EL GRAN ENGAÑO
PEPE TABOADA Y
JOSU OSKOZ
Decenas de personas durante una manifestación en apoyo al Sahara
Occidental, desde Atocha a la plaza de Jacinto Benavente, a 11 de noviembre de
2023, en Madrid (España).- Jesús Hellín / Europa Press
El pasado mes de junio el Reino de Marruecos hizo pública su candidatura a presidir el Consejo de Derechos Humanos, principal órgano mundial de promoción y protección de los derechos humanos dentro del sistema de las Naciones Unidas, compuesto por 47 estados elegidos por la Asamblea General de la ONU.
Como en El Gran Engaño, comedia en la que un
ladrón se hace pasar por experto en diamantes y se infiltra en una subasta de
joyas para llevar a cabo el robo de un valioso diamante, Marruecos -potencia
ocupante del Sáhara Occidental- pretende engañar al mundo y en un ejercicio
máximo de cinismo e infiltración, ponerse al frente de la defensa de los
derechos humanos. En este mundo de tinieblas (además del genocidio del pueblo
palestino y la ocupación de Ucrania, según datos de la ONU hay más de 100
conflictos armados en curso en todo el mundo con una duración media de más de
30 años, con sus terribles consecuencias a todos los niveles), y cumplidos 75
años desde la aprobación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos,
otorgar la presidencia del Consejo de Derechos Humanos a Marruecos, potencia
ocupante del Sáhara Occidental, sería un (nuevo) desgarrador reconocimiento de
que en el fondo no son los derechos humanos, de todas las personas y los
pueblos, lo que realmente ocupa y preocupa al Consejo.
La comunidad internacional, los miembros del
Consejo de Derechos Humanos de la ONU, no pueden hacer oídos sordos a lo que
está sucediendo en el Sáhara ocupado. Marruecos, al tiempo que expolia los
enormes recursos naturales del territorio, ha bloqueado durante décadas la
organización del referéndum de autodeterminación del pueblo saharaui, y tras la
reanudación del conflicto armado, está cometiendo crímenes de guerra atacando a
población civil junto al muro de la vergüenza que divide el territorio y a las
familias saharauis.
Marruecos sigue negando el acceso al territorio
no solo a las y los defensores de los derechos humanos, sino a la propia
Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
Marruecos mantiene desde hace décadas una política de represión continuada
contra quienes, poniendo en riesgo sus vidas, defienden pacíficamente los
derechos humanos en el Sáhara ocupado. Marruecos mantiene presos, en
condiciones infrahumanas, a activistas de los derechos humanos. Marruecos
persigue a las defensoras de los derechos humanos, por ser mujeres y
defensoras, sometiéndolas a todo tipo de maltratos y vejaciones.
¿No son, acaso, la ocupación militar continuada
de la República Árabe Saharaui Democrática por parte de Marruecos y las
constantes violaciones a los derechos humanos, incompatibles con el Derecho
Internacional de los derechos humanos y con el derecho a la autodeterminación
de los pueblos?
Los derechos humanos no son un lujo, ni un
privilegio o una recompensa por buen comportamiento. Son valores universales
que surgieron de las cenizas de la II Guerra Mundial, y de la lucha y el
compromiso de personas y organizaciones empeñadas en evitar que aquellas
atrocidades volvieran a repetirse. La historia nos ha enseñado que la paz solo
puede prevalecer donde se respetan los derechos humanos. Ni en Palestina, ni en
Ucrania ni en el Sáhara Occidental habrá paz, con justicia y dignidad, sino se
respetan los derechos humanos.
El Consejo de Derechos Humanos no puede cometer
semejante aberración, no puede traicionar a las millones de personas que aún
mantienen la esperanza en su funcionamiento y que cada día luchan por un mundo
de paz, de justicia y de respeto a los derechos humanos de todas las personas y
los pueblos.
Como en El Gran Engaño, comedia en la que
finalmente las cosas no salen según lo planeado para los ladrones, confiamos en
que prevalezca la defensa de los derechos humanos por encima de otros espurios
intereses que pudieran llevar a quien se burla de las propias resoluciones de
las Naciones Unidas y de los derechos humanos del pueblo saharaui, y también
del pueblo marroquí, a presidir el principal órgano de defensa y promoción de
los derechos humanos.
No permitamos este nuevo engaño a los derechos
humanos, esta una nueva burla a la más bella ideología jurídica, a la única
ideología que merece sobrevivir, que nos hunda más y más en este mundo de
tinieblas.
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