miércoles, 18 de abril de 2012

Animales, cacerías y otras vergüenzas , por Candido Quintana



Animales, cacerías y otras vergüenzas  

   Sin ningún tipo de dudas, los responsables directos del desamparo y de las penurias que padecen muchas miles de familias canarias y españolas, son políticos con nombre y apellidos, gobernantes en la actualidad y en el pasado reciente, que han gastado los recursos públicos de forma incongruente, desmesurada o corrupta, esquilmando gravemente nuestras arcas, a las que todos hemos contribuido. Cada uno de nosotros debemos tener esto presente cada día y no olvidarlo fácilmente, el perdón por estos hechos no tiene cabida, no en vano sus culpables siguen viviendo en el oro a costa de las miserias de los demás. No creo que haya religión en el mundo que pueda sostener el perdón como valor fundamental, ante personajes tan deleznables, culpables de tantas carencias y desesperaciones.

   Pero hay que ir más allá y analizar algunas cosas sorprendentes que están aflorando en los últimos tiempos, sin ir más lejos dentro de la mismísima Casa Real Española, que no son mínimamente congruentes ni de recibo. Dejando a un lado, solamente por no alargarme demasiado, las lamentables actuaciones de los esposos de las infantas, que lógicamente han afectado a estas por aceptación, colaboración o ausencias de urgentes y contundentes denuncias, ahora tenemos otra vez  ahí a su majestad don Juan Carlos, con las cosas tan increíbles que vienen sucediendo a su alrededor, cada vez más habituales en los últimos tiempos. Y aunque algunos pretendan situarlas en lo privado, posiblemente para esquivar responsabilidades institucionales, no podemos obviar que tratándose de quien se trata todo ello tiene que ser ubicado en lo público. La imagen que proyecta lo deja bien claro.

   Esa última cacería de elefantes en la que su majestad sufrió su enésimo percance, nos debe poner también en guardia por muchos motivos, y no me refiero sólo a los suntuosos e insolidarios derroches de dinero que conllevan en tiempos de crisis de camello, que aunque fuesen de propia aportación, no dejan de ser un signo fuera de lugar en una persona tan relevante de un País al borde del rescate. Que los magnates paguen millonadas por cazar animales en peligro de extinción, no se justifica, pero que esto lo haga nuestro Rey o algunos políticos privilegiados en una nación en ruina económica, menos aún. Porque a esos ostentosos gastos que no tocan, se suma algo mucho más grave, matar animales por placer o por ego, cuando estos, dada su contrastada escasez, valen mucho más que ellos, ¡de largo! Y tampoco vale alegar que el país africano en cuestión permite esas matanzas, porque el Mundo niega tales prácticas y porque darle cabida a esos brutales gestos de agresividad, sólo se corresponde con “lucrativos negocietes de impresentables”.

   Y no es que yo pretenda darle mayor importancia a las vidas de los elefantes que a las de otros animales, pero sus longevidades y sus escasas unidades marcan las diferencias. De hecho, hablando de animales y de sus matanzas, no he dejado de referirme, una y otra vez, al Gobierno de Canarias y a algunos interesados, que si bien no han disparado contra ellos personalmente, si han puesto los medios de forma premeditada para tal fin. Sin ir más lejos, el nuevo Catálogo de Especies Protegidas de Canarias es un claro ejemplo de ello, y fue parido por el anterior Gobierno de Canarias y sigue siendo respaldado por el actual. O sea, que ningún partido político de los más relevantes se escapa de esta deleznable quema, que incluye también animales en peligro de extinción, cuyas vidas son de suma importancia preservar.

   Acaba de celebrarse en Tenerife el primer juicio por maltrato animal de Canarias, ya era hora, en el que se solicita una fuerte suma indemnizatoria y cárcel para su responsable. Me estoy refiriendo al caso de la perrita Vela y creo que estamos ante un vital punto de partida, pues trasladará miedos a los maltratadores de animales y acrecentará conciencias protectoras de ellos. Nadie puede atribuirse vidas en propiedad para hacer con ellas lo que le plazca, ni de personas ni de animales, y ya sabemos las nulas posibilidades de defensa que tienen estos últimos, por lo que todos debemos dar lo máximo para acabar con canalladas como las sufridas por esa maltratada perrita, que por fortuna consiguió defensa antes de perder su vida. Llegado a este punto, también creo que las Protectoras de Animales deberían hacer una profunda reflexión, sin límites, porque hay otras vidas animales más allá de los albergues y refugios por las que luchar, y aunque su dura labor diaria con perros y gatos las tenga completamente desbordadas, se tienen que dejar oír, ¡es sumamente importante!

   La crisis que atravesamos es muy aguda, afecta a demasiadas personas en muchos ámbitos y los recursos públicos disponibles son cada vez más escasos, pero los animales también necesitan ayuda, son cada día más dependientes por el masivo atropello humano infringido a la naturaleza. Las subvenciones en este terreno son necesarias y tienen que llegar, aunque no puedan ser a los mismos niveles anteriores. Dicho esto, quiero terminar con algo que clama al cielo. Se vienen aportando ingentes cantidades de dinero, desde todas partes del Mundo, para preservar las vidas de bastantes animales en peligro de extinción, la mayoría de ellos en sus últimos reductos en el continente africano, los elefantes entre ellos, ¿es tolerable que algunas personas por ser muy ricas o muy poderosas puedan, por hobby o para satisfacer sus egos, matarlas a tiros o como se les antoje? ¡Seamos valientes y pongámosle coto de una vez a estos canallescos sinsentidos!

  © Cándido Quintana
   Integrante de Asamblea por Tenerife   

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