jueves, 20 de junio de 2013

PSC-PSOE: SERVIDUMBRE POLÍTICA

PSC-PSOE: SERVIDUMBRE

 POLÍTICA


Juan Henríquez

Se trataba de una agonía anunciada para el PSOE, o un batacazo de campeonato, cómo ustedes prefieran. José Miguel Pérez,  cabeza de lista en las pasadas autonómicas, se estallaba  cómo un ropero, y colocaba al PSC-PSOE en el listón más bajo desde la transición democrática, perdiendo 11 de los 26 diputados/as logrados por Juan Fernando López Aguilar en las elecciones precedentes;  y en el ámbito insular y local, a las puertas del trance a la representación testimonial. Un año después, en las elecciones generales del 2011, con Rubalcaba cómo candidato a la presidencia del Gobierno estatal, se confirmaban los malos augurios que atenazaban al PSOE, reduciendo al mínimo histórico de 110 diputados/as, frente a los 169 que obtuvo Zapatero en el 2008.
Curioso es, que ambos dirigentes, máximos culpables de la masacre electoral,  siguen al frente de sus cargos orgánicos y públicos. Una de dos, o un servidor es un ingenuo político, o éstos dos tienen un rostro que se lo pisan. Un socialista de bien, en las mismas circunstancias, hubiera dimitido de manera irrevocable.
Ambos “líderes” serán de los más listos de la militancia, porque mira que le han hecho daño al PSOE, y ahí siguen sin inmutarse, de salva patrias. Y no sólo no han tenido un gesto de ética y moral socialista, sino que en el caso canario se doblegaron a los intereses de CC, hoy viva  gracias al apuntalamiento del PSC-PSOE, o sería mejor decir: gracias a cuatro sociolistos, inútiles y vagos, agarrados a un clavo ardiendo,  porque ni trabajan, ni se les espera que lo hagan. Y permítanme que dude que estén ideológicamente identificados con el partido, salvo, para obtener suculento beneficios personales. 
Un PSC-PSOE esclavo,  cómplice y de servidumbre política en la mayor catástrofe económica, social y cultural que ha sufrido las islas en toda su historia, sobre todo,  en los últimos veinte años en que CC ha dirigido y gestionado el Gobierno regional. Pero tranquilos, no tienen que irse: ¡los echarán!

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