EL INTELECTUAL Y SU DOBLE
Eduardo Sanguinetti
Filósofo Rioplatense
Esta
obligación de asumir un carácter político revolucionario toma un carácter
ineludible, cual instancia ética de la “intelligentzia” hacia los embates
violentos de la burguesía y de las monopólicos medios denominados de comunicación,
que en su afán indisimulable de distorsionar la realidad recurren a mercenarios
rentados, camuflados de periodistas o escribas del mercantilismo neoliberal.
Debemos
recordar a Julio Cortázar, denostado en su tiempo por haber vivido en París y
haber aceptado la ciudadanía francesa, sumado a las críticas al adherir a la
revolución cubana y a todas las revoluciones de carácter socialista.
En
mi opinión, cuántos intelectuales como Cortázar son necesarios hoy, donando un
premio en dinero a la resistencia chilena, o un García Márquez donando a su
turno otro premio, para financiar un movimiento socialista en Venezuela y su
afecto a la revolución cubana.
Hoy
más que nunca, si la categoría de intelectual aún tiene vigencia, los que son
mencionados como tales deben asumir sin vueltas ni juego de alusiones que
América Latina vive en una sociedad de revoluciones rezagadas. América Latina
está preñada de un niño por nacer que se gestó en las guerras de Independencia
y que aún no ha logrado nacer.
La
“Patria Grande”, que no pudo ser en tiempo de Artigas, San Martín y Bolívar,
debe dirigirse a constituirse, cueste lo que cueste, con el compromiso
irrenunciable de los intelectuales del tercer milenio, gestando sus obras
recreadas con palabras, el fragmento de humanidad que vive y palpita en esta,
nuestra tierra.
En
Argentina se está llevando a cabo un proceso de degradación de la presidenta
Cristina Fernández, de su innegable capacidad de gestión y de su ser, llevada a
cabo día a día por esclavos rentados y alcahuetes de un sistema necrótico
ultraliberal al servicio de los intereses de una burguesía ignorante, con sus
bajos instintos en acto de violentar y destruir la investidura presidencial y
su imagen, sin reparar en los daños producidos en un pueblo anestesiado y
manipulado por la mentira puesta en acto por las corporaciones
económico-mediáticas.
Estos
monopólicos medios de comunicación, en consonancia con los de la derecha
uruguaya, tan afectos a ser genuflexos con las multinacionales que operan a
piacere.
No
es difícil comprender que la ideología implícita de la “intelligentzia”,
formada en una comunidad semicolonial, tal el caso de nuestras naciones, ha
sido siempre la expresión del conformismo y de la cobardía en acto, aceptando
los valores establecidos por el imperio y sus tendencias. Los rebeldes fueron
excluidos de ella y los otros han podido sobrevivir en cargos públicos,
escribiendo en los magazines dominicales de los monopólicos medios de
información basura y los privilegiados en las escalas inferiores de
cancillerías. Tal el estado de las cosas, aún hoy.
El
despliegue de los servicios secretos de EEUU en Argentina, por su política
nacional y popular, es demasiado evidente, como los aliados locales que podemos
encontrar en la parasitaria oligarquía, en la burguesía en leve ascenso. Lo que
manifiesto no es novedad, pues cada vez que alguna nación de América Latina o
de otra región semicolonial del mundo adopta ciertas medidas de
autodeterminación y de alguna manera afectan el statu quo, el imperio utiliza las
justificaciones de la corrupción o la conspiración terrorista.
No
olvidemos jamás que el director de la CIA admitió ante el Senado de EEUU que se
han empleado en 1973 once millones de dólares para preparar el derrocamiento
del doctor Salvador Allende en Chile, justificados en “acciones encubiertas”.
Ante
esta situación, sería muy útil el accionar de los intelectuales, si existe tal
categoría hoy, para apuntalar un gobierno como el de Cristina Fernández,
jaqueado por un puñado de cipayos, sobrevivientes de una Argentina petrificada
desde los tiempos de Uriburu y darle cabida a este gobierno, elegido por más de
la mitad de argentinos, que no entrarán al porvenir retrocediendo.
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