Animales,
cacerías y otras vergüenzas
Sin ningún tipo de dudas, los responsables directos del
desamparo y de las penurias que padecen muchas miles de familias canarias y
españolas, son políticos con nombre y apellidos, gobernantes en la actualidad y
en el pasado reciente, que han gastado los recursos públicos de forma
incongruente, desmesurada o corrupta, esquilmando gravemente nuestras arcas, a
las que todos hemos contribuido. Cada uno de nosotros debemos tener esto
presente cada día y no olvidarlo fácilmente, el perdón por estos hechos no
tiene cabida, no en vano sus culpables siguen viviendo en el oro a costa de las
miserias de los demás. No creo que haya religión en el mundo que pueda sostener
el perdón como valor fundamental, ante personajes tan deleznables, culpables de
tantas carencias y desesperaciones.
Pero hay que ir más allá y analizar
algunas cosas sorprendentes que están aflorando en los últimos tiempos, sin ir
más lejos dentro de la mismísima Casa Real Española, que no son mínimamente
congruentes ni de recibo. Dejando a un lado, solamente por no alargarme
demasiado, las lamentables actuaciones de los esposos de las infantas, que
lógicamente han afectado a estas por aceptación, colaboración o ausencias de urgentes
y contundentes denuncias, ahora tenemos otra vez ahí a su majestad don Juan Carlos, con las
cosas tan increíbles que vienen sucediendo a su alrededor, cada vez más
habituales en los últimos tiempos. Y aunque algunos pretendan situarlas en lo
privado, posiblemente para esquivar responsabilidades institucionales, no
podemos obviar que tratándose de quien se trata todo ello tiene que ser ubicado
en lo público. La imagen que proyecta lo deja bien claro.
Esa última cacería de elefantes en la
que su majestad sufrió su enésimo percance, nos debe poner también en guardia
por muchos motivos, y no me refiero sólo a los suntuosos e insolidarios
derroches de dinero que conllevan en tiempos de crisis de camello, que aunque fuesen
de propia aportación, no dejan de ser un signo fuera de lugar en una persona
tan relevante de un País al borde del rescate. Que los magnates paguen
millonadas por cazar animales en peligro de extinción, no se justifica, pero
que esto lo haga nuestro Rey o algunos políticos privilegiados en una nación en
ruina económica, menos aún. Porque a esos ostentosos gastos que no tocan, se
suma algo mucho más grave, matar animales por placer o por ego, cuando estos,
dada su contrastada escasez, valen mucho más que ellos, ¡de largo! Y tampoco
vale alegar que el país africano en cuestión permite esas matanzas, porque el
Mundo niega tales prácticas y porque darle cabida a esos brutales gestos de agresividad,
sólo se corresponde con “lucrativos negocietes de impresentables”.
Y no es que yo pretenda darle mayor
importancia a las vidas de los elefantes que a las de otros animales, pero sus
longevidades y sus escasas unidades marcan las diferencias. De hecho, hablando
de animales y de sus matanzas, no he dejado de referirme, una y otra vez, al
Gobierno de Canarias y a algunos interesados, que si bien no han disparado
contra ellos personalmente, si han puesto los medios de forma premeditada para tal
fin. Sin ir más lejos, el nuevo Catálogo de Especies Protegidas de Canarias es
un claro ejemplo de ello, y fue parido por el anterior Gobierno de Canarias y
sigue siendo respaldado por el actual. O sea, que ningún partido político de
los más relevantes se escapa de esta deleznable quema, que incluye también animales
en peligro de extinción, cuyas vidas son de suma importancia preservar.
Acaba de celebrarse en Tenerife el
primer juicio por maltrato animal de Canarias, ya era hora, en el que se
solicita una fuerte suma indemnizatoria y cárcel para su responsable. Me estoy
refiriendo al caso de la perrita Vela y creo que estamos ante un vital punto de
partida, pues trasladará miedos a los maltratadores de animales y acrecentará
conciencias protectoras de ellos. Nadie puede atribuirse vidas en propiedad
para hacer con ellas lo que le plazca, ni de personas ni de animales, y ya
sabemos las nulas posibilidades de defensa que tienen estos últimos, por lo que
todos debemos dar lo máximo para acabar con canalladas como las sufridas por
esa maltratada perrita, que por fortuna consiguió defensa antes de perder su
vida. Llegado a este punto, también creo que las Protectoras de Animales deberían
hacer una profunda reflexión, sin límites, porque hay otras vidas animales más
allá de los albergues y refugios por las que luchar, y aunque su dura labor
diaria con perros y gatos las tenga completamente desbordadas, se tienen que
dejar oír, ¡es sumamente importante!
La crisis que atravesamos es muy aguda,
afecta a demasiadas personas en muchos ámbitos y los recursos públicos disponibles
son cada vez más escasos, pero los animales también necesitan ayuda, son cada
día más dependientes por el masivo atropello humano infringido a la naturaleza.
Las subvenciones en este terreno son necesarias y tienen que llegar, aunque no
puedan ser a los mismos niveles anteriores. Dicho esto, quiero terminar con
algo que clama al cielo. Se vienen aportando ingentes cantidades de dinero,
desde todas partes del Mundo, para preservar las vidas de bastantes animales en
peligro de extinción, la mayoría de ellos en sus últimos reductos en el
continente africano, los elefantes entre ellos, ¿es tolerable que algunas
personas por ser muy ricas o muy poderosas puedan, por hobby o para satisfacer
sus egos, matarlas a tiros o como se les antoje? ¡Seamos valientes y pongámosle
coto de una vez a estos canallescos sinsentidos!
© Cándido Quintana
Integrante de Asamblea por Tenerife
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