GENERACIONES. L. Soriano
Cierto
que la sabiduría popular tan dada en refranar los consejos, augurios y a veces
predicciones y certezas, tiene también algo para nosotros en la situación que
tanta aflicción nos causa y que padecemos tan duramente. Quizás para perpetuar
por tradición oral lo que ha ocurrido a lo largo del tiempo, por si los
escritos y los archivos, informáticos o no, se perdieran, siempre nos quedaría
el refranero y la tradición. El que he elegido entre otros para este caso es el
aquel que habla de que “el abuelo lo genera, el hijo lo mantiene y el nieto lo
despilfarra”. Creo que convendrán conmigo en que es bastante acertado respecto
a nuestra situación. Solo es un problema económico y lo de no entrecomillar
solo, es absolutamente intencionado.
Sean
indulgentes conmigo si les digo que en realidad no me da tanta pena lo que nos
ocurre. La capacidad de la pena se me ha ido diluyendo a lo largo de mi
dilatada vida, me he insensibilizado e inmunizado bastante ante la estupidez
humana, incluyendo y sobre todo de la mía propia, permaneciendo muy sensible solo en los casos de
dependencias graves o situaciones
extremas sobrevenidas, imprevisibles e impredecibles. Nuestra generación, las
dos que nos siguen, y en lo que respecta a nuestra área, no ha sufrido guerras ni exterminios
salvo puntuales asuntos como los balcánicos. Así pues de privilegios más que de
derechos estamos tratando. Estos privilegios que me resisto, insisto, a
calificar de derechos, los han ganado otros, nuestros abuelos y aun nuestros
padres, en todo caso, nosotros nos hemos limitado a pagar unos cuantos y a
parasitar otros muchos. El caso y conclusión es que hemos dilapidado el
esfuerzo y a veces la sangre de los
abuelos, las necesidades y el sacrificio real de nuestros padres y estamos
sufriendo las consecuencias de derroche mas decadente y denigrante que han
observado los siglos en millones de
individuos. Los Sátrapas antiguos eran
unos pocos, ahora hemos sido millones los que , rodeados de hambre y miseria,
nos hemos lanzado a gastar, a consumir, a dilapidar, lo que no podíamos
sostener de manera alguna, y menos mucho tiempo. Por otra parte, los experimentadores sociales
que intentaron igualarnos por lo bajo, dejaron un reguero de centenas de
millares de muertos, torturados y
encarcelados, hasta hace bien poco, y, algunos caribeños o asiáticos, aun siguen
perpetrando atrocidades sin cuento. Nosotros además somos “especiales”,
queremos sueldo europeo pero condiciones españolas, y no somos capaces de
imaginarnos siquiera en situaciones anglosajonas. Que diríamos
si un político nos propusiera como Churchill, “Blood, sweat and tears”.
Sangre sudor y lágrimas. Pues que aplicaríamos la máxima de que político veraz
no gana elecciones. Por tanto no debemos culpar a nadie, somos nosotros
responsables de que nos asen a impuestos, nos destruyan social, comercial e
industrialmente y que no tengamos un final de generación confortable, la
nuestra, los de más de 50 años, ni que las dos, tres o más siguientes, tengan futuro alguno a ningún nivel. Yo no
ganare elecciones aireandolo, pero necesito que reflexionen para ayudar a
cambiar este sistema. Quizás será por uno nuevo
sin que haya que soñar con experiencias jurasicas, de las que, repito,
aun perduran execrables ejemplos, ni mantener a ultranza las actuales porque
dejan de ser democráticas al cruzar la línea que hace tiempo rebasamos. Quizás
también debamos erradicar lo que queda de nuestro pasado, del que aunque la
mayoría desprecie absurdamente el origen
cristiano devenido en católico, mantengamos lo que de él nos interese. Los
Calvinistas manteniendo su origen lo han hecho mucho mejor sin duda, ya que el
trabajo no es una maldición bíblica para ellos, y el Princeps no es el dueño de
todo y no nos distribuye nuestra riqueza que nosotros no sabríamos. Jefferson lo tuvo muy en
cuenta. Ese Princeps aquí es el Estado
que todo lo deglute y como digo, tenemos que traer también la innovación al
pensamiento. La comunidad Intergaláctica del 2500 no se parecerá en nada a lo
de ahora. Ni siquiera será una
democracia revestida y disfrazada, la innovación siempre trae cambios que
destruyen lo anterior y de sus cenizas, cual Némesis, resurge lo nuevo y lo que
perdurara por generaciones hasta que lo volvamos a estropear, sin duda, si es
que conseguimos que la humanidad sobreviva.
Para
terminar, les contare que en mi gratificante etapa docente y de conferenciante,
me gustaba comentar algo que no recuerdo a quien se lo oí una vez. “A mí que me
manden alumnos educados en casa, que yo les transmitiré los conocimientos que
pueda”. Si tenía que dedicar m tiempo a educarlos, no había para transmitirles
conocimientos. Y también ese es el problema básico. No queremos que nuestros
hijos pasen las “necesidades” que nosotros pasamos, ni que trabajen como lo
hicimos nosotros, ni que se esfuercen como tuvimos que hacerlo. Les llenamos de
chucherías basura los armarios y los estómagos. Les compramos, pudiendo o
no, todo lo que nos piden y que al rato
de tenerlo ni siquiera son capaces de recordarlo. Los sobreprotegemos sanitaria
y emocionalmente con clamoxyles a porrillo y con delicados tratamientos
innecesarios, y los convertimos en soberbias rémoras para el futuro de
esfuerzo, competitividad y desarrollo que les espera realmente. No les
inculcamos valores ni obligaciones. No les contamos que hace unos poquísimos
siglos aun nos matábamos a pedradas por un pedazo de carne putrefacta y que
salimos adelante como especie con unidad y mucho sacrificio. Y que ahora unos
pocos años después, en el reloj de los tiempos apenas unos segundos, queremos
ser figuritas de porcelana libres de toda aflicción. Esto nos está llevando a
un desastre del que, según la historia, solo se sale a golpes. Deseando que
podamos enderezar a tiempo el rumbo, les
invito a que lo busquen Innovando, no recurriendo a formulas pasadas sino a
planteamientos completamente nuevos aunque parezcan imposibles. El ser humano
es capaz de acometer empresas extraordinarias, y eso debe animarnos.
A reflexionar.
Reflexiones
L. Soriano
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