MUJICA, UN PRESIDENTE DIGNO
Eduardo
Sanguinetti
Filósofo Rioplatense
En una columna de julio de 2009,
publicada en este medio, titulada “Mujica no negociable”, manifesté acerca del
entonces candidato José Mujica: “...a no dudar que Don Pepe instaló un ‘Estilo
Mujica’ de hacer política, que será imitado por muchos candidatos políticos en
un futuro no lejano, aún a la espera de resultados: la especulación no es
zonza”. Lo aventado parece haberse cristalizado y sin tener que ser un gran
visionario, hoy es un hecho, por demás fundante y alentador, para un futuro
reivindicador en paz y armonía.
A Mujica no le agradan las anteojeras ideológicas, le desagradan la
intolerancia y la desmesura, en su óptica clave de los errores cometidos en la
historia del Uruguay. Opina acerca de lo que sabe, con cierto desenfado, sumado
a la sensatez y la intuición de quien “ha vivido”; tampoco tiene reparos en
admitir alguna equivocación (“el orgullo es pasión de estúpidos” y lleva a
confrontaciones inútiles); Mujica es digno, y dicha dignidad se puede apreciar
en su transitar, en su aptitud y actitud con que transita su vida.
Los que hasta ahora se han ocupado de él, desde perspectivas diversas, han
coincidido en señalar la feliz combinación que se produce entre su discurso claro,
directo, su honestidad intelectual y criterio independiente con el humor, el
uso del anacronismo deliberado, el paréntesis anecdótico. Y los que lo conocen,
en mayor o menor medida, lo ven coherente en palabra y acción; coincidencia que
no siempre se da. Sencillez, palabra mesurada, interés por la situación del
interlocutor (incluso más que por sus palabras ocasionales) contribuyen a que
el tímido o el huraño se sientan cómodos en su presencia.
No tiene precio, frente a las ideologías de ocasión, este Pepe Mujica que
incomoda, es veraz, no es negociable. No lo compro a Mujica, no lo vendo, no
existe efusión de presentador en esta columna, lo creo necesario y en tiempo, y
un compromiso para con un pueblo: el uruguayo y su verdadero y dignísimo representante.
Con agrado transmito desde este único medio, a ustedes, lectores de LA
REPÚBLICA, que he enviado la nominación al Comité Nobel de Noruega de Don José
Mujica Cordano como candidato al Premio Nobel de la Paz 2014, instancia que ya
había anticipado en mi propuesta lanzada desde este medio plural, hace ya un
año.
Don José Mujica, comprometido en la circunstancia histórica de una
generación, en un tiempo clave en la Historia del país, y su presencia en los
más diversos Organismos Internacionales, se ha manifestado sin dobleces,
legitimando en acto de vida, a favor de los pueblos y de la construcción de un
mundo para todos. El señor Mujica lo ha efectivizado en Eco-Rio 2012, con un
contundente discurso a favor de un medio ambiente sustentable y en contra del
consumismo como habitual modo de vida, instalado como rutina de vida en la
comunidad global. Discurso que no cesa de pronunciar en las más diversas
regiones del planeta.
Un acontecimiento notable que cabe destacar y no deja de ser paradigmático:
José Mujica que siendo ateo, en audiencia privada con Francisco I en sede
vaticana, solicita al Pontífice interceder a favor del proceso de paz en
Colombia, una de las principales preocupaciones de Don Pepe, a quien el Papa
calificó de “hombre sabio”, palabras que resumen el sentir de muchos.
No hay ninguna duda que el presidente de Uruguay, el señor José Mujica, puede ser un firme candidato al devaluado Premio Nobel de la Paz. Aplaudo la nominación hecha por tan digno filósofo.
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