faltara nunca una flor.
Con
el tiempo, la estatua del 5º Centenario terminaría siendo lo más visitado de
las Islas Canarias, y la leyenda del “Capricho del Sol” recorrería los cinco
continentes. Según datos de 2096, habían sido más de cinco millones los
visitantes ese año, superando al Parque Macaronésico del Teide e incluso a
simbólicos monumentos europeos como el “Manneken Pis”, la estatuilla del niño
haciendo pipí en la Plaza principal de Bruselas, o la Sirenita de Copenhague en
el Parque de Lingelinie junto a las aguas del mar Báltico.
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