Eduardo Sanguinetti, Filósofo
“Resulta inexplicable la existencia de
ciudadanos que quieren enajenar nuestros depósitos de petróleo acordando
concesiones de exploración y explotación al capital extranjero, para favorecer
a éste con las crecidas ganancias que de tal actividad se obtiene, en lugar de
reservar en absoluto tales beneficios para acrecentar el bienestar moral y
material del pueblo argentino. Porque entregar nuestro petróleo es como
entregar nuestra bandera”. Enrique Mosconi.
La valiente decisión de la presidenta
Cristina Fernández, de expropiar Repsol (corporación financiera, que pareciera
ser de España) y nacionalizar YPF, empresa que desde su fundación, por el
general Enrique Mosconi, fue del estado argentino, levantó opiniones en todo el
mundo, libres de toda valoración en cuanto a sus consecuencias, que pueden ser
falsas o correctas, cuestión de detalles.
Fue en la patética y atroz era
menemista, que abarcó una década (los 90) de carnaval farandulesco y a la que
adhirieron no pocos de los que hoy acompañan a la presidenta Cristina Fernández,
tal el caso de funcionarios políticos en los más encumbrados cargos, menemistas
de la primera hora y nacionalistas de nuevo cuño. Y la figura se homologa en
los más diversos ámbitos, por ejemplo, el cultural, hoy remitido a la farándula
y a las secciones culturales de los medios monopólicos y cipayos de Clarín y
Nación, conformados por lúmpenes de nuestra pampa, caterva de ignorantes que
consiguieron de modo artero, cual prostituta de ocasión, su pedazo de cielo,
pintado a mano.
En resumen, señalo: como fue de urgencia
y muy oportuna la nacionalización de YPF, es de urgencia denunciar, por
oportunistas, mercenarios, a todos aquellos con nombre y apellido que adhieren
hoy a las medidas de cariz netamente nacionalista y argentino, que nuestra presidenta,
capaz, perspicaz y aguda, ha tomando de manera acertada y justa paso a paso.
La sistemática venta de nuestra tierra y
de empresas con bandera argentina, como YPF en 1992, fue perpetrada por este
mercader y sus fans a ultranza, que jamás dejaron de tener su sitio en la
República Argentina, denunciando y discriminando, cual clero secular de
alcahuetes y eunucos, a los que adheríamos y luchábamos desde un poético y
patético exilio interior, por una Nación libre y soberana, tal mi caso y el de
tantos otros compañeros y camaradas, como el historiador Fermín Chávez, muerto
hace un lustro en total silencio y en desamparo su monumental obra escrita,
Antonio Sofía un científico de fuste, Jorge Enea Spilimbergo, un brillante
político, escritor y pensador argentino, dirigente del Partido de la Izquierda
Nacional, que en 1995, fue anfitrión del comandante Hugo Chávez, en su visita a
Buenos Aires.
Todos los que intentamos, por aquellos
años, no tan lejanos, armar un frente Nacional y Popular, conformado por
quienes luchamos contra la dictadura, procedentes tanto del Partido Comunista
Revolucionario, el Partido de la Izquierda Nacional, el Partido del Trabajo y
del Pueblo, el Partido Revolucionario de los Trabajadores, o simplemente
independientes, fuimos censurados y silenciados por la fauna de menemistas que
sistemáticamente recibían la dádiva del presidente-privatizador y su influyente
ministro Cavallo, cuyas nefastas ideas neoliberales de vender la soberanía
comenzaron en plena dictadura de tendencia capitalista y llegaron hasta el
gobierno de De La Rúa; sin olvidar las consecuencias, que dieron por tierra con
una era de fraude y de traición a los valores que hacen a una nación.
Cómo no recordar a Menem, que desde el
programa del inefable Marcelo Tinelli, lanzaba o cerraba campañas
presidenciales, dándole resultados estupendos, ante una comunidad complaciente
y anestesiada. No olvidemos las célebres relaciones carnales con Estados
Unidos, su carrera autista en una Ferrari rumbo a Mar del Plata, sus fiestas
amenizadas con música de Charly y otros “célebres” del denominado rock
¿nacional? o del circo “pit”. Las chicas que acudían y la oligarquía que lo
aplaudía en la Sociedad Rural a lo largo de diez eternos años… oligarquía
prostituta, representada por la canalla gorila y doméstica.
Iniciar polémicas sobre este tema es
pueril e inútil, pues nadie debe honrar el cultivo manifiesto de la ignorancia
puesta de manifiesto por toda la clase política y sus acólitos, que en
conductas delictivas al margen de su rol de dirigencia, negociaban a espaldas
de un pueblo que ha sido estafado en innumerables ocasiones.
Aplaudo a la presidenta Cristina
Fernández, pero no desconozco el desafío que deviene de tamaña decisión:
gestión administrativa transparente, oportuna, efectiva, con políticas
inclusivas y de participación ciudadana, que redunden, en el bienestar del
pueblo argentino, en equidad e igualdad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario