LA TENTACIÓN
INCOLORA
INCOLORA
Roberto
Cabrera
Para
homenajear a nuestro escritor, hemos seleccionado una serie de diálogos y otras
expresiones que semejan epitafios y que remarcan la vinculación ironista de
su obra narrativa.
En el
relato María del Mar, cuya trama transcurre en torno a la
enfermedad incurable de una enamorada compañera de clase del personaje Joaquín,
se cita que en el momento de la despedida de aquel amor no correspondido
“Su marcha fue
como su aparición, silenciosa, ni su pisar sonaba (...) Llegamos a una plaza en
cuyo centro verdea un estanque. Joaquín me preguntó: ¿Está tísica? Sí, y los
médicos no dan esperanzas de salvación. Entonces tomó el regalo de ella y con
un gesto de repugnancia lo dejó caer en el seno de aquellas aguas verdosas.”
En el
relato En la Música de una voz, Bermejo resalta con uno de sus
personajes que “ humanamente hablando el hacer nuevo un dolor, aunque la
sensibilidad se descomponga en el recuerdo, siempre tiene un algo de
agradable.” Entonces encontró a aquella figura informe que poseía sin embargo
la más dulce y armónica de las voces “el sonido ideal, áurico que nos envía el
tintineo de las estrellas en las noches plácidas (...) y hacia allí me dirigí
porque comprendí que en aquel lugar se encontraba el dilema. Encontré un ser
extraño que hacía calceta. Era tan pequeñita que los pies no llegaban al
césped; gibosa y con unos brazos tan desproporcionados que parecían tentáculos
de un monstruo marino.”
En Jeromillo es
nuevamente la ironía que rodea a la existencia quien se impone, y es el bobo
del pueblo quien resulta el más exultante sabio: “ Un amanecer , cuando el cura
se disponía a abrir las puertas notó la presencia de un bulto en el altar de
San Juanito...Jeromillo estaba encogido, la cabeza entre los pies y las manos
abandonadas. Cuando el cura, creyendo que estaba dormido le tocó la cabeza, el
cuerpo se inclinó y cayó sobre el pavimento. Jeromillo estaba muerto y en su
boca se dibujaba una ligera sonrisa que daba expresión angelical a sus
facciones rugosas. Jeromillo vivió y murió sonriendo y haciendo sonreír.”
En el
relato A la sombra del secreto, se ocupa nuestro autor de las
bizantinas discusiones del “mundillo intelectual”. Y dice: “¿Se ha preguntado
alguna vez cuál es el fundamento del canto del gallo?.
- Contestó
algo sobre la biología, pero el no lo comprendió porque el barullo había
entrado en su fase máxima. Se habla del sentimiento cósmico, de la angustia
cósmica. Uno de ellos ponía sus ojos en blanco al descubrir su sensación de
vacío, su compenetración con la naturaleza silente, en un paisaje solitario.
Montañas y cielo; estrellas y cantos de grillos, que marcaban el ritmo de su
transformación. Todos le dejaron decir, porque aquel hombre sabía imponerse con
sus ademanes contundentes de actor impresionista. (...) resultó que todos
poseen sentimientos cósmicos; todos habían sentido deleites extraños, y no se
entendía por qué lo calificaban de “angustia cósmica” ya que en su exposición
parecía lo contrario (...) y otro se había sentido hombre-piedra, y otro
hombre-árbol...cuando uno preguntó al joven, si él había padecido algo
semejante , todos le miraron con lástima, porque el muchacho dijo que no.
- ¡Claro!
...dijo el hombre piedra-. Para llegar a estos instantes, es necesario vivir
años de ansiedad lírica
- Pero...¿es
una sensación física? Preguntó.
- No,
ni psíquica...Es...-Y no supo decir lo que era; ni tampoco los demás, porque en
su explicación se formó un batiburrillo de vaguedades.
- ¡Qué
tontería- dijo. Y dio una nueva chupada, pero el puro no respondió porque se
había apagado (...)
He aquí, se
dijo, un hombre gordo que sabe comportarse como tal (...) Nada de exuberancias,
ni de expansiones ruidosas; todo es reposado en sus movimientos y en sus
pensamientos. La obra literaria de los hombres gruesos es muy diferente de la
de los hombres enjutos.
En La
bruma del recuerdo, es otro nivel ironista el que se impone. Se trata de
una decisión femenina ante una relación. Dice:
- “Me
quiero casar con Jaime Castro”.
“El padre la
miró largo rato, con esa mirada diluida que pone la enfermedad mortal en los
ojos humanos, miradas que sirven para dirigirse al cielo pero que ya nada
entienden de las cosas de la tierra; suspiró y en aquel suspiro iba su
consentimiento”. El personaje le sugería a su flamante esposa ¡Marchemos
Jimena! Sería la reina del gran mundo y él dominaría, porque tenía prestancia y
facultades para lograrlo... Ella presentía lo que era el gran mundo; mujeres
irresponsables que atraían como imanes. Lo quería para ella sola; no podía
repartirlo con otras y éste sería el precio exigido a cambio de aquel reinado.
Pero un día
desapareció. Se llevó consigo las joyas familiares y el dinero (...) en una
carta escueta pedía, cínico, perdón por sus maldades...
En un amanecer
invernal dio vida a un niño, a quien puso por nombre Joaquín.
Pero donde
encontramos la verdadera paradoja que venimos anunciando es en su texto La
última mueca, el narrador, un portero de noche de una modesta pensión,
presenta los acontecimientos que tuvieron lugar en aquellos espacios, cuando
ocurrió la muerte de un gran maestro de escritores. Don Domingo murió tratando
de apresar unos pensamientos y buscando desesperadamente tinta y papel donde
anotarlos.:
“Aquella
visión avanzaba gritando: “¡tinta!…¡Que se me va!…¡Tinta!”. Se apoyó en el
barandaje que rodea el vestíbulo por su parte superior y aquella visión de
fiebre meneaba desesperadamente el débil armazón de madera (…) con las manos se
apretaba los parietales como si intentase impedir que lo que le
brincaba en su cavidad craneana se diluyese en su misma fiebre (…) No sé lo que
después pasó porque yo subía veloz la escalera. Sólo oí un desgarrar de madera
y un golpe seco abajo, en el piso de cemento. Cuando llegué arriba, el cuerpo
de don Domingo estaba inmóvil en el fondo del hall.
(…)Ante su tumba se leyeron infinidad de composiciones
poéticas. Los hombres que las leían eran hombres gordos y de voces redondas.
Tengo la completa seguridad, Señor, de que don Domingo se estaba sonriendo en
su cielo. Era la última mueca del hombre que Dios le permitió.”
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